El deseo de Navidad
Por el padre Gilbert. Párroco de Ma. Auxiliadora.
Navidad es una fiesta grande y bella. Consagramos
muchos esfuerzos y dinero para celebrarla
bien. Ahora, desde que empezamos
el tiempo de adviento crecieron las compras y
sobre todo en estos días, las compras de regalos,
comidas para compartir en familia y con
amigos. Participamos también de las misas
de Nochebuena, y después la fiesta continúa
porque nacerá el Hijo de Dios.
Todos hacemos esfuerzos y gastos porque
es Navidad, es fiesta, es solemnidad del Nacimiento
de Jesús en nuestro mundo. Celebramos
esta fiesta como un acontecimiento mayor,
en nuestra vida y en la vida del mundo.
Es la verdadera encarnación. Es Dios que toma
la condición humana para estar con nosotros,
pero debemos tomar conciencia de lo
que debe ser este acontecimiento, porque podemos
hacer una fiesta como acontecimiento
exterior a nosotros mismo, simplemente
como un acontecimiento histórico. No quedar
en la rutina, en la costumbre, porque cada
nacimiento es algo nuevo. Hay que hacer
nacer a Jesús a través de los regalos, en la misa,
en la iglesia...
Está bien participar en las celebraciones,
cumplir para nacer con Él, el Hijo de Dios.
El Nacimiento de Jesús debe durar todos
los días del año, no solo el 24 de diciembre.
Hay cristianos del 24 de diciembre en Nochebuena,
hay del 25.
Hay que hacer nacer a Jesús no solamente
en el pesebre, sino también en nuestros corazones
todos los días, para que sea una fiesta
de amor, un nacimiento perpetual de Jesús
en nuestros corazones. También Navidad
viene a decirnos que nuestra existencia tiene
precio, que cada ser humano tiene valor a los
ojos de Dios, viene para sacarnos de la oscuridad,
para sacarnos esa luz. Recibir a Jesús
o aceptar el signo de la bondad y la ternura
de Dios.
Hoy hablamos de violencia en las ciudades,
en los barrios, en las familias, en los lugares
de trabajo. Por qué no aprovechamos
estas fiestas para ser mensajeros de la no violencia,
del perdón y de la reconciliación, testigos
de la paz.
Navidad es un llamado a vivir la fraternidad,
la solidaridad con nuestros hermanos
más pobres. No debemos hablar de opción
con los pobres, debemos actuar concretamente
con ellos. No debemos tener miedo
de entregarnos por nuestros hermanos.
Dios con nosotros, Emanuel, nos da su
amor gratuitamente y nosotros debemos hacer
lo mismo para imitar al Niño Jesús.
‘Él nos da su vida’, es el mensaje, la buena
noticia de Navidad.
Que seamos artesanos de paz, de justicia,
de verdad, de caridad y solidaridad.
Que estas fiestas no sean una fiesta de
más, no sea una devoción, una manera de decir
lo que vamos a hacer; hay que dejar que
Dios entre en nuestra familia. Y sentir los
cambios, porque si nada ha cambiado en
nuestra familia o en nuestra vida, entonces
no ha nacido Jesús.
Hay que dejar nacer a Dios en nuestra vida
como ha dejado María nacer en su familia,
y como José ha aceptado dar su vida a ese
Niño.
A todos, deseo una Navidad plena de esperanza,
gozo y alegría. Que estas fiestas sea
una celebración de alegría continua, una fiesta
de esperanza y de cambios, porque no hay
nada imposible para Dios.
¡Feliz Navidad!