Santo Evangelio según San Lucas (11,27-28)
En aquel tiempo,
mientras Jesús hablaba
a la gente, una mujer de entre
el gentío levantó la voz,
diciendo: “Dichoso el vientre
que te llevó y los pechos
que te criaron”.
Pero él repuso: “Mejor,
dichosos los que escuchan
la palabra de Dios y la cumplen”.
Comentario
En esta fiesta de Nuestra
Señora del Pilar en la
que homenajeamos a la Madre
de Jesús la liturgia nos
regala este texto evangélico
en el que Jesús homenajea
a su madre dando relieve al
vínculo de la fe frente al vínculo
de la carne y la sangre.
Y es que esta idea racial
había sido para Israel una
permanente raíz de malentendidos.
Se vinculaba tanto
la salvación con el hecho
de pertenecer al pueblo elegido,
que se caía en un nacionalismo
religioso excluyente.
Jesús anuncia un
Dios para todos, sin exclusiones,
al que se llega desde
la fe, no reivindicando el
“pedigree” religioso.
El evangelio de Juan -en
especial el episodio de la
samaritana-, es prototípico
al respecto. Nosotros
también podemos caer en
ese riesgo. “Al cielo iremos
los de siempre”, decía una
chiste del humorista Mingote,
ironizando sobre esa
actitud del creyente tradicional
que se fía más de la
herencia recibida y las costumbres
adquiridas que de
la auténtica respuesta personal.
Dios no es una “póliza de
seguros” que se pueda conseguir
a cambio de cumplir
cier tos ritos o mantener
ciertas conductas.
Quien se acerca a Dios
así corre el riesgo de manipular
hasta lo más sagrado
en beneficio propio. Y puede
ser que tenga todos los
papeles en regla, pero lo
más probable es que Dios le
diga: ‘No te conozco’. Pues
lo que son medios para el
encuentro con Dios los ha
convertido en arneses y correas
para sentirse seguro.
Y lo que son vías para recibir
la justicia salvadora los
han transformado en sistemas
para sentirse justo, para
autojustificarse.
Este fue el conflicto religioso
de fondo con los fariseos:
El pasaje del fariseo
y el publicano cuando oran
en el templo nos indica por
donde van las preferencias
de Dios.
Por tanto, universalismo
sin exclusiones, apertura,
humildad de corazón, sentirse
herederos de un don
gratuito.