EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Jesús, curador de la vida - Marcos 1,29-39

PBRO. MARIO RAMÓN TENTI

Los evangelios muestran a Jesús como alguien que ama la vida, que se acerca a los que sufren para sanarlos, para sanar los vínculos entre las personas, deteriorados por el pecado del egoísmo y de la idolatría del poder y el dinero. Jesús ha sido enviado por el Padre Dios para liberar de toda esclavitud; a Dios no le gusta que sus hijos sufran soledad, pobreza, abandono y enfermedad. Por eso, Jesús se presenta como el curador de la vida, su mirada de ternura, sus gestos con las manos para bendecir, curar y levantar al caído y sus palabras de misericordia expresan cuánto nos ama, y su anhelo de que la vida sea restablecida en todas sus dimensiones. En Cafarnaúm, ciudad a orillas del mar de Galilea, Jesús llega con Santiago y Juan a casa de Pedro y Andrés. La suegra de Pedro estaba enferma. Al enterarse, Jesús, se acercó a su lecho, la tomó de la mano y la hizo levantar. La fiebre cesó. La actitud de Jesús ante el enfermo es acercarse, va hacia él, lo toma de la mano y lo levanta. Gestos no sólo de curación física, sino también de su acción liberadora, que levanta al caído, al que sufre, y lo restablece en su dignidad. Este gesto de tomar de la mano, muestra la cercanía de Dios y la pasión de Jesús por la vida. Por donde pasa Jesús, la vida florece, la alegría se vuelve un canto ensordecedor y el servicio es muestra del amor donativo. Toda la ciudad se congrega ante la puerta de la casa de Simón. La fama de Jesús se extiende y acuden a él buscando ser sanados. A muchos cura para manifestar que la salvación se concreta mediante su poder sanador. El Reino está presente y actuante en la actividad de Jesús. Sin embargo, no alcanza con pedir la salud, todavía la comprensión de quién es Jesús y cuál es el sentido de su ministerio está velada a los hombres, por eso se da la orden de guardar silencio. ¿Acaso la actuación de Jesús no supone la experiencia de una religión “terapéutica”, es decir, una religión que sana, que devuelve la alegría, que goza de la vida humana, que impulsa al amor y al servicio del hermano? Tantos siglos de una religión “patológica”, basada en preceptos, en ritos vacíos, en el temor y la amenaza. Dios es amor y ama la vida, no puede querer el sufrimiento de sus hijos. Jesús cuando cura nos da libertad, desata aquellas ataduras que nos esclavizan y nos hacen infelices. Por eso, la gente lo sigue, disfruta de su presencia amorosa y sanante. Conclusión Cuántas son hoy las patologías que enferman a los hombres: deseo de poder ilimitado, ambición por atesorar dinero y bienes materiales, individualismo que impide descubrir el rostro de Dios en el hermano, la destrucción de la naturaleza, las ideologías cerradas y manipuladoras, los odios, guerras, divisiones. Los cristianos debemos sacudir la conciencia y el corazón de las personas y sociedades. Otro mundo es posible. Más humano, más fraterno, más solidario. Un mundo libre de todas las ataduras que menosprecian la dignidad de las personas, un mundo que experimente la cercanía de Dios, que se deje sanar por su presencia siempre amiga y curadora de la vida. Jesús nos muestra ese Dios, los cristianos debemos manifestarlo con nuestro comportamiento.
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