VISIÓN DE NORBERTO MANSILLA

La vidala, una de las melodías ancestrales que se va perdiendo

El músico fernandense mantiene en lo alto la bandera y cuenta sobre la vidala, el espíritu ancestral del Carnaval.

La vidala santiagueña, otrora intrínsecamente ligada al Carnaval, es cada vez menos visible. “Es una de las melodías ancestrales que se va perdiendo”, lamenta Norberto “Beto” Mansilla, músico de la ciudad de Fernández, cultor de este género musical que evoca el lamento, la tristeza, del desarraigo del que tiene que abandonar pago, casa, familia, en busca de mejores horizontes, de ahí la representatividad del estilo.

Mañana y el martes 24, feriado de Carnaval, una celebración que finaliza con el Miércoles de Ceniza en el inicio de la Cuaresma Cristiana. En sus orígenes, probablemente con un cierto sentido del pudor propio de la religión, el Carnaval era un desfile en que los participantes vestían disfraces y usaban máscaras. Sin embargo, la costumbre fue transformando la celebración hasta su forma actual.

En el Norte Argentino la vidala era parte de los carnavales, el espíritu de esta celebración. Mansilla mantiene en alto la bandera de la vidala y su grupo “La Greda” es uno de los pocos que cantan esta música ancestral.

Acerca de por qué se canta la vidala en este tiempo, Mansilla relató: “Cantamos la vidala porque la hemos heredado, es una música única, ancestral, más allá que la chacarera representa a Santiago pero es más contemporánea y la vidala tiene un significado muy profundo para el santiagueño, sobre todo del interior”.

“Había que sentirla para cantarla, hoy creo que es una urgencia porque es una de las melodías ancestrales que se va perdiendo y no queremos que suceda eso porque es una música muy rica en su melodía, en su temática. Canta al amor, al dolor, a la fiesta, al encuentro, al amor perdido, al amor encontrado, es muy profunda en todos los aspectos. La cantaba el hachero cuando se iba lejos dejando a su familia y queremos rescatar todo eso, nos interesa mucho como artistas que la canten los músicos famosos, nosotros la vivimos cantando, que ellos lo hagan hace que se fortalezca el trabajo que uno viene haciendo y saliendo un poco de lo comercial”, cuenta el músico fernandense.

“Cuentan que la vidala antiguamente en el mes de noviembre junto con el canto del Kakuy y el Crespín se la empezaba a cantar, sacaban las cajas y empezaban en noviembre, seguían con la vidala para las fiestas en Navidad y Año Nuevo. Continuaban en enero y terminaban con los carnavales que es cuando muchos volvían a su tierra y era un placer cantar vidalas a las siestas para las trincheras, en plena jugada de carnaval con agua y serpentina. A las cajas se las guardaba con el Miércoles de Ceniza y se respetaba la tradición de no volver a tocarla hasta noviembre. Muchos vidaleros había en cada pueblo, nosotros tenemos el encuentro de vidaleros en julio, pero tenemos que cantarla siempre para que no se pierda”, explica Mansilla.

“Somos una provincia de desarraigo, que está constantemente emigrando y la vidala significaba eso; un hondo sentir cuando la escuchaban. En nosotros ha despertado esta cuestión cuando la hemos cantado en un lugar donde no la conocían y veíamos los ojos brillar llenos de lagrimas en la gente que no sabía explicar el sentimiento que despertaba en ellos la vidala, entonces creo que está en los genes, en la sangre esa melodía tan profunda y que podemos ver en canciones de siglos que nombran a la vidala”, concluyó.


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