OPINA SANTIAGO

Hablamos de tartamudez

Por la Lic. Claudia Moreno Thillois.

La tartamudez es conocida por todos como repeticiones, prolongaciones o bloqueos. Pero estos comportamientos sólo son la parte visible. En realidad, existen otros comportamientos originados a partir de convivir con el problema: el miedo, ansiedad, vergüenza, evitación, frustración, tristeza, etc.

Tradicionalmente se pensaba que los niños más pequeños no presentaban estos comportamientos pues, se “creía” que no tenían “conciencia” de su tartamudez. Hoy sabemos que esto no es así.

“Es normal a esta edad que tartamudee”, “Espera, se le pasará”, “no hagas nada que se va a dar cuenta”, “todavía no es consciente, no le lleves al fonoaudiólogo”, “eso es porque es muy nervioso”, “es porque nació el hermanito”, etc, etc.

Estos y muchos más consejos, son los que a diario, nos cuentan los padres que reciben de pediatras, maestros, familiares, vecinos… Lo que lleva a retrasar las consultas y en tartamudez, los especialistas tenemos una premisa: “Cuanto antes, mejor”… y esto que significa? Que cuanto más tempranamente se deriva a un profesional especializado, para realizar una evaluación diagnóstica adecuada, es mejor para ese niño. Así no se instalarán los comportamientos mencionados, que complejizan la dificultad.

Prevenir que se instale la tartamudez en un niño pequeño que comienza a tener difluencias, es posible. Y nuestra responsabilidad como especialistas es informar a las familias, docentes, médicos, y la sociedad sobre las características, tratamientos y lo más actualizado en investigación de esta particular condición del habla que afecta al 1% de la población mundial, con una relación de 4 varones por 1 mujer, e inicia entre los 2 y 4 años.

El rol de la escuela es fundamental. Para que el niño con tartamudez se sienta cómodo y seguro dentro de ese ámbito, es importante que los maestros conozcan y comprendan esta dificultad. El pediatra es en quién más confían los padres. Su palabra y consejo es respetada, por lo tanto es un aliado valioso para la detección precoz y la derivación adecuada a los especialistas La tartamudez es la alteración del lenguaje más común en la edad pediátrica y la que más desconcierto y dudas genera en los padres.

La tartamudez es un trastorno del habla que se caracteriza por frecuentes repeticiones o prolongaciones de sonidos, sílabas y palabras. El individuo sabe lo que quiere decir, pero el discurso queda interrumpido de manera involuntaria, lo que puede generar: estrés, inseguridades o baja autoestima. El tartamudeo tiene un componente neurológico y puede haber una predisposición genética. Pero, el desarrollo de esta alteración del habla no depende de factores psicológicos o externos, como las experiencias vitales o el entorno familiar.

“Hasta un 50% de los niños que desarrollan tartamudez tienen antecedentes familiares de primer, segundo y tercer grado, por lo que el riesgo de ser un tartamudeo persistente aumenta si el niño/a tiene predisposición genética. El trabajo conjunto y coordinado de fonoaudiólogos especializados, pediatras y docentes, unido al esfuerzo del entorno familiar y social es importante para ayudar al niño/a con tartamudez La detección temprana de la tartamudez en un niño pequeño es vital para su futuro, ya que contribuye a criar no un niño perfecto, sino un niño sano que será un adulto feliz.

Mitos y verdades sobre la tartamudez

Los mitos que han rodeado a las personas con tartamudez contribuyen a la desinformación. Por ello, conviene saber que:

a - No hay dos formas de tartamudez iguales.

b - El tartamudeo no es constante. Es variable, porque hay momentos en lo que no se manifiesta.

c - No se produce por la ansiedad. Puede ser una consecuencia, pero nunca una causa de la tartamudez.

d - Comentarios como: cálmate, respira antes de hablar contribuyen a que los niño/as con tartamudez se bloqueen, porque se sienten cuestionados y presionados.

e - La tartamudez no es una enfermedad, sino una alteración del habla.

f - Cuando se detecta tartamudez en el niño, sobre todo si va acompañado de señales físicas, como tensión en la mandíbula y el cuerpo, conviene intervenir cuanto antes para evitar que aparezcan conductas como la ansiedad o la evitación de situaciones en las que haya que hablar en público.

g - El niño/a no tartamudea para llamar la atención, nunca. Tampoco lo desarrolla por imitación.

h - Unos padres exigentes no provocan la tartamudez en sus hijos. No obstante, los progenitores influyen de manera positiva si interactúan de manera adecuada con ellos.

Forma adecuada de actuar con los niños con tartamudez

¿De qué manera se debe actuar con los niños que presentan tartamudez? Siguiendo sencillas pautas.... Dándoles el tiempo que necesitan los niños con tartamudez para expresarse.

Tenerles paciencia, escucharlos y no interrumpirlos ni acabar sus frases cuando se presentan bloqueos con las palabras.

Dar importancia a lo que dice y no a cómo lo dice, con frases como: Qué interesante lo que cuentas. Evitar burlas, en todos los ámbitos en los que se relacione el niño. La tartamudez ha sido tratada de manera peyorativa en la sociedad, lo que no contribuye al bienestar y autoestima de estas personas.

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