EL EVANGELIO DEL DOMINGO

La cruz de jesús es y será un escándalo - Marcos 8, 27-35

PBRO. MARIO RAMÓN TENTI

Acompañado por sus discípulos, Jesús partió de Betsaida hacia el norte, a la ciudad de Cesarea de Filipo, ubicada al pie del monte Hermón, en el nacimiento del río Jordán. Para Marcos, este punto alejado de Jerusalén, es propicio para plantear la cuestión del camino hacia la pasión y del seguimiento de Jesús. En este contexto, la pregunta acerca de la opinión del pueblo sobre Jesús: “Quién dicen los hombres que soy yo”, sirve de contraste para la confesión de Pedro. Después de escuchar lo que la gente decía acerca de la identidad de Jesús, Pedro como portavoz del grupo responde: “Tú eres el Cristo”, es decir, el Mesías esperado por el pueblo de Israel. Qué tipo de Mesías es Jesús será develado posteriormente, cuando haya pasado por la Cruz. Por eso les ordena guardar silencio, porque el misterio de su mesianidad se develará y encontrará su sentido en la Cruz. Después de la confesión de Pedro, Jesús comienza a enseñarles que debía sufrir, ser rechazado, condenado a muerte y resucitar. El “padecer mucho” resume los sufrimientos que Jesús, el Hijo del Hombre, experimentará en su vida terrena. Jesús es presentado como el Justo que sufre en manos de los poderosos del pueblo. Pero su sufrimiento y muerte serán vencidos por el poder del Hijo del Hombre que resucitará. Pedro, que antes había confesado a Jesús como Cristo, ahora se revela ante el anuncio de la pasión y lo reprende al maestro. La idea de la pasión le produce rechazo y no está dispuesto a aceptarla. Jesús, consciente de la meta hacia la que camina, se vuelve a Pedro y a sus discípulos y le dice: “apártate de mí, Satanás, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino de los hombres”. Pedro es llamado Satanás porque su objeción pretende tentar a Jesús para que abandone su camino. No cabe duda, que la amenaza más peligrosa para los discípulos y la comunidad es el rechazo del Crucificado. Conclusión Después del anuncio de la pasión del Hijo del Hombre, se puede expresar con claridad lo que significa ser discípulo; se necesitan dos condiciones: negarse y renunciar a sí mismo para poner la existencia de discípulo por encima de los propios deseos y planes, y estar disponible a cargar con la Cruz, es decir, estar dispuesto a sufrir y a morir por causa del seguimiento. Ahora, la salvación de la vida depende de la unión con Jesús en el seguimiento hacia la pasión: “el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. La Cruz es y será un escándalo para los creyentes, no siempre los cristianos estamos dispuestos a aceptar al “crucificado”, es más fácil creer en el Cristo glorioso. Pero una Iglesia que rechaza la cruz y al crucificado, tendrá la tentación de constituirse en un poder terrenal, aliado de otros poderes de la tierra. Por eso, para seguir a Jesús es necesario aceptar la Cruz que significa en primer lugar solidarizarse con los crucificados del mundo, con aquellos que sufren la exclusión, el abandono y el olvido. Como Cristo, al lado de los crucificados, ayudándoles a cargar la cruz y anunciando un nuevo mundo donde no haya excluidos y todos puedan gozar de los bienes de la vida.
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