PELIGRO

Alertan sobre riesgos del mal rendimiento de calefactores

Con la llegada de los días muy fríos, se utilizan diversos modos para calentar los ambientes. Hay que tener mucho cuidado.

A esta altura del año, con la temperatura en franco descenso y la consiguiente necesidad de calefaccionar nuestros hogares, es imprescindible tomar conocimiento de las precauciones necesarias para prevenir intoxicaciones debidas a la inhalación de monóxido de carbono. La exposición a concentraciones elevadas de monóxido de carbono puede resultar mortal en períodos sumamente breves, lo cual se verifica en cientos de hogares, año tras año en todo el país.

El monóxido de carbono se origina a partir de la combustión incompleta de elementos como el gas natural, la madera, el carbón o el querosén. Su propagación dentro de los ambientes que habitamos suele producirse como consecuencia del mal estado de los artefactos utilizados para calefaccionarnos, de su ubicación en lugares inadecuados, o a causa de una incorrecta ventilación de los mismos. El monóxido de carbono es un gas inodoro, incoloro e insípido, que no produce irritación ocular ni tos, por lo que su presencia suele pasar inadvertida. De ahí su altísima peligrosidad.

Si no se lo hizo ya, antes de volver a encender los artefactos que permanecieron en desuso desde la última temporada invernal se debe efectuar, como primera medida, un control riguroso sobre los mismos a través de un gasista matriculado. Esto vale para todo tipo de estufas, tanto catalíticas como pantallas infrarrojas, así como para las salidas al exterior de los calefones, termotanques y calefactores de tiro balanceado, los cuales tienen que ser revisados al menos una vez al año.

Debe evitarse el uso de salamandras y de braseros o estufas a querosén. De no ser posible, los mismos deben ser utilizados únicamente durante el día para luego ser apagados y retirados del ambiente antes de dormir, ya que pueden seguir liberando monóxido de carbono aún luego de haber sido puestos fuera de funcionamiento.

Los ambientes deben mantenerse permanentemente ventilados. Un espacio para que el aire circule y se renueve suele ser suficiente para evitar un desenlace fatal en caso de emanaciones tóxicas.

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