EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Juan, testigo de la luz - Jn 1,6-8.19-28

Jesús es la Palabra de Dios hecha hombre, luz que viene al mundo para alumbrar a todos los hombres, para dar vida e invitar a vivir en la verdad y el bien. A pesar de que algunos rechazan a la Palabra, porque prefieren vivir en las tinieblas de la mentira y el mal, la luz termina venciendo, porque comunica el amor de Dios, su infinita ternura. Dios habla a través de su Palabra, que es luz y vida. A pesar de la victoria de la luz, Dios envía a un hombre para que sea su testigo. Es esa la pedagogía de Dios, utiliza “testigos” para encarnar e historizar su mensaje y su actuación. Juan se presenta en el curso de la historia, y su venida se revela como un acontecimiento inesperado. Se trata de un nuevo aspecto de la historia de la Palabra: un personaje de este mundo (testigo) se encarga de proclamar a los hombres la presencia de la Palabra para que lo reconozcan. El testimonio no recae inmediatamente sobre el Palabra, sino sobre la luz con que ilumina a todo hombre. Juan es el testigo enviado por Dios para que se conozca la actividad iluminadora de la Palabra sobre la tierra. La finalidad de este “testimonio” es que todos crean. ¿Qué es lo que todos deben creer? Reconocer la luz que la Palabra irradia en el mundo, la luz de vida, es decir, la relación viva, existencial con Dios. Vida es sinónimo de comunión con Dios. Por eso, frente a las tinieblas que siguen amenazando todavía a la tierra se alza un testigo para afirmar, de parte de Dios, la presencia y victoria de la luz. “Vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él” Nadie puede quedar fuera del alcance de la luz que trae Jesús, la Palabra de Dios. Todos los pueblos, todas las personas están llamadas a la Salvación, a ser parte del proyecto salvífico de Dios. Conclusión El testimonio de Juan es una invitación para todos los hombres a creer en la presencia próxima y misericordiosa de Dios que quiere establecer vínculos de comunión con su pueblo. La vida de Dios que se avecina y se hace cercana en el nacimiento de su Hijo nos puede ayudar como “humanidad” más allá de las religiones que profesamos a descubrir su presencia en la historia, la fuerza redentora de su luz y la capacidad transformadora de su amor. Cristo ha vencido al pecado y la muerte, su Vida que es luz para el mundo, triunfa sobre las tinieblas, por eso su mensaje es de salvación, de esperanza. De ahí que, los cristianos, los que creemos en él, debemos dar testimonio de su luz y vida derramada, y la mejor manera de dar testimonio es amando y sirviendo a los demás.
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