SANTIAGUEÑOS POR EL MUNDO

Carlos Miranda: un friense que se enamoró de Europa y decidió radicarse en Alemania

Es técnico en Laboratorio Clínico e Histopatología. Desde el 2019 está radicado en la ciudad alemana de Wasserburg. Su historia de vida.

“Soy Carlos Miranda, tengo 30 años. Nací en Frías y hoy vivo en la ciudad de Wasserburg, Alemania”. Quien se presenta de esta manera es un joven profesional santiagueño que en el año 2018 tuvo la oportunidad de visitar siete países europeos, en plan de vacaciones, y que finalmente se enamoró de “la calidad de vida que tienen aquí y de cómo funciona todo”, por lo que decidió darle un giro a su vida y buscar nuevos horizontes en esas tierras. Con su título de técnico en Laboratorio Clínico e Histopatología se estableció en Múnich (Alemania) y posteriormente en Wasserburg, municipio situado en el distrito de Rosenheim, en el estado federado de Baviera (Alemania), en donde se radicó desde el 2019.

 

¿Hace cuántos años que te fuiste de Santiago del Estero y por qué?

Yo nací en la ciudad de Frías y he vivido allí hasta los 17 años que terminé el secundario. Ese mismo año (2007) que me gradué del colegio emigré a la ciudad de Córdoba a estudiar mi carrera profesional: técnico en Laboratorio Clínico e Histopatología. Me gradué de la universidad en el año 2010 con 20 años y empecé a desarrollar mi actividad laboral allí, en la ciudad de Córdoba. Mis últimos trabajos en el país fueron en el Hospital de Maternidad Nacional y en el Instituto de Medicina Forense del Poder Judicial de Córdoba.

 

¿Hace cuántos años que estás radicado en Alemania?

Vivo en Alemania desde abril del año 2019. En el 2018 tuve la posibilidad de venir de vacaciones a Europa, donde recorrí siete países en un mes. En dicho tiempo, la verdad que me enamoré de la calidad de vida que tienen aquí y de cómo funciona todo, además de la posibilidades de crecer profesionalmente que brindan y sobre todo personalmente. Tuve la dicha que entre eso me surgió una propuesta laboral en la ciudad de Múnich con lo cual fue el empujón para decidir dejar mi vida allá y radicarme en Alemania.

 

¿En qué estás trabajando en Alemania?

Empecé a trabajar en la ciudad de Múnich en el instituto Amedes. Al poco tiempo me trasladaron a la ciudad de Wasserburg al mismo instituto con sede allí, porque las condiciones laborales y sobre todo la comunicación eran mejores para mí ya que mi nuevo jefe hablaba el español. El instituto donde trabajo es un laboratorio de citodiagnóstico y mi principal función es realizar el diagnóstico microscópico de las citologías ginecológicas (allá conocidas como PAP) para la prevención y detección de cáncer en útero.

 

¿Te costó adaptarte a los cambios?

La verdad es que sí. El primer tiempo cuesta, y lo que más complicaba las cosas aquí era el idioma. El alemán es una lengua muy difícil, pero nada es imposible a quien se propone hacerlo. He ido a escuela de alemán y actualmente sigo estudiando el idioma por mis medios, ya que nunca se deja de aprender. Por otro lado, el estilo de vida aquí es muy diferente al nuestro. Tienes horarios diferentes para cada cosa y en eso nunca logré adaptarme, yo sigo comiendo a mi horario argentino. Creo que más allá del lugar donde uno emigre, el primer tiempo o incluso año cuesta adaptarse porque no deja de ser otra cultura, otra sociedad, otra educación y sobre todo un estilo de vida muy diferente al que uno está acostumbrado. Es cuestión de tiempo hasta que uno encuentra su lugar y logra entender cómo moverse.

 

¿Tienes la ciudadanía alemana o visa de trabajo?

No. Mis abuelos maternos son italianos. José, que tuve la desgracia de perderlo cuando era pequeño y Conce, que actualmente tengo la dicha de tenerla, fueron los que me dieron el regalo más grande que se puede tener, que es la ciudadanía italiana, por lo cual soy ítalo argentino y puedo estar aquí libremente... ser un europeo más. l

“En la Esc. Normal de Frías recibí una base y una preparación giganteS”

¿Dónde vivías en Santiago del Estero y qué actividades desarrollaste?

Viví en Frías hasta mi último año de colegio. Mi vida allí era como la de cualquier adolescente, iba al colegio, me juntaba con amigos, salíamos de fiesta por la ciudad. También estudié idiomas en el instituto cultural de Inglés durante cuatro años y practicaba algo de deporte como tenis y paddle.

¿Dónde estudiaste en Frías?

Tanto mi jardín de infantes, como mi primario y secundario los hice en la Escuela Normal de Frías, donde recibí una base y una preparación gigantes. La verdad no tengo quejas con mi formación y siempre recuerdo con mucho cariño a mi Escuela Normal y a cada uno de los profesores que formaron parte de mi educación. Mis estudios universitarios los realicé en la ciudad de Córdoba, en la Escuela de Tecnología Médica, Facultad de Ciencias Médicas en la Universidad Nacional de Córdoba.

¿Cómo está conformada tu familia?

Mi familia está compuesta por mi madre Rosa Pannunzio y mi padre Carlos Miranda. Además de hermanos en Argentina, otros en España y otros en Italia. Estamos bastante desparramados, pero gracias a las nuevas tecnologías intentamos estar conectados siempre de la manera en la que se puede y haciendo uno que otro viajecito a ver a los que más cerca estamos.

¿Volviste a Santiago del Estero?

No. Aún no he tenido la posibilidad de volver. Me encantaría y está en mis planes, pero la situación actual a nivel mundial está complicada. l

 

Miranda extraña “la calidez y alegría que nos caracteriza”

¿Qué extrañas de tu provincia?

Seria egoísta decir que solo extraño mi provincia porque en realidad se extrañan cosas del país entero. Wasserburg es un pueblo que está a 200 km de Múnich y en frontera con Suiza y Austria. Tiene unos paisajes y naturaleza de ensueños y de todos los lugares que he conocido siempre me ha faltado lo mismo esa calidez y alegría que nos caracteriza a los argentinos. Eso creo que es lo que más se extraña. El charlar, el tomar un mate con amigos o la familia, la espontaneidad de quizás ir a la casa de un amigo sólo a tomar mates y al final se terminó haciendo un asado y vuelves a tu casa al otro día. Aquí son muy organizados, nada improvisados. Correctos y respetuosos tanto con las personas como con sus obligaciones y horarios. La verdad que ahora entiendo a cada extranjero que dice que ama la Argentina y eso me enorgullece. Del tiempo que llevo aquí jamás he escuchado algo negativo referente a nuestro país y eso la verdad que llena. Ojalá todos pudieran valorar de la misma manera el país y dejar de destruirlo. Si quisiéramos un poquito más nuestra tierra y dejáramos la avaricia de lado las cosas allí irían mejor.

¿Cómo enfrentaste el desarraigo?

La verdad es que cuesta, pero ya había pasado por algo similar cuando me fui de Frías a Córdoba. Creo que el secreto está en luchar e ir por la felicidad de cada uno. Tener a tu gente lejos por supuesto que no es fácil, pero hay que crecer, evolucionar, buscar una estabilidad y tranquilidad en la vida. Mi gran detonante (entre tantos) que me llevó a dejar todo sin importar fue la seguridad que existe aquí y la tranquilidad con la que uno puede vivir, sin la necesidad de tener que pensar al salir de casa si llevas el celular o no, o esa simple sensación de nervios cuando escuchas una moto e inconscientemente sujetas tus bolsillos. Por supuesto que hay robos como en todos lados, pero nadie te matará por un par de zapatillas. Aquí te liberas de todo eso y la verdad que la satisfacción que te crea no se puede cambiar por nada. l

 


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