OPINIÓN

Pascua de Resurrección

Después de vivir el triduo pascual el Jueves Santo, que es el día de la entrega, la alegría, la caridad, y el servicio; el Viernes Santo se vivió la pasión y la muerte de Cristo; el Sábado Santo se vivió la esperanza que Jesús surgirá de la tumba. Hoy, domingo es la gloria de Dios. Es cuando Jesús vive. Es la alegría de todos los cristianos en el mundo. El prefacio de Pascua nos dice: “Cristo es el verdadero cordero que quita el pecado del mundo. Muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró nuestra vida. Todo es alegría, alabanzas, acción de gracias, porque Cristo recupera su esperanza, dignidad y grandeza. La vida triunfa definitivamente sobre la muerte. Entonces, todo lo que hemos vivido y hecho fue para llegar a esa Gloria de Dios. Jesús no está en la tumba. Él está vivo con nosotros y siempre. Para los católicos, esta fiesta es muy importante. Sin la resurrección de Cristo no podríamos hacer nada, ni celebrar. Por eso, es muy importante vivir con la fe cristiana. Sabemos todo lo que ha pasado, pero es importante hoy vivir como testigos de ese acontecimiento. Cuántas veces decimos que somos cristianos, pero eso no es solamente ir a una vigilia, o ir a la misa el domingo. Todos los domingos son de Pascua. Por eso la iglesia, con los consejos que dan es que podamos considerar este día. Cuántas veces vivimos con negligencias pensando que nuestra vida cristiana depende solamente cuando hay sufrimiento o problemas. Sin embargo hay que ir a la iglesia siempre, a dar gracias, dar la Gloria de Dios y reconocer que Cristo está vivo. Nosotros somos sus discípulos, somos testigos de lo que hemos oído, vivido y hemos hecho con la experiencia. El discípulo está llamado a dar testimonio de que su maestro está vivo. Ese testimonio tiene que darlo con la ayuda de la gracia de Dios y la fuerza del Espíritu Santo. Jesús nos ha dado esa oportunidad para que no nos quedemos en el espíritu de muerte, de dolor, de decepción, sino con un espíritu de esperanza. Esperanza que nosotros también podemos hacer resucitar nuestra vida con la gracia de Dios, y todo aquello que pensamos que no podemos levantar de la tumba, también podemos resucitar. Con la resurrección de Cristo, todos somos resucitados. Estamos en el camino para llegar a Él. El mundo espera que le comuniquemos la vida de la resurrección cada vez que ofrecemos esperanza en la prueba, que nos inclinamos para servir a otros, que consideremos que el amor es superior a los honores y a las pasiones. Cristo está vivo y esa es nuestra alegría. Cuántas veces comulgamos y después hacemos la señal de la cruz porque es un Cristo Glorioso. Es un Cristo vivo. Si creemos que Cristo ha resucitado, está vivo y ha vencido la muerte, entonces podremos vivir con convicción esta fe. Debemos también hacer resucitar a nuestros hermanos que hoy no saben qué hacer, cómo vivir, y piensan que ya se acerca la muerte. Pero la vida es más fuerte que la muerte y Jesús ha mostrado y nosotros debemos mostrar, sin excepción, en todos lados. Con su resurrección hay que superar todas las pruebas, dificultades. No hay un Domingo de Pascua sin pasión. Un viernes Santo sin vivir la esperanza y la Gloria de Dios y del ser humano. Entonces, hermanos, hermanas, pensemos que nosotros también estamos llamados a hablar de lo que hemos visto y oído. No tengamos miedo de hablar lo que han dicho los discípulos. Por eso debemos ser los discípulos de esa resurrección. Este domingo renovemos nuestras promesas, y la verdadera promesa es la bautismal, porque con el bautismo hemos muerto y hemos resucitado. Debemos dejarnos entrar este espíritu. Festejemos la Pascua si podemos ver al Hijo de Dios venciendo el pecado, envuelto en nosotros. Y destruyendo la muerte que nos consume. La resurrección es hoy, no mañana; ahora, no después. Cristo ya resucitó. ¡Felices Pascuas! y que nuestra Madre nos ayude en este camino no de esperanza, sino de vida en abundancia con Cristo, para siempre. Amén.
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