TESTIMONIO

El día que Florencia y Guillermo decidieron contarle la verdad a su hijo

Cuando Florencia y Guillermo estuvieron en pareja, quisieron cumplir el sueño de formar una familia. Y así fue como hace 9 años, decidieron adoptar un hijo y después de una larga espera, Santino llegó a sus vidas siendo bebé.

"Decirle la verdad" es algo que se puede negociar bien si prima el diálogo entre padres e hijos, por eso es que antes de llegar a la adolescencia, Santino comenzó a interpelar a sus padres acerca de su verdadero origen, como parte de una inquietud natural.

"Desde niño –cuenta Florencia Rizo Patrón–, a Santino siempre le contamos la verdad. A veces, uno subestima a los niños, pero ahí es donde se cometen errores. Antes, se presentaban situaciones que no sabíamos qué contestar. Le consultábamos a una psicóloga, después el instinto nos fue guiando, y entre los dos, entendimos el derecho de una persona a su identidad, entonces asumimos que tenía que saber la verdad y decidimos contarle que aparte de nosotros, tenía a sus padres biológicos", contó, a pesar de que para el niño ese era el limite, y nunca pidió conocerlos.

El caso de Florencia Rizo Patrón y Guillermo Mendoza es un ejemplo puntual sobre la importancia de conversar desde la verdad y poder despejar las inquietudes planteadas por un niño de tan sólo 9 años.

A esto, Guillermo aporta: "en casa no usamos la palabra "hijo del corazón", y a medida que van surgiendo las dudas, siempre se le contestó, y hoy Santino tiene conocimiento de la verdad, de que somos sus padres adoptivos, porque la idea siempre es que pueda tener sus herramientas para saber qué contestar cuando se presenten situaciones especiales", explica, como un modo de "preparar el terreno" cuando tenga edad para reclamar conocer a sus padres biológicos.

Así es como padre, asiente que "era imposible no contarle la verdad, sino, se hubiera decepcionado de nosotros", dijo, en relación al caso que vivieron con Santino, que según sus padres "tiene asumido su identidad, a pesar de las dudas y planteos que hace como todo niño".

Como muchos padres que esperan la adopción de un hijo, Florencia y Guillermo también contaban los días con muchas expectativas hasta que Santino se hizo presente en sus vidas. "La ansiedad que uno siente en la espera es muy grande, y se viven multiplicidad de emociones –cuenta Guillermo–, y en el caso de un hijo adoptivo, la sensación no difiere en nada en cuanto a emoción a la espera de un hijo biológico, no hay distinción, es un hijo", reconoce y ratifica: "el vínculo es algo que se construye a lo largo de la vida, la consanguinidad no es condicional. Todos los afectos se construyen".

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