ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA

Francisco Muñiz, el fundador de las ciencias argentinas

Por Eduardo Lazzari. Historiador.

PRIMEROS AÑOS

Francisco Javier Thomas de la Concepción Muñiz Frutos nació en los alrededores de la iglesia parroquial de San Isidro Labrador del Monte Grande, a unos veinte kilómetros al norte de Buenos Aires, la capital del Virreynato del Río de la Plata, el 21 de diciembre de 1795, en la familia formada por Alberto José Muñiz y Bernardina Frutos. El solar de la casa natal de Francisco está hoy ocupado por el obispado de San Isidro. Cuando el único hijo del matrimonio llega a la edad escolar, deciden trasladarse a Buenos Aires para que Francisco pudiera tener una educación adecuada a los deseos paternos. La vida de los porteños iba a cambiar bruscamente en junio de 1806, cuando Francisco contaba con tan sólo diez años, al producirse la invasión de la ciudad por parte del ejército británico conducido por el general William Beresford, llegado a las orillas americanas por la flota comandada por el almirante Home Riggs Popham. La escasa resistencia a los invasores, provocada por la lábil autoridad del virrey Rafael de Sobremonte, hizo posible la asunción de Beresford como gobernador de Buenos Aires el 26 de junio. La indignación que causó el mal desempeño del virrey no fue multitudinaria hasta que los británicos decidieron prohibir algunos actos religiosos y fue entonces que Francisco Muñiz combate como civil, teniendo su bautismo de fuego durante la reconquista de la ciudad, que culminó el 12 de agosto, con la rendición de los británicos. Al año siguiente se enrola en el Regimiento de Andaluces, participando de la defensa de Buenos Aires, donde resulta herido en una pierna.

LOS AÑOS DE LA INDEPENDENCIA Y DE LA GUERRA CONTRA EL BRASIL

Su compromiso con la causa patriótica se incrementa luego de la Revolución del 25 de mayo de 1810, y para 1812 forma parte de la Sociedad Literaria, que de la mano de José León Banegas, pronuncia un manifiesto que pide la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1814 se funda el Instituto Médico Militar, cuyo director es uno de los fundadores de la medicina argentina, Cosme Argerich, y Muñiz se cuenta entre los primeros alumnos. No descuida su formación humanística y comienza el estudio de la teología en el Colegio de San Carlos hacia 1818. Fue médico en 1822, cuando el Instituto ya formaba parte de la recién creada Universidad de Buenos Aires. Se doctorará recién el 17 de setiembre de 1844. A pesar de que los registros lo ubican en Carmen de Patagones, no hay constancia de que haya estado allí, y en 1825 fue nombrado cirujano de campaña en el fortín de San Juan Bautista de Chascomús, a orillas de la laguna homónima. Allí conoce al coronel Juan Lavalle, de quien será perenne amigo, y participa de los combates de Sauce Grande y Toldos Viejos, contra los indios, abandonando su cargo una vez que fueron evacuados los últimos soldados heridos. En esos parajes pamperos comenzó a recolectar fósiles que se encontraban en las orillas de las lagunas e inició su colección paleontológica, que contó inmediatamente con el esqueleto completo de un gliptodonte. El estallido de la guerra contra el imperio del Brasil lo encuentra en Buenos Aires y es enrolado en el ejército nacional al mando del general Carlos de Alvear. Durante la campaña que lo lleva a las afueras de Porto Alegre, le toca curar la herida de su amigo Juan Lavalle y su trabajo es destacado por el jefe de estado mayor, general Lucio N. Mansilla, valiéndole sus primeras condecoraciones militares: los cordones de Ituzaingó. Pide desde los campos de batalla la cátedra de Partos, y el último acto administrativo de Bernardino Rivadavia como presidente es nombrarlo allí. Pero el gobernador Dorrego anula la disposición apenas asume en Buenos Aires.

LAS GUERRAS CIVILES Y LA ORGANIZACIÓN NACIONAL

El 30 de setiembre de 1828 se casa con Ramona Bastarte Román, con quien tendrá nueve hijos. La nueva familia se instala en la villa de Luján, donde vivirá dos décadas. Allí ejerce la medicina, siendo un vacunador notable, logrando prácticamente la desaparición de la viruela. Charles Darwin recorre el territorio argentino en un viaje legendario, llegando a Luján en 1833. No llega a conocer a Muñiz, pero desde su retorno a Inglaterra mantendrá una profusa correspondencia, sobre todo para conocer el gran descubrimiento del argentino sobre la vaca ñata, que el inglés usará para confirmar la teoría de la evolución. Muñiz es citado en el libro “El origen de las especies” por el propio Darwin. En 1836 combate eficazmente un brote de escarlatina, y en 1837 Rosas lo nombra médico de policía, con la tarea de controlar el curanderismo y la salud animal, además de la humana. Es impresionante saber que cuando el bloqueo impuesto al puerto de Buenos Aires por franceses e ingleses impidió la llegada de vacunas desde Europa, Muñiz trasladó a su hijita de pocos meses a la capital para inocular su linfa como vacuna a toda la población. Esa niña morirá al poco tiempo víctima de una infección incontrolable. En Luján siguió explorando los cursos de agua, donde los fósiles eran incontables. En 1841 dona (aunque algunos autores sugieren que le fue requisada) su colección de fósiles al gobernador Rosas, quien la obsequia a un almirante francés que la lleva a París. En 1844 descubre el tigre “dientes de sable”, al que bautiza “muñifelis bonaerensis” y hoy es conocido como esmilodonte. Descubrió también esqueletos fósiles de megaterio. En esos años produjo una enorme cantidad de trabajos científicos, que a veces fueron publicados en periódicos no especializados, y por eso sus descubrimientos no trascendieron. Es formidable su obra “Apuntes topográficos del centro de la provincia de Buenos Aires” y un trabajo que publicó en partes sobre el ñandú. Fue el primer paleo- botánico del país, habiendo descripto un tronco fósil que encontró semienterrado en las orillas del río Luján. Participó como médico militar en el ejército porteño durante la batalla de Caseros. Una vez caído Rosas, de quien fue médico personal, decidió participar activamente de la política porteña y fue diputado provincial en 1853, senador provincial en 1854, y llegó al decanato de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, desde 1858 hasta 1862. En 1854 es miembro del Comité Fundador del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires. Llega a ser diputado nacional en 1861 y luego senador nacional. En 1859 fue cirujano durante la batalla de Cepeda.

LA GUERRA CONTRA EL PARAGUAY Y LAS EPIDEMIAS

Desde 1865 fue el cirujano jefe del ejército aliado durante la Guerra de la Triple Alianza, contra el Paraguay. Permanece en el frente de batalla, donde no podrá evitar la muerte de uno de sus hijos y abandona Corrientes cuando muere su esposa, que lo acompañó siempre, en 1868. Ya retirado de toda actividad profesional y pública, la epidemia de fiebre amarilla que se desata en Buenos Aires en 1871, lo regresa al ruedo de la medicina. Recluye a varios enfermos en su casa quinta de Morón, al oeste de Buenos Aires, y contrae allí la fatal enfermedad, muriendo el 8 de abril, a los 75 años. Ese día fue el de mayor cantidad de muertos en la epidemia: más de seiscientos.

HOMENAJES Y OBRAS

Debido a la emergencia sanitaria se habían prohibido los entierros de víctimas de la epidemia en los cementerios del Norte y del Sur de Buenos Aires. Sin embargo se autorizó la sepultura de Francisco Muñiz en la Recoleta. Su mausoleo es una obra maestra del escultor italiano Ettore Ximenes, el mismo del mausoleo de Manuel Belgrano y del busto de la República que se encuentra en la Casa Rosada, en el Salón Blanco. El monumento funerario muestra a una mujer que es a la vez alegoría de la patria y de la medicina, sentada en la base de una pirámide trunca, coronada por el busto de Muñiz, que muestra en cada lado escenas de la vida del prócer: su lucha contra los ingleses, su participación en la batalla de Cepeda, su acción durante la epidemia que lo llevó a la muerte y un encuentro ficticio frente al esqueleto del megaterio entre él mismo, Darwin y Mitre, hablando de “huesitos”, tal como le indicó al joven Francisco P. Moreno, el perito, que había que llamar a los fósiles. La apasionante biografía de Muñiz ha sido escrita por Domingo Faustino Sarmiento, Florentino Ameghino, Bartolomé Mitre, Alberto Palcos, José Batini y Félix Outes, lo que muestra lo gigantesco de su figura histórica. Han sido bautizados con su nombre el hospital de enfermedades infecto-contagiosas de Buenos Aires, una estación de ferrocarril en el noroeste del conurbano bonaerense, decenas de calles en todo el país y en los congresos de historia de la ciencia argentina se lo presenta como el gran pionero del país.

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