Luis Américo Valoy, temperamento a medida de los clásicos
El “Loco” jugó los mejores años de su carrera en Atlético Tucumán, por lo que se convirtió en uno de los “enemigos” más “odiado” por la hinchada del “Santo”, que sufrió en carne propia el regreso del volante a la Ciudadela, una década después de haber vestido la camiseta del “Decano”.
En el folclore del fútbol, ese que ya prácticamente se perdió por el excesivo protagonismo de delincuentes disfrazados de hinchas, no hay nada más lindo que la rivalidad en un clásico. Muchos jugadores se llegan a identificar tanto con un club que, por más que después dejen de vestir esa camiseta, los hinchas del clásico rival se lo recuerdan siempre.
Luis Américo Valoy jugó tres años en Atlético Tucumán, que era un asiduo participante de los viejos torneos nacionales a finales de la década del 70. El “Loco” jugó 18 clásicos tucumanos y su personalidad le hizo ganar la antipatía de los hinchas de San Martín.
Por eso para él siempre era especial enfrentar al “Santo”, al margen de la camiseta que tenga puesta. Ir a la Ciudadela, la casa de San Martín, era todo un desafío. Por eso eligió el cotejo entre San Martín y Central Córdoba, en Tucumán y por el Nacional B 1990/91, como el partido de su vida. Fue empate 2-2, con el “Ferro” remontando un 0-2 en el segundo tiempo, que fue justamente cuando ingresó Valoy al campo de juego. Pero para llegar a esa noche del 30 de noviembre de 1990, pasó mucha agua debajo del puente.
Con 16 años, el “Loco” debutó en la Primera de Sarmiento, en agosto de 1972. Seis años después, el ex volante central bandeño pegó el salto al fútbol grande, llegando a Atlético Tucumán. Y su rivalidad con San Martín no tardó en llegar. “Llegué un jueves a Tucumán, ese mismo día hice fútbol en la práctica y Rogelio Domínguez, el entrenador, me llevó al banco el domingo, ante Concepción FC. El domingo siguiente se jugó el clásico y fui titular. Empatamos 0 a 0 y ese partido me marcó para siempre con la gente por mi manera de jugar y entregar todo. Me tocó marcar a Jacinto Roldán, uno de los mejores de San Martín, y me fue muy bien. La gente me empezó a querer mucho”, recuerda Valoy.
Los clásicos eran los partidos que más inspiraban al “Loco”. Por eso atesora un empate 2-2 con el que Atlético eliminó a San Martín en los octavos de final del Nacional 1979 y un 4-0 por la Liga tucumana de 1980, en condición de visitante.
La temporada 1990/91 no había empezado bien para Central Córdoba, ni para Valoy. El promedio se achicaba y el equipo que dirigía Segundo Corbalán necesitaba sumar. En la decimosexta fecha, en Córdoba, el “Ferro” pierde 4-3 ante Instituto y el “Loco” fue expulsado, por lo que se perdió el siguiente partido (triunfo 2-1 ante Colón de Santa Fe, en el Oeste).
La fecha 18 marcaba la visita a San Martín de Tucumán, la noche del viernes 30 de noviembre de 1990. El calor húmedo de la primavera tucumana se siente y mucho en un estadio repleto como siempre luce la Ciudadela. Partido a la medida de Luis Américo Valoy, sin embargo el “Loco” tiene que resignarse a empezarlo desde el banco de suplentes. Y hasta estuvo cerca de no viajar.
“Cuando el técnico me mandó para los suplentes en la práctica de fútbol, me enojé y me fui. Segundo Corbalán pasó un informe a la Comisión Directiva para separarme del plantel y Oscar Zambolín (padre), que era el presidente, le dijo que era un partido importante y que por lo menos me llevara al banco. Y lo convenció”, recuerda el “Loco” con el mismo temperamento que tenía a la hora de jugar.
Central Córdoba no la pasó bien en el primer tiempo. San Martín impuso condiciones y con tantos de Raúl Wensel y Juan Juárez se fue 2-0 arriba al entretiempo. Valoy se moría de ganas de entrar y masticaba la bronca sentado en el banco, hasta que escuchó el tan esperado “calentá que vas a entrar” del DT.
Por los altoparlantes de la Ciudadela se anunciaron los cambios visitantes y cuando la gente escuchó el nombre de Luis Valoy (reemplazó a “Ruli” Salvatierra), la silbatina fue ensordecedora. Un viejo rival del “anto”estaba de vuelta.
“La figura de San Martín era Méndez. En la primera pelota que agarra en la mitad de la cancha, me encara. Lo llevo para afuera y le doy un patadón hombre-pelota y lo tiro contra el paredón. Méndez se fue a jugar de 3 y después pidió el cambio”, recuerda Valoy una acción que lo pinta de cuerpo y alma como jugador, enervando aún más a la gente. El “Loco”se transforma en la figura del “Ferro” y en el abanderado de la reacción. Llegó el descuento de Marcelo Barraza (también estaba en el banco) y, cerca del final, el empate tras un gol en contra de Luis Moreno.
Central Córdoba rescató un valioso punto para su promedio y Valoy, una vez más amargó a San Martín. El verdugo que regresó casi una década después y mantuvo viva su leyenda.
La vasta trayectoria futbolística de un hombre, cuyo legado futbolístico continuaron sus hijos
Luis Américo Valoy inició su carrera en Sarmiento de La Banda, su ciudad natal. En 1977 jugó el Nacional con Estudiantes de Huaico Hondo. En 1978 fue transferido a Atlético Tucumán, club en el que se mantuvo hasta mediados de 1982. La temporada 1982/83 vistió los colores de Racing Club de Avellaneda. Luego llegó el turno de Deportivo Morón, otro club que significó mucho en la carrera del “Loco”.
Antes de volver a Santiago para retirarse en Central Córdoba, el ex volante central jugó en Chacarita Juniors, Deportivo Laferrere, All Boys y Argentino de Quilmes.
Se retiró en 1994 y al año siguiente fue entrenador de Central Córdoba. También dirigió a Central Argentino, Comercio, Estudiante, Güemes, Agua y Energía, Vélez Sarsfield, Unión Santiago, Independiente (Fernández), Independiente (Beltrán), Atlético Policial (Catamarca) y Concepción FC (Tucumán).
Sus hijos, Jorge y Darío (foto) también fueron futbolistas profesionales y llegaron a ser dirigidos por su padre. Ellos recogieron el legado que ahora recayó en Jeremías (nieto del “Loco” e hijo de Jorge), para seguir la “tradición Valoy”.