ESPECIAL

Cómo dejar atrás la victimización

Por Bernardo Stamateas.

¿Por qué tantas personas se colocan en el lugar de la víctima? Todos atravesamos circunstancias difíciles en la vida, algunos más que otros. Nadie tiene vidas perfectas. Pero debemos entender que la victimización es una estrategia de defensa o de ataque. Puede ser porque se está buscando la empatía del grupo.

“Yo sufrí mucho en la vida”, “a mí nadie me comprende”, “nadie se acuerda nunca de mí”, son todas declaraciones de derrota. Lo que se está buscando es la conmiseración, la caricia, el abrazo, el cariño, del otro mediante esta estrategia de expresar: “Yo no tuve nada que ver con lo que me pasó; yo fui un receptor pasivo. Y, lo que es peor, no puedo hacer nada al respecto a partir de ahora”.

A veces, también, la victimización es para inhibir al agresor. La persona que se siente víctima se muestra indefensa. Es como el lobo que le muestra el cuello a su enemigo. Tal actitud hace que se declare en derrota. La victimización siempre consiste en pararse uno en la derrota interna y armarse una encerrona que expresa: “Porque yo sufrí, estoy derrotado. Entonces, ahora, no voy a poder hacer nada para triunfar”.

La victimización es básicamente manipulación que busca correr el foco mediante la lástima y desviar la mirada del otro. En el fondo, la persona pretende justificar su pasividad, su no hacer nada. Si bien, uno no es responsable de las cosas malas que le sucedieron, sí es responsable de lo que va a hacer con todo eso que ahora tiene en su mente.

Es verdad, que la persona que se victimiza ha sufrido, que ha vivido situaciones que estaban más allá de su control (sobre todo cuando tienen lugar en la niñez); pero ahora depende de ella levantarse, tomar una actitud proactiva y decir: “Voy a seguir construyendo hacia adelante”. Aunque creamos lo contrario, siempre hay algo que podemos hacer. La vida, aun en medio de una crisis, nos ofrece más de una posibilidad.

Pero para aprovechar esas posibilidades, tenemos que dejar la pasividad de lado y pararnos sobre la acción. Cuando te sientas tentado, tentada, a no hacer nada, preguntate: “¿Qué puedo hacer?”. Un cambio mínimo es como una bola de nieve que, cuando es soltada desde la cima de la montaña, tiene la capacidad de provocar grandes movimientos.

¿Cuál es la diferencia entre algo ordinario y algo extraordinario? Un simple prefijo de cinco letras: “extra”. Pero lo cierto es que lo mínimo suele ser lo máximo. Esa pequeña modificación en tu actitud, como comenzar a verte como el protagonista de tu vida, posee el poder de moverte desde lo ordinario para conducirte a lo extraordinario.

Por negativas que parezcan hoy tus circunstancias, siempre hay algo, por insignificante que sea, que podés hacer. Un principio muy útil que suele recomendar es “hacer un poquito más de lo que te hace bien”. ¿Qué es lo que te hace bien? ¿Leer un libro? ¿Hablar con un amigo/a? ¿Cocinar? ¿Escuchar música? Todo lo que te brinde bienestar, extendelo un poco más cada día y salir así del lugar de la víctima.


Ir a la nota original

MÁS NOTICIAS