OPINIÓN

Fiesta de María Antonia de Paz y Figueroa, Mama Antula, 2019

Por el Mons. Vicente Bokalic CM. Obispo de Santiago del Estero.

Hermanos y amigos de la Diócesis: Hace mes y medio comenzamos a transitar un Año Nuevo en nuestras vidas, junto a nuestras familias y comunidades. Agradecemos el don de la Vida, con sus momentos de luz, alegría y belleza y también con sus sorpresas, dificultades, dolores y sufrimientos.

Nada es ajeno a la Providencia de Dios que guía misteriosamente nuestro caminar. Ruego que podamos ver y experimentar el paso del Señor en nuestra existencia. Confío plenamente que Jesús está presente, sigue actuando en la historia -a veces muy difícil, dolorosa y compleja- de nuestras vidas y la vida de los pueblos. Ante esto corremos el riesgo que oscurezca la esperanza y la alegría de ser discípulos-misioneros del Señor de la Vida y de la Historia.

Cuando suceden situaciones que desestabilizan, preocupan y a veces angustian, me acuerdo mucho más de nuestra Beata Santiagueña: la Mama Antula ¡Cuántos momentos y tiempos prolongados de aridez, de desconcierto, de soledad e incomprensión, de debilidad tuvo que vivir esta” mujer fuerte” como le gusta llamarle el Papa Francisco! Pero esta mujer laica y consagrada no “bajó la guardia”. Perseveró en la oración y en la búsqueda de la voluntad de Dios. En su poquedad y pobreza se refugió en el Señor. En ella se dio lo que nos describe San Pablo sobre las Primeras Comunidades cristianas: “Tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados, no hay entre nosotros muchos sabios …ni poderosos ni los nobles. …Dios eligió lo que el mundo tiene por necio… que tiene por débil…lo que es vil y despreciable para aniquilar lo que vale…” 1Co 1, 26-28.

Hermosa lección de nuestra Beata, que siguiendo los caminos y enseñanzas de Jesús: pasó mucho tiempo en oración, en el silencio del monte, en lugares inhóspitos y agresivos, en medio de mucha incomprensión de miembros de la Iglesia jerárquica y de autoridades civiles. Pero fue “fuerte y perseverante”. La experiencia del amor de Jesús y su corazón con profundas entrañas de misericordia a su Pueblo, le dio cauces nuevos y descubrió un nuevo llamado y misión para su vida. Así fue desplegando esta maravillosa obra evangelizadora y misionera en el Santiago del siglo XVIII (1730-1799) y en muchos lugares de nuestra Patria, cuando ésta aún no era independiente y soberana. Su accionar iluminó a hombres y mujeres para que trasmitan a la sociedad los valores del Evangelio. No olvidemos que muchos hombres de incipientes ideales de libertad y soberanía nacional han pasado por los Ejercicios Espirituales que promovía y animaba la Mama Antula. Hoy es reconocida como “madre espiritual” del Santo Cura Brochero que también desplegó una inmensa obra de Evangelización integral en el pobre oeste de Córdoba.

Mama Antula y el Cura Brochero… dos faros que iluminan, inspiran y acompañan nuestra misión en tiempos difíciles…como los que vivieron ellos. Constantemente debemos preguntarnos mirando sus vida: ¿Como asumieron, enfrentaron, trabajaron con fervor y pasión por el Reino de Jesús hasta el final de sus vidas? Ciertamente que su unión con Jesús, en la oración, en el servicio cotidiano, en la Eucaristía, en la comunión con sus agentes les dieron fuerzas y renovada pasión para entregarse, hasta el final por la Causa del Reino.

Con la beatificación de esta Mujer, “casi desconocida” aún por nosotros, los santiagueños, el Dios Providente nos da una señal clarísima de su presencia y acción salvadora entre nosotros. Fue un verdadero Regalo del Señor. Hemos tenido la oportunidad de empezar a conocer, y continuamos en el camino de amar e imitar a esta virtuosa Mujer Santiagueña. Hoy su vida, su obra, su peregrinar misionero, su amor a Jesús, su compasión activa hacia los pobres de su tiempo, su amor a la Iglesia, son alguna de las características de su vida consagrada a evangelizar por medio de los Ejercicios.

Mama Antula afrontó con total confianza en la Providencia Divina cada circunstancia de la vida, especialmente en los momentos de prueba. Ella decía: “Se me proponen varios impedimentos: el mundo está un poco alterado; los superiores no muy flexibles; los vecinos vacilando sobre mi misión; otros la reputan de fatua; en suma, cooperan a ellos rumores frívolos; empero la Providencia del Señor hará llanos los caminos, que a primera vista parecen insuperables”.

En el inicio del año Pastoral, no puedo olvidar un acontecimiento de gracia que viviremos en nuestra Patria y Región: la beatificación de los 4 mártires riojanos. Mons. Angelelli, los PP. Carlos y Gabriel y el laico Wenceslao Pedernera. Testigos de la Fe que regaron con su sangre nuestra bendita tierra y ciertamente son “semilla de cristianos” y de comunidades servidoras del Evangelio de la Vida, de la Verdad, la Justicia, la Paz y Reconciliación. Vivieron tiempos oscuros de nuestra Patria: arreciaba la violencia en muchos ámbitos de la sociedad –muchas veces amparada y promovida desde el Estado- injusticias, atropello a los derechos humanos, crecimiento de la pobreza y marginación de nuestro pueblo, en especial del Interior, miedos, angustias y muchas muertes. Pero ellos en horas tan oscuras se aferraron al Evangelio de Jesús y lo predicaron con palabras y gestos y compromisos hasta el final de sus vidas. Ser reconocido Beato es confirmar ese camino de santidad al que estamos llamados todos los Bautizados. Alegría, bendición y la seguridad que “los que ya llegaron a la meta nos acompañan con ruegos, intercesión y ejemplo. Son los Hermanos mayores en nuestro Camino. A renovar la Esperanza: no estamos solos en nuestra Vocación.

La memoria viva de estos testigos de la fe, de tiempos difíciles y de grandes pruebas, nos animan y nos inspiran en nuestro camino y en nuestra vocación de Discípulos Misioneros. El conocimiento de ellos despierta en nosotros agradecimiento, admiración, piedad y una oportunidad de renovar con nuevas fuerzas nuestro compromiso por una Iglesia más evangélica, pobre, servidora, salidora hacia las periferias de nuestras comunidades y ciudades.

Por este motivo, les animo que todas las comunidades parroquiales, capillas, comunidades eclesiales, colegios, grupos y movimientos de la diócesis recemos la novena a la Mama Antula. Su fiesta es el 7 de marzo. La celebración grande en la Diócesis será en Silipica el domingo 10 de marzo.

Sabemos que no podrán ir todos a Silipica, pero cada comunidad prepare y celebre la Novena y Fiesta en sus lugares. Celebremos a Mama Antula!! Porque la Mama… la Mama acoge siempre, disimula todo, comprende, la Mama sufre, duele, ama. Porque la Mama está, y lleva en el corazón la historia de vida de cada uno de sus hijos; por eso la Mama sabe mirar y descubre en los ojos de sus hijos sus dolores, en el silencio percibe, siente… pone su hombro, da su vida una y mil veces. La Mama abraza con la mirada, abraza con su voz a la distancia porque la Mama…la Mama es eso, brazos que abrazan hasta el fin de sus días….

Por último, querida Diócesis, ruego que tengan una intención especial para los días de la Novena: la pronta canonización de nuestra Mama Antula, María Antonia de San José.!!! Ya está en la Santa Sede el estudio que ha hecho una Comisión del Arzobispado de Santa Fe sobre un presunto milagro por intercesión de nuestra Beata santiagueña que se dio en esa ciudad de nuestra Patria. A fines de diciembre de 2018 concluyó el estudio-investigación y fue enviado a la Santa Sede. Con mucha esperanza podemos decir que avanza la causa final de la Canonización. Ahora a rezar mucho. Y que el Ejemplo de Mama Antula nos ponga en camino de santidad, que ya inició el Señor en nuestras vidas el día del Bautismo.

Hermanos de la Diócesis, les hago llegar mi saludo de padre y pastor de esta Iglesia de Jesús que peregrina en Santiago del Estero.

Con mi afecto y bendición, padre obispo Vicente Bokalic CM.

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