EL EVANGELIO DEL DOMINGO

No hay otro mandamiento que el amor

Mc 12, 28-34.

No caben dudas de que este diálogo entre el maestro de la Ley y Jesús más que remontarse al Jesús histórico, manifiesta una situación de la comunidad de Marcos. Dicha comunidad estaba integrada por cristianos venidos del paganismo, en su mayoría, que convivían con otros de procedencia judía. En el seno de la comunidad, podrían coexistir dos modelos de Iglesia: uno, de procedencia judía, con pretensiones de fundamentar la práctica comunitaria sobre la base de preceptos, diríamos más legalista y otro, de procedencia helénica, que entendía que la comunidad a partir de la Resurrección de Jesús, debía estar más liberada de tantos preceptos y centrarse en los más importantes: el amor a Dios y al prójimo. La comunidad reconoce su procedencia del Judaísmo, pero a la vez, está abierta a la novedad del Reino que anunció e instauró Jesús. El Escriba pregunta a Jesús cuál es el primero de todos los mandamientos, no sólo los de la Tabla de la Ley sino que incluye a los 613 preceptos del AT. La respuesta de Jesús combina dos citas del AT (Dt 6, 4-5 y Lv 19, 8) que hablan del amor a Dios con todo el ser y el amor al prójimo. Ambos preceptos son signos que distinguen el ministerio de Jesús. Su actitud orante, el discernimiento y obediencia a la voluntad del Padre y la compasión solidaria con los pobres, manifiestan su condición filial única y original y el espíritu de fraternidad que sana e incluye a los últimos de la sociedad. Jesús, lejos de reproducir un modelo de religión monoteísta rígido y discriminatorio, fundado en prescripciones legales, nos enseña que la verdadera religión se basa en el amor filial a Dios, que es Padre de todos, y en el amor al prójimo, que según el texto de Lc 10, 25-37 significa auxiliar y solidarizarse con los caídos en el camino de la vida, aunque no pertenezcan a nuestro círculo. Poner en práctica, vivir estos dos mandamientos es mucho más importante que participar de prácticas culturales, que muchas veces nada tienen que ver con el seguimiento de Jesús.

Conclusión

El evangelista Juan nos dice que Dios es amor y que el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Éste es el mejor programa para la comunidad de discípulos: amar hasta dar la vida. Y como, según San Pablo, el amor no pasará jamás, es decir, es eterno, cuando amamos, sirviendo a los hermanos, estamos introduciendo en el tiempo, algo de eternidad, en la tierra algo de cielo. Sólo el amor nos permite salir de la auto referencialidad para experimentar en los demás la misericordia de Dios, sanando, alentando a los tristes, levantando a los caídos, perdonando, haciendo de este mundo un hogar de amor y comunión para todos.

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