A los 76 años, falleció la actriz Silvia Montanari
Estaba internada y en grave estado, al cuidado de su hijo, quien viajó desde Miami especialmente para estar con ella.
En las primeras horas de este sábado, falleció la actriz Silvia Montanari, a los 76 años. Estaba internada en el Sanatorio de la Providencia, en grave estado y totalmente sedada. Sus restos serán velados este sábado, por la tarde, en una cochería de Córdoba y Thames, en Buenos Aires.
La actriz estaba acompañada de su hijo, Rodrigo Aragón, quien vive en Miami donde sigue su carrera como actor y cantante. Viajó desde Estados Unidos especialmente para estar junto a su madre en un momento tan crítico.
A Montanari se la había visto por última vez, en público, allá por marzo, durante la entrega de los Premios Podestá, evento organizado por la Asociación Argentina de Actores. Más de mil personas participaron del evento.
El año pasado, la actriz protagonizó “Mujeres de Ceniza”, junto a Luisa Albinoni, Zulma Faiad y Liliana Pécora. Se mantenía activa en el teatro y llevaba un tiempo alejada de la televisión: “Brujas, Tengamos el sexo en paz, Hollywood allá voy... No he parado de trabajar. ¡Pero necesito revancha en la tele!”.
“Me da pena pensar que puedan pasar los años y los productores nuevos se pierdan de trabajar conmigo. Puedo vivir sin la televisión, pero la extraño. Me da felicidad. Me pone joven”, agregó por aquel entonces.
En la TV, la actriz hizo éxitos rutilantes como “Alta comedia”, “La banda del Golden Rocket”, “Gasoleros”, “Provócame”, “Mujeres asesinas” y “Ciega a citas”.
En los últimos años, la tristeza por la muerte de su hermana era una constante. “Hace dos años perdí a Marilyn, pero sé que está bien. Sé que me cuida y se pone feliz cuando el teléfono suena y hay proyectos”.
Y agregó: “Estaba conmigo en casa y muy bien. Al otro día se fue a Panamá, donde vivió toda su vida. Al día siguiente de viajar me llamó para comentarme que tenía cuarenta grados de fiebre. A los dos meses y medio se murió por algo que afectó el líquido raquídeo. Fue muy duro, terrible y lo sigue siendo”.
En sus últimos años, se refugió en la religión: “Hace ya casi veinte años que Dios es todo. Nunca más miré a un hombre. No lo digo mucho porque hay gente que se puede reír. No es para todo el mundo, pero confío en Dios, es suficiente”.