SE VIENE LA POLÉMICA: MORIA CASÁN ESTÁ QUE ARDE

"Si hay algo que me gusta es que me acosen"

La diva dejó una entrevista cargada de conceptos que sin duda levantarán polvareda. Por caso, habló de "la conchudez de las mujeres" que usan su vagina "para tener de rehén a maridos y chicos".

"Estoy adolescente. Está muy virgen la niña que tengo adentro", avisa Moria Casán para de inmediato señalar, en esa definición introspectiva, una contradicción. Porque esa nena virginal que dice conservar cuenta, además, "con toda una viva vivida y mucha sabiduría". De ese modo, en una extensa entrevista que concedió a la revista Noticias, la jurado del Bailando acerca su visión sobre distintos aspectos de la realidad social, cultural y política.

"No soy una feminista, sería una feminista no agresiva", advierte, y lanza su crítica al feminismo: "Se farandulizó. Hoy se pasan de rosca. Si un tipo les dice: ‘Qué buena que estás’, lo mandan a la c... de la lora. ¿Qué te pasa, chabona? Hay mucha desubicadita".

Pero quizás la frase más destacada Moria la pronuncia, casi al pasar, cuando relata que años atrás enfrentó "una historia con un psicópata americano", con un argentino que vivía en Nueva York pero había sido vicepresidente del Banco Nación en la década menemista.

Casán no revela su identidad. Pero explica que el hombre empezó a buscarla con insistencia luego de que ella le facilitara el teléfono de su casa. "Empezó a llamar y se hizo amigo de la mucama y de mi hija y empezó a manejar mi casa virtualmente. Me llamaba al celular y me decía dónde estaba yo en ese momento". Lo curioso es que esa actitud la atrapó: "Empezó a conquistarme". Y se justifica: "Si hay algo que me gusta es que me acosen".

La diva y este hombre tuvieron "una pasión única". "Era el hombre de mi vida", recuerda Moria. Hasta que terminó descubriendo que el departamento "medio pelo" que este banquero tenía en Queens era muy particular: "Paredes con plásticos verdes, libros de guerra, en la heladera agua y pilas, nada más, un montón de revistas mías en un placard". Cuando al otro día se encontró con él, "otra que violencia de género", dice: "El tipo empezó a darme trompadas. Me sentí tan humillada que me quedé. Cocinaba y limpiaba. Quería trabajar en los pisos de mucama. Había enloquecido". Tres días después, sus amigos la rescataron.

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