TIEMPO

El invierno se hace sentir y seduce con posibles nevadas desde las alturas

FRÍAS, Choya (C) “Mientras duró fue muy lindo”. La frase -aunque bien podría- no se refiere en este caso a una forma de definir una relación amorosa. Y aún así no es menos cierto que también tiene que ver con un momento de placer: sucede que así definen casi todos los habitantes de la zona montañosa del este catamarqueño, los frienses y santiagueños que tienen la posibilidad de disfrutar del inesperado fenómeno de las nevadas.

¿Cuáles son las razones de que las nevadas en el montañoso este catamarqueño ponen inmediatamente en modo “caminantes blancos” a santiagueños y frienses? Una: la inmediatez con la que se produce. Ahí está un motivo del encanto: el efecto sorpresa que causa en quienes viven más en el llano, es fundamental para hacer una “escapada” con sus familias.

Otra: la relativa cercanía para disfrutar o conocer el efecto natural que regala el clima, porque cuando en Santiago se habla de nieve, por lo general se piensa en los centros turísticos argentinos de invierno de la Patagonia y la Cordillera: Bariloche, San Martín de los Andes, Chapelco, Las Leñas, etc. Pero mucho más cerca y por apenas un medio tanque de combustible, se puede disfrutar del esquivo fenómeno en una escapada de una mañana o una siesta. Por eso cuando está sucediendo a una hora y media de casa, es imposible decirle que no a la invitación de la pródiga naturaleza y al deseo por estar ahí.

GPS: Guayamba

La bonita villa de Guayamba, que se disfruta en verano, no deja de ser un encanto especial al poder apreciarla cubierta con un imponente manto blanco. “Si está nevando en la cumbre, seguro llegó o va a llegar en cualquier momento hasta Guayamba”, apunta la voz de la experiencia estimulando la excusa para subir hasta la montaña.

Este año, la primera nevada se focalizó mayormente en la zona de cumbre a mediados de junio y los copitos de hielo llegaron hasta 20 kilómetros de la villa.

El clima sorprendió con esta lluvia de esponjosos cristales helados a las seis de la tarde del martes 18 y continuó durante toda la madrugada. La noticia tuvo de voceros a los ocasionales automovilistas que subían o bajaban la Cuesta de El Portezuelo.

Sin embargo, cuando desde el llano quisieron reaccionar, las nubes se dispersaron y un sol radiante se encargó de devolverle rápidamente a la montaña los mil distintos tonos de verde clásicos.

Así se vive en la zona

Silvia, habitante de Guayamba y dueña de una de las hosterías del lugar, le contó a EL LIBERAL cómo es que ellos experimentan este fenómeno. “En general lo vemos como paisaje. Es hermoso, algo diferente a lo que estamos acostumbrados, porque todo cambia por completo”.

También aclara: “En cuestión de trabajo, si la nevada fuese aquí, como en algunos años anteriores, sin duda sería mayor la demanda de turistas, no tan sólo en la hostería, sino también un lindo beneficio para el resto de los comerciantes”.

Lo positivo es que estos son los primeros fríos y los cazadores de nevadas comenzarán a estar más atentos al pronóstico cuando anuncie el ingreso de una nueva ola polar para la zona.

Arriba el tiempo es impredecible, los vientos imponen cambios permanentes y cuando las condiciones están dadas para la nevada, las nubes se despejan llevándose consigo también la ilusión de los que están un poco más lejos.

Será pues la Madre Naturaleza la que imponga las condiciones si una nueva nevada será parte de la agenda de invierno como escapada en familia, para las montañas, en poco tiempo y disfrutar de un majestuoso paisaje blanco que sólo ella tiene la facultad de regalar.

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