Las Islas Malvinas: entre el recuerdo y la esperanza
Por Eduardo Lazzari. Historiador.
La historia argentina
nos
enseña que
pocas causas
patrióticas
han tenido una unanimidad
como la vinculada con la posesión
de las Islas Malvinas. Este
tema ha atravesado todos los
tiempos de la historia, y sobre
todo regresa en la memoria con
los acontecimientos de 1982,
cuando la Argentina enfrentó a
Gran Bretaña en la única guerra
que nuestro país tuvo en el
siglo XX.
Y en estos días, los afectos y los recuerdos han
brotado debido al viaje que los familiares de los
noventa héroes identificados a treinta y seis años
del conflicto, que se encuentran sepultados en el
cementerio de Darwin, han realizado para colocar
en aquellas tumbas las lápidas con los nombres
de cada uno de ellos. Siempre la verdad calma las
almas y en este caso particular, también son respetables
los deseos de aquellos familiares que no
han participado de las tareas de identificación, que
prefieren que las tumbas de guerra permanezcan
como hasta ahora.
La historia de las islas Malvinas comienza
en los tiempos de las grandes exploraciones
navales, llevadas adelantes
por holandeses, ingleses, franceses y españoles.
El tratado de Tordesillas, de 1493, a
instancias del Papa, entre Portugal y España,
dejó las islas en manos del imperio
español. Sin embargo, la flota encabezada
por el marino francés Louis Antoine
de Bouganville, en 1764, significó el arribo
del primer ser humano a las islas, que vale
destacar no tienen población autóctona,
dejando el primer asentamiento. El archipiélago
fue llamado Malouines, en homenaje
al puerto de partida de la expedición,
Saint Maló. En 1790 John Strong al mando
de buques ingleses, al mando de designó al
canal que separa las dos islas mayores como
Falkland, en homenaje a un noble británico
que había financiado su viaje. Luego
este nombre será usado por Gran Bretaña
para llamar a todas las islas.
Muchas veces las islas cambiaron de
mando a raíz de tratados firmados en Europa
y así llega 1810. La pequeña guarnición
española, con motivo de las guerras
napoleónicas y los procesos revolucionarios
americanos, es trasladada a Montevideo,
quedando deshabitado el territorio.
Algunos documentos de los gobiernos surgidos
de la Revolución de Mayo aluden a
las Malvinas como un posible penal militar,
y recién en 1820, el gobierno de Buenos
Aires envía una fragata para tomar posesión
de las islas y designa al norteamericano
David Jewitt como comandante militar
y concesionario, sucedido luego por
Guillermo Mason y Pablo Areguati. El gran
cambio institucional se da en 1829, cuando
se crea la comandancia política y militar
de las islas Malvinas, nombrando a cargo
al alemán Luis Vernet, que se había afincado
en Buenos Aires primero, y luego en
las islas.
Vernet estableció la capital en Puerto
Luis, donde aún hoy se conserva su casa,
que ofició de gobernación y es el lugar
donde se instala con su esposa María Sáez,
y nace su hija Malvina el 5 de febrero de
1830, la primera argentina nacida en las islas
y la única que lo hizo durante la posesión
soberana de la Argentina. Vernet puso
en marcha un ambicioso proyecto de colonización
que quedó trunco hacia 1832
cuando las islas ya contaban con 300 habitantes,
un 10 % de la población de Santiago
del Estero en ese entonces. El capitán Robert
Fitz Roy fue uno de los expedicionarios
que recalaron en Puerto Luis y gozaron
de la hospitalidad de Vernet.
El testimonio del inglés es claro: “El gobernador
Luis Vernet me recibió con cordialidad.
Está muy bien informado y habla
varios idiomas. Su casa es larga y baja
de un solo piso y paredes muy gruesas
de piedra. Encontré allí una buena biblioteca
de obras españolas, alemanas e inglesas.
Durante la comida se sostuvo animada
conversación en la que tomaban
parte Mr. Vernet, su esposa, Mr. Brisbane
y otros; por la noche hubo música y baile.
En la habitación había un gran piano; la
señora de Vernet, una bonaerense, nos dejó
oír su excelente voz que sonaba un poco
extraña en las Falklands, donde solo esperábamos
encontrar algunos loberos”.