Disponibilidad cristiana

Durante esta semana, hemos visto que Jesús llama; Jesús predica; Jesús elige, y da la posibilidad a otras personas para que puedan compartir su misión, entonces, esa realidad que queremos vivir nosotros hoy, escuchando la palabra de Dios en el Evangelio, podemos decir: “Dios nos ha llamado, me ha elegido para una misión. Pero hay una palabra que muchas veces no entra en nuestra mente y es “disponibilidad”, y qué significa que debemos estar disponibles para otros seres humanos o la gente que realmente merezca nuestra inversión de tiempo. Eso es lo que ha hecho Jesús con sus discípulos. Tener el valor de la disponibilidad significa que dejemos de hacer lo nuestro por dedicarnos a los demás, pero sin pasar por sobre nuestros sueños por dedicarnos a los demás o por ayudar a la gente, entonces el valor de la disponibilidad significa que siempre y cuando tengamos tiempo y los recursos necesarios para brindar una colaboración, lo hagamos sin esperar nada a cambio, porque hoy todo es interés. Jesús llama a la gente a estar totalmente disponible para Él y para los demás. No nos llama para que estemos cruzados de Barazos, sino para andar, para movernos. La disponibilidad se manifiesta en el verdadero amor. No basta que la persona esté disponible a los demás únicamente, ni en primer lugar, sino que esté disponible primero a Cristo y con Cristo a los demás. O sea que debe haber una doble disponibilidad, a Dios, a la Trinidad y a nuestros hermanos. Para salir al encuentro del hombre, se debe salir primero al encuentro de Dios. Porque muchas personas pueden decir: “Hago el bien… tengo mi tiempo para las demás personas”, pero también hay que tener un encuentro con Cristo para saber lo que me pide como cristiano. Cuando Dios no ocupa el primer lugar, cuando no es él la razón de ser o la motivación más profunda de nuestro actuar, hay riesgo de convertir el amor cristiano, la caridad, en un negocio. Pero no es un negocio, es una actitud que debemos sostener. El cristiano es el hombre o la mujer siempre disponible, en actitud de gozoso servicio al ejemplo de Jesús. Por eso a veces decimos las cosas sin entrar en ese espíritu de Dios. A mí me gusta siempre, cuando celebramos la plegaria eucarística, la número 4 dice: “Abre nuestros ojos, para que conozcamos las necesidades de los hermanos; estíranos las palabras y las obras para confortar a los que están cansados y agobiados; haz que podamos servirlos con sinceridad, siguiendo el ejemplo y el mandato de Cristo. Que su Iglesia sea un vivo testimonio, de verdad y libertad, de paz y justicia, para que todos los hombres se animen con una nueva esperanza”. Es la misión de la Iglesia, la misión de todos los cristianos, no únicamente del Papa o de los religiosos. La plegaria número 3 dice: “Haz que los fieles de la Iglesia sepan discernir los signos de los tiempos a la luz de la fe y se consagren plenamente al servicio del Evangelio. Concédenos estar atentos a todas las necesidades de todos los hombres, para que participando en sus penas y angustias, en sus alegrías y esperanzas, les mostremos fielmente el camino de la salvación, y con ellos avancemos en el camino del reino”. Entonces, Cristo llama por una misión, y hoy, mirando nuestro mundo, necesitamos ese tiempo; necesitamos esa decisión para no seguir a Cristo sólo siendo devotos de santos, sino de decir sí, aquí estoy para cumplir la voluntad de Dios. Que nuestra Iglesia, que todos los fieles sean cristianos disponibles para Dios y también para las otras personas, como han hecho la Virgen María y todos los santos. Que todos nosotros nos encontremos con Cristo y con nuestros hermanos buscando el bien para todos, hoy y para siempre, amén.
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