ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA

Lola Mora, la escultora de la patria

Por Eduardo Lazzari / Hostoriador

L a historia de la pintura, de la escultura y de la arquitectura registra desde la antigüedad hasta los tiempos modernos, una escasísima cantidad de mujeres que se dedicaron a las artes plásticas.

El arribo de la edad contemporánea, luego de la Revolución Francesa de 1789, fue la apertura de los espacios artísticos a la mujer, pero no sin dificultades. Y en nuestra historia nacional hay una mujer que marca un antes y un después. Se trata de Dolores Mora de la Vega, una joven pintora a la que un maestro descubrió escultora y se convirtió en una de la más grandes artistas de América y cuyas obras embellecen ciudades a ambos lados del Atlántico.Por eso hoy recorreremos la vida de Lola Mora

Su familia, su nacimiento y la polémica sobre su sitio natal Dolores Candelaria Mora de la Vega nace el 17 de noviembre de 1866, en el hogar formado por el tucumano Romualdo Alejandro Mora y la salteña Regina Vega, en tiempos de la guerra contra el Paraguay, durante la presidencia de Bartolomé Mitre. Lola fue la tercera entre siete hermanos y sus padres, que se casaron en la iglesia San Joaquín de las Trancas, vivieron once años en el pueblo salteño de El Tala, aunque sus hijos fueron bautizados en el paraje tucumano. Durante años las provincias norteñas se disputaron la filiación de Lola Mora.

Finalmente investigaciones históricas pudieron determinar el lugar exacto del nacimiento, que quedó ubicado en la provincia de Salta, en un pueblo al que se accede con facilidad desde el Tucumán. Sin embargo, se debe considerar que la escultora siempre se sintió y vivió como tucumana, por lo que es adecuado respetar su decisión. Lo mismo nos ocurre con aquellos patriotas como Guillermo Brown (irlandés) o Domingo Matheu (catalán), entre muchos otras, que a pesar de su lugar de nacimiento, vivieron y se sintieron argentinos para siempre

VIDA Y ESTUDIOS EN ARGENTINA

A los siete años comienza a asistir regularmente a la escuela, donde manifiesta su interés por las artes plásticas. En 1885 mueren sus padres, con dos días de diferencia. Dos años más tarde se produce el encuentro que cambiará la vida de Lola y la proyección del arte argentino. Llega a San Miguel del Tucumán el pintor italiano Santiago Falcucci, con quien Lola comienza a tomar clases de pintura y dibujo.

Con Falcucci se introduce en el neoclasicismo y el romanticismo italiano, dos características que acompañarán toda su obra a lo largo de su vida. Su condición de excelente retratista la vincula con la aristocracia tucumana, que le encarga pinturas para la posteridad. De esta manera nace su relación con los círculos de poder político y económico de su provincia, que luego prolongará en Buenos Aires y en Europa.

El gobernador de Tucumán le encarga una serie de retratos de todos los gobernadores provinciales desde la sanción de la Constitución Nacional de 1853, trabajo que realiza durante 1894, recibiendo honorarios por cinco mil pesos y extraordinarias críticas por las veinte carbonillas, que hoy se encuentran expuestas en el Museo Histórico Provincial.

Era una celebridad en la provincia y en 1895 viaja a Buenos Aires para gestionar una beca para perfeccionarse en Europa, cosa que logra del gobierno de José Evaristo Uriburu, el primer presidente salteño de la historia.


LOLA MORA EN TODA SU BELLEZA


MONUMENTO A NICOLÁS AVELLANEDA


BELGRANO Y LA JURA DE LA BANDERA.

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