Tu fe te ha salvado

Por el padre Gilbert. Párroco de Ma. Auxiliadora.

Hoy quiero hablar de la fe que salva, la fe que sana, la fe que libera. En los evangelios, hay muchos textos que hablan de este tema. Y la fe mueve montañas, como dicen. Y dicen también ‘si tuvieras fe como un granito de mostaza’. Cuando creemos de corazón en su palabra, recibimos esa gracia de Dios y esa paz. También en Lucas 17 11-19, están todos los milagros que Dios ha hecho: los ciegos recobran vista; los cojos andan; los leprosos quedan limpios; los muertos resucitan. Hay que evitar todo los espectáculos que Dios no quiere. Cuántas veces queremos ver cosas extraordinarias. Jesús vino a traer la salvación, no le gusta el espectáculo, por eso habla de la discreción y de una manera sencilla, para que la gente no se confunda con magia, curanderismo y todas esas cosas que hay. El encuentro entre la persona que necesita y la fe del que pide, es muy importante, y la fe hace moverse hacia el encuentro con la persona que es Cristo. Entonces hay necesidad en el ser humano, por eso va al encuentro de ese Dios que nos ama. En muchos casos hay necesidad de acercar a Cristo, basta con tocar su manto cuando hay presencia de dolor. La señora que perdía sangre quería tocar el manto de Jesús para curarse. Hay cristianos, hoy y como siempre, también en la época de Jesús, que quieren ver milagros, lo que es extraordinario, excepcional. No han comprendido que la fe es lo que provoca el milagro. Cuando decimos que el milagro no cae del cielo, sino que sucede con la colaboración de la persona que lo pide, no al revés. Eso es lo que nos piden a nosotros hoy, una bendición nada más, y no es así. La presencia de Dios, el encuentro con Cristo, nos da la posibilidad a todos nosotros para que podamos recibir la gracia de Dios, es la obra de la gracia de Dios el resultado de lo que decimos milagro. También tenemos libertad, no debemos pensar que Dios nos obliga a ir, a estar o a movernos al encuentro con Él. Hay libertad, hay que elegir, hay que ir con confianza. En muchas de sus curaciones, Jesús dice siempre “tu fe te ha curado; tu fe te ha salvado, vete en paz”. Cristo no quiere quedar únicamente en la sanación ni tampoco en la liberación, quiere que la persona pueda vivir en paz, vivir con tranquilidad, y reconocer a través de esas curaciones y sanaciones, a través de la salvación, reconocer que Jesús es el Mesías. Cada milagro de Jesús proclama que es fuente de vida, de salud, de esperanza y liberación para todas las personas. El Señor siempre está cerca, no está lejos, está con nosotros, es nuestra alegría, no hay decepción, no hay preocupación mayor, hay que ir, nadie nos puede impedir acercarnos a Cristo. Él está en la puerta y quiere entrar para darnos a nosotros esa oportunidad. C risto Jesús vino para todos, y en especial para los que sufren. “Vengan a mí los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré” (Mateo 11-28). Después de recibir la gracia de Dios, de ver los frutos de la obra de esa gracia de Dios, no debemos quedar sin agradecer; no hacer como los leprosos que han recibido la sanación y han olvidado. Y cuántas veces olvidamos hoy que Dios ha obrado en nuestro favor. Hoy vamos a acercarnos más a ese Jesús para aliviarnos; para que nos dé lo que necesitamos, por nuestras vidas, y no solo para aumentar nuestra fe, sino para actuar con fe, para ir a Él con fe y con confianza. El salmo 46 nos da la oportunidad de ver cómo son las cosas. Ese salmo nos da la posibilidad de agradecer y de vivir con confianza. Dios es nuestro refugio y fortaleza, el socorro siempre a mano en momentos de angustia, por eso, si hay temblor temeremos o si al fondo del mar caen los montes, el Señor está con nosotros, es nuestro baluarte, el Dios de Jacob. El Señor está con nosotros y siempre está a nuestro favor, lo que quiere decir que está para darnos la fuerza y esa gracia. El Señor nos ayuda siempre para que podamos decir “si” y cumplir su voluntad, como ha hecho nuestra Madre. Siempre que nosotros nos acercamos sin prejuicios o sin dudas o sin preguntas, realmente Jesús va a sanarme, Jesús va a liberarme, va a escuchar mi oración. Cristo nos ayuda a todos para que en todos lados, en todos momentos, en todas circunstancias, en toda situación, no perdamos la fe. “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. Amén.
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