VIDEO | Hugo Arana: Escarpines y vino, la inolvidable publicidad que protagonizó
El actor llegó a ganarse el corazón de los argentinos con una emotiva publicidad. Entrá en la nota, y mirá el video.
Hugo Arana murió este domingo a los 77 años. El actor había sido internado tras sufrir una fuerte caída en su domicilio y había dado positivo de coronavirus. Dentro de su extensa trayectoria existe una publicidad de los años 70 que muchos argentinos recuerdan: unos escarpines, un vino, y una tierna noticia son los aspectos principales que la volvieron inolvidable.
El anuncio de un embarazo era la trama principal de la publicidad del vino de mesa Crespi, donde aquel incipiente actor consiguió enternecer a todos.
Los silencios, los primeros planos, y los escarpines del "invitado especial" a la cena quedaron sellados en la memoria de los televidentes.
Por aquellos años, las empresas de vino y de cigarrillos eran los grandes anunciantes en los medios de comunicación, especialmente en la televisión, cuya audiencia crecía a pasos agigantados.
Resero, Algarves, Termidor se peleaban por mantener su nombre en la memoria del consumidor. Crespi contaba con una distribución similar a la de cualquier marca de gaseosas: una organización de 400 vendedores que llegaban a más de 50.000 negocios.
La escena donde Arana, por entonces un joven estudiante de teatro, se emociona cuando su pareja, personificada por Betty Galán, le señala un par de escarpines sobre la mesa y le cuenta la feliz noticia de que se convertirían en padres coronaba el imborrable eslogan: "Pasan cosas lindas en una familia".
Durante años se mantuvo esa exitosa frase asociada al vino Crespi, como parte de la mesa de los argentinos. Aquel comercial lo había creado la agencia Portillo Olsen, y al poco tiempo llegó una segunda entrega: el bebé ya había nacido, y la emoción del flamante padre era aún mayor. Una vez más, el vino los acompañaba a la hora de cenar.
Recordemos que en la década del 70 existían otros hábitos y costumbres: el vino era la bebida que más se tomaba en las casas (el consumo per cápita alcanzaba los 90 litros, contra los 18,7 que se bebían en 2018), y a las embarazadas se les permitía fumar con moderación y tomar una copa con la comida, algo totalmente opuesto a lo que se aconseja en la actualidad.