Jesús humilde

Hablaremos de un tema muy importante para nuestra vida cristiana para que podamos imitar a Jesús. Vamos a referirnos a Jesús humilde. Hoy, como siempre, el hombre aspira a grandezas, queremos progresar, recibir aplausos, recibir fama o mostrar lo que hemos hecho en el mundo. Pero como cristianos tenemos a alguien que es el más grande del mundo, que tiene todo el poder, el control y es el jefe y creador del mundo. Sin embargo Él ha hecho todo para bajarse para mostrar que no es el poder, no es la grandeza lo que Él busca. En los evangelios Dios no se define por su poder o su fuerza, como pensaban los israelitas. Dios es esencialmente humilde. Jesús es Dios que se viene a vivir a nuestro mundo, se entrega a nuestra historia humana y comparte plenamente lo que somos y lo que tenemos, menos en el pecado, incluyendo las limitaciones propias de nuestra condición humana. La carta a los Filipenses 2.5.8: ‘Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús: Él, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz.’ Por eso Dios es el que se inclina ante nosotros para servirnos. No es un Dios que domina sino que está al servicio de los demás. Es muy importante mirar lo que dice Jesús en Mateo 20.26 a 28: Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. Es a Dios a quien tenemos que imitar. Podemos ver la última cena: Juan 13.13.17. El que es Dios ha lavado los pies de sus discípulos, ha mostrado el verdadero amor; no la caridad ni la generosidad, pero el verdadero amor es según Jesús: Ustedes me llaman maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues, si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. En verdad les digo, el servidor no es más que su patrón y el enviado no es más que el que lo envía. Ustedes ya saben esas cosas, felices si las ponen en práctica. Todos estamos llamados a hacer y vivir al estilo de Jesús. Si queremos ser verdaderos discípulos y seguidores de Jesús tenemos que ser personas humildes capaces de servir a los demás, en todo lo que sea posible. Mateo 11.25.30: Jesús invita para que podamos llegar a Él para descansar, para recibir alivio. Hay que llegar a ese Dios humilde que está con la disposición a nuestro servicio, para dar la posibilidad de vivir con libertad. La humildad viene para hacer fructificar los talentos que tenemos. Jesús es modelo de humildad. Vamos a orar: Jesús dulce y humilde de corazón escúchanos. Jesús, dulce y humilde de corazón, escúchanos. Del deseo de ser estimados, líbranos, Jesús. Del deseo de ser amados, líbranos, Jesús. Del deseo de ser buscados, líbranos, Jesús. Del deseo de ser alabados, líbranos, Jesús. Del deseo de ser honrados, líbranos, Jesús. Líbranos Señor del temor de ser humillados, de ser despreciados, rechazados, calumniados, olvidados, ridiculizado, burlado e injuriado. Líbranos Señor. Queremos seguirte y estar al servicio de los demás, pero necesitamos bajar, tomar la condición real y vivir la realidad y no la ilusión. Oh María, Madre de los humildes, ora por nosotros. San José, protector de los humildes, ora por nosotros para poder tomar el camino de Jesús humilde, Jesús servidor, Jesús amor. Danos disponibilidad para mostrar que Dios no abandona el mundo, y tampoco nosotros. Estamos al servicio de todos. Que Cristo no ayude en el camino para poner en práctica la virtud de la humildad. Amén.
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