Evangelio según San Lucas 11,5-13.

Jesús dijo a sus discípulos: “Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: ‘Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle’, y desde adentro él le responde: No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos”. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!”. Comentario Es bueno querer a la Virgen María, pero es más importante que la conozcamos bien. Y aquí se precisa un poco de teología. ¿Qué significado hemos de dar a la presencia de María entre los apóstoles en Pentecostés? Un significado vital: María sustituye a Jesús como eje de los apóstoles. “¿Cómo así?”, me diréis, “¿no son los apóstoles los sucesores de Cristo?, ¿qué aporta María?”. Según el teólogo Von Balthasar, pero confirmado por Juan Pablo II, María es la que garantiza que en la Iglesia, además de la jerarquía (los apóstoles) que expresan la santidad objetiva (la que se nos da a través de la Palabra y los Sacramentos), existe la santidad subjetiva (la que consiste en acoger el don de Dios y responderle en fidelidad). Y así, su perfecta fidelidad completa aquel aspecto de Jesús que los apóstoles no podían dar. En Ella, la Iglesia aparece como la Esposa fiel que responde con perfección a Cristo.
Ir a la nota original

MÁS NOTICIAS