VERSOS QUE NO TIENEN CALMA
De María de los Ángeles Lescano.
I- 3 de febrero
“Tu misma enfermedad nunca se supo
quien de los dos el cuerpo, quien el alma …”
Verano,
Viento que suena a ladrido
copla inútil de la vida imperfecta,
huesos cansados,
corazón grande
que tiene la sed de un océano
y está preso en el cuerpo.
II- 4 de febrero
“Todo lo tuyo fue –dicen las trizadurasaltos
y bajos de la mala suerte “
El cuerpo,
armadura,
de un soldado
que respira en
tre
cor
ta
do
hondo
como la sombra forzada
de un sótano
que esconde una luz hueca
III- 5 de febrero
“De los recuerdos de tu infancia, no más
juega tu corazón, como en un viejo patio
casi vacío, con los más tranquilos”
Hoy te visitaron todos,
inclusive aquellos pájaros que aborrecen el cielo
IV- 6 de febrero
“El silabario del dolor circula
de cama en cama, los recuerdos tiemblan
juntos como en un ghetto de Varsovia¨.
Ahora
el mundo es la mandíbula rota de un gigante que vocifera
los partos de la palabra,
-absurdas enfermedades que batallan en diccionarios-
V- 7 de febrero
“Quienes se van,
ya lo saben los unos a los otros;
lo repiten, lo aprenden, lo recitan, lo aúllan”
Como los héroes épicos
recé a las lunas y a las ruinas,
- ¿De qué sirve la muerte si se lleva la sangre ? ...¨-
No hay tiempo
para jugar
a las escondidas
ni a las adivinanzas
VI- 8 de febrero
“Cuánta inocencia ahora...¨
Juré
a la infancia de los demonios
retener el paisaje de tu cara,
ángel helado de vejez solitaria.
Y es razonable,
metafísicamente
necesaria
la palabra adiós,
la lloradera,
los febreros derrotados,
un nuevo exilio
-cada vez más tuyouna
tierra de nadie
un modo de callar
la asfixia del silencio,
y esta condena de escribir
para que vuelvas.
Reducciones
De Carlos Artayer
La piedra guarda todavía/ el gesto del dios que vino del mar,/ se
convulsiona de sismos/ y de eruptante pómez/ hasta erosionar
la garganta/ del arroyo de hielo/ que baja de los milenios./ Todo
fluye.
Pasarán billones de años/ hasta que Dios/ acceda a recibirnos/
en la antesala del penúltimo/ infinito, donde habita/ con el
Todo y la Nada/ en su puño izquierdo./Su mano derecha estará/
ocupada generando galaxias,/ todavía.
La muerte sucede...
De Carlos Artayer
Por la piel de los muros/ circula esa vejez/ que casi nadie
advierte/ hasta que es demasiado tarde/ para impedir que la
humedad/ haga nido en los recuerdos/ y los corroa de olvidos.
Las fotografías,/ cada vez más amarillas/ y colgando sus
cadáveres/ ajusticiados por el tiempo,/ nos comprometen/ cada
vez menos a repetir/ los mitos familiares/ y el breve anecdotario/
de otros días.
En realidad,/ es ése el verdadero regreso/ al polvo,/ más lento,/
por la obstinada costumbre/ que tenemos/ de sostener que la
muerte/ es algo que sucede/ a los demás,/ en otra parte.