El brasilero más santiagueño do mundo

Por Sebastián Barrionuevo Sapunar*

Paulinho Coutinho vive hace casi 30 años aquí y cuando habla de la realidad santiagueña, sea cual fuere la circunstancia, antepone con sentimiento el pronombre nosotros, por eso es que según el amigo Félix Demasi le corresponde una santiagueñidad indiscutida. El “Negro” Paulinho es un gran músico que vino a recalar mágicamente en este territorio.

Por citar algunas de sus peripecias guitarrísticas: ensayo semanas en la casa de Tom Jobim en los 70, para una gira por Nueva York que se truncó por cuestiones de pasaportes y burocracias. Viajó en el avión presidencial a Panamá con Omar Torrijos para acompañar con sus acordes al cantante argentino Piero, tocó en la mítica Fusa con un puñado de grandes artistas durante varios años. Compartió mesa con Vinicius de Moraes, Hamlet Lima Quintana. Fue maestro de Luis Salinas quien cuando vino a Santiago lo invitó a compartir el escenario.

Deliró una noche con Luca Prodan en una pizzería en la que el pelado se presentó con toda su cabeza ensangrentada. Arreglador, compositor, docente de alto vuelo. El trazado de su camino hacia Santiago comienza con la armonía pulsada en su guitarra: Ary Barroso compuso una canción en 1938 y Paulinho hizo una versión en guitarra de aquella obra musical. Nunca supo él que aquella versión iba a deslumbrar tanto a un señor llamado Mario Fioramonti, como para que este último se vea obligado a buscarlo en la pizzería Capricornio en Capital Federal, un mítico lugar que frecuentaban los artistas después de medianoche.

Fioramonti, gran guitarrista y excepcional carpintero santiagueño, se presentó ante el Negro sin muchos rodeos, confesándole su admiración e interés por despejarse algunas dudas sobre las técnicas y armonías guitarrísticas con las que había resuelto aquel grandioso tema llamado “Na baixa do sapatero”. Allí comenzó una amistad entrañable… pasado el tiempo, viajes, mujeres, hijos, giras... Paulinho dejó seducirse por la mística de esta tierra embarrada de sol y se instaló en una casita en el barrio 8 de Abril.

Estoy convencido que una de las más importantes cosas que lo bautiza y lo hace santiagueño por adopción es su chacarera de “Las Chismosas”, allí el compositor condensa una mirada pícara y precisa sobre la santiagueñidad: respetando la estructura de la chacarera, incorpora armonías y su sostenido acento brazuca para realizar un contundente ensayo sobre una histórica práctica cultural que de algún modo, aunque sea parcialmente, define a nuestra sociedad santiagueña: “el arte de chusmear”.

La chacarera cuenta que hay una plaza donde se juntan a chismosear a partir de las 5 de la tarde: “la plaza es un hervidero y chusmear es una fiesta” la mirada que se desarrolla es lúcida en su análisis, queda allí sugerido un concepto sobre lo que consistiría “chusmear”: actividad compartida que tiene que ver con llevar y traer datos sobre la vida de otros por el simple goce y regocijo de hacerlo. No se trata de cualquier dato, como especifica la chacarera, tiene que ver con desavenencias conyugales, con supuestos amaneramientos de algunos, con la filiación de otros a ideologías subversivas, se chusmea sobre lo disruptivo, lo que se sale de lo común, o sobre algo que dentro de lo común tiene un aspecto de color particular.

En el ejercicio de chusmear, se elaboran árboles genealógicos de toda una familia, se recorre vida y obra y se elucubran hipótesis o teorías con diferentes intencionalidades. Es fundamental el nombre propio objeto del chisme. Si se tratase de una historia sin nombre propio, ya no es chisme, podrá ser anécdota, literatura, pero no chisme.

El chisme puede arrancar enigmático en una ronda de mates, pero para que no se desvanezca sobre el final alguien tiene que delatar el nombre propio. A manera de ejemplo, les comento que una de las tantas novias del Negro Paulinho, cansada de sus andanzas musicales, le apuñaló una guitarra para evitarle un recital en Buenos aires, pero con la astucia de un amigo, la cicatrizaron rápido. Dicho sea de paso (y para perfeccionar el ejemplo chismoso), la susodicha a quien no volvió a ver más, terminó casada con el gran Horacio Salgán.

A veces conversamos sobre el escritor Jorge Amado, pero la cosa se pone aún más apasionada cuando arribamos al autor Erico Velissimo y un libro que se llama “Incidente en Antares”, me comparte la trama con algunos detalles precisos: una huelga de trabajadores, 7 muertes y el posterior secuestro de aquellos fallecidos, un texto con ironía y con una profunda crítica a la sociedad brasilera. El realismo mágico de aquellos autores podría pintar magistralmente las andanzas del brasilero mas santiagueño do mundo, pero difícilmente pueda soportar la elección democrática de un ser tan despreciable como Jair Bolsonaro.

El avance del fascismo en Latinoamérica contra la belleza de los pueblos entrelazados, mixturados, acrisolados en el sentimiento del encuentro. Pensamos juntos todo esto en el café de la Buri Buri, traspasando siempre todas las fronteras, rodeados de libros y amigos... lo que decimos se escribe en el presente o el futuro. El Negro Paulinho celebra su negritud y grita que viva Perón, viva Lula, Dilma y Cristina! #ELENAO… nada sería tan auspicioso si el lugar donde estamos no se llamase Utopía.


*Escritor, músico, abogado y docente universitario. Es la voz principal y la guitarra del grupo musical “Sapunar”. Es integrante del grupo “Poesía Circular”, con un grupo de amigos con quienes comparte la inspiración, la escritura y la lectura de la poesía. Ellos son Jorge Rosenberg, Pancho Avendaño, Gastón Merino, Francisco Barrionuevo, Juan Avendaño, Ezequiel Alvarez y Félix Demasi.

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