ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA

HISTORIAS DE LAS RESIDENCIAS PRESIDENCIALES

La historia de las casas de los presidentes argentinos es un reflejo de la evolución de la vida nacional. Desde aquellos tiempos de los virreyes, cuando Buenos Aires fue la capital elegida por el imperio español, hasta el presente, la residencia de los gobernantes fue adquiriendo una importancia que no tenía dos siglos y medio atrás. Desde 1776, prevaleció el uso de la sede de los comandantes militares de la capital y de la gobernación, y nunca se avanzó en un edificio específico para los jefes políticos del Río de la Plata. Esmuy importante dejar establecido que la construcción del Palacio de Gobierno, en el antiguo espacio del fuerte de Buenos Aires demolido entre 1862 y 1872, fue pensada como asiento de las oficinas presidenciales y no como casa de los ocasionales ocupantes del poder. Sólo en el caso de Roque Sáenz Peña, por imperio de su enfermedad, la Casa Rosada se convirtió en residencia.

Hoy visitaremos la casa de los mandatarios que ejercieron el poder desde los orígenes de la Nación Argentina, recorriendo las modestas residencias alquiladas y los palacios del poder constituido. El sillón de Rivadavia Tan estrecha era la situación económica de las Provincias Unidas en la década de 1820 que, al ser nombrado el primer presidente Bernardino Rivadavia en 1826, se usó la antigua Casa de los Virreyes como oficina de gobierno. Si bien la casa no tenía comodidades como residencia, se sabe que Rivadavia se quedaba allí en ocasiones, aunque prefería su casa particular, aún conservada en la calle Defensa al 300. Se ha preservado parte delmobiliario de aquella sede gubernamental, pero sin conocerse su uso específico.

El “Sillón de Rivadavia” es una frase simbólica que remite al asiento desde el cual se ejerce el Poder Ejecutivo Nacional. No existe en la Casa Rosada ningún mueble que pueda ser considerado tal, pero en el Museo de la Catedral de Buenos Aires se encuentra el sillón de estilo colonial tapizado en pana roja que era utilizado por el primer presidente argentino cuando asistía en su función a las distintas ceremonias religiosas, habituales en aquellos tiempos fundacionales del país.

El Palacio San José La llegada a la presidencia de la Confederación Argentina de Justo José de Urquiza tuvo una característica muy especial. La sede del gobierno fue establecida en Paraná y todo el territorio de Entre Ríos fue federalizado, lo que habilitó al oriundo de Concepción del Uruguay a viajar permanentemente entre las orillas de los dos grandes ríos mesopotámicos. Don Justo mantuvo como residencia el palacio San José, a unos treinta kilómetros de su ciudad natal, casco de estancia que era a su vez la oficina de sus negocios agropecuarios y el lugar de su vida familiar.

Esta gigantesca construcción de exquisita arquitectura fue la sede del poder político durante los años de la presidencia de Urquiza (1854-60), y llegaron a San Josélos presidentes Santiago Derqui, Bartolomé Mitre y Domingo F. Sarmiento. En 1870 el Organizador fue asesinado en uno de sus cuartos, cuya puerta muestra aún la mancha dejada por sus dedos ensangrentados.

Expropiada en la década de 1930, se convirtió en un museo histórico, que según el criterio de quien esto escribe, es uno de los más bellos del país conservando su decoración original y todo su mobiliario. El valor simbólico de San José es tal que el juramento de la Constitución reformada en 1994 se hizo en su patio de honor el 24 de agosto de ese año, asistiendo el presidente Carlos Menem, los presidentes de las Cámaras de Senadores y Diputados, la Corte Suprema en pleno y todos los convencionales constituyentes, entre ellos Raúl Alfonsín.

Las casas de los presidentes liberales, conservadores y radicales La reunificación nacional, luego de las batallas de Cepeda y Pavón, que derivó en la presidencia de Mitre, hizo que nadie pensara en el uso como casa presidencial del caserón de Juan Manuel de Rosas, “Palermo de San Benito”, a pesar de sus comodidades.

Ese gran edificio fue languideciendo hasta su demolición en 1900. Desde 1862 los primeros mandatarios vivieron en sus domicilios, propios o alquilados, estando a su cargo el costo de manutención. Como curiosidad, Buenos Aires sólo conserva en la actualidad las casonas que ocuparon durante sus presid ncias Mitre (hoy un museo dedicado al prócer); Sarmiento(Casa de San Juan); Victorino de la Plaza (Escuela Nacional de Inteligencia);Marcelo T. de Alvear (Colegio Esquiú) y Agustín P. Justo (un geriátrico).

El resto de los domicilios de los presidentes han sido demolidoso vendidos a particulares, y sólo en algunos casos hay placas que los recuerdan.En el caso del presidente Mitre alquilaba su casa y varios amigos juntaron el dinero para obsequiársela como agradecimiento a su gestión.

La casa particular de Hipólito Yrigoyen, ubicada en la calle Brasil, tuvo una historia desgraciada: fue saqueada por la turba el 6 de septiembre de 1930 durante la revolución encabezada por el general José Félix Uriburu y a fines de los años de 1970 el inmueble cayó bajo la piqueta al construirse la autopista 9 de Julio Sur, que fuera bautizada “Arturo Frondizi”. Hace poco tiempo fue levantado un monolito que recuerda esa antigua ubicación La residencia de la calle Suipacha 1034 El palacio Madariaga Anchorena fue el primero en ser adquirido por el Estado Nacional para destinarlo a vivienda presidencial.

Lo habitaron los presidentes constitucionales Roberto M. Ortiz y Ramón S. Castillo; y los de facto generales Pedro P. Ramírez y Edelmiro Farrell. Como dato anecdótico, Ortiz sufre un coma diabético que lo deja ciego en 1940, pide licencia y finalmente renuncia el 27 de junio de 1942. A pesar de no ser más presidente, Castillo permite que permanezca en el palacio hasta su muerte, el 15 de julio de ese año.

Los eventos trágicos del 16 de junio de 1955 (el bombardeo a la Casa Rosada y el incendio de diez iglesias y el palacio arzobispal de Buenos Aires) hicieron que en 1956 el Estado Nacional entregara a la curia porteña el edificio de la pionera residencia presidencial argentina, donde funcionó el arzobispado hasta la década de 1980 y luego fue destinado a sede de la Conferencia Episcopal Argentina, hasta la actualidad.

El Palacio Unzué En su presidencia Justo ordenó la expropiación de varios edificios notables. El palacio “Errázuriz” fue destinado a Museo Nacional de Arte Decorativo y el “Unzué” se convirtió en quinta presidencial. Ortiz cambió el destino de este último edificio y ordenó ubicar allí la escuela normal de maestras jardineras. Finalmente, no prosperó la iniciativa y sólo fue utilizada como quinta de fin de semana por tres presidentes: el constitucional Castillo y los de facto Pedro P. Ramírez y Edelmiro J. Farrel. El único que la habitó durante toda su presidencia fue el coronel y luego general Juan Domingo Perón.

El hecho histórico más relevante ocurrido en el Palacio Unzué fue la muerte de su esposa María Eva Duarte, Evita, el 26 de julio de 1952. Posteriormente, luego del derrocamiento de Perón en septiembre de 1955 se dejó de usar el antiguo caserón de 1887 y se decidió su demolición durante el gobierno de facto de Pedro E. Aramburu. En un gesto de reconciliación simbólica, el presidente Arturo Frondizi ordenó que el terreno baldío surgido del derribo del Palacio Unzué fuera destinado a la Biblioteca Nacional, objetivo logrado un cuarto de siglo después cuando el proyecto del arquitecto Clorindo Testa fue inaugurado por Carlos Menem.

La quinta de los Azcuénaga

El presidente Yrigoyen recibió la donación que hiciera Carlos Villate según el documento que reza: “Al Gobierno Nacional de mi Patria, para que pueda hacer asiento o residencia veraniega, lego parte de mi propiedad denominada Cabaña Azcuénaga, situada en Vicente López”. Este obsequio de un descendiente de don Miguel de Azcuénaga, vocal de la Primera Junta de 1810, fue aceptada el 30 de septiembre de 1918 y es el origen de la residencia presidencial de Olivos. Son 35 hectáreas en las que se destaca la casona construida por Prilidiano Pueyrredón en 1854.

Fue usada en algunas ocasiones y desde 1956 se convirtió en la vivienda habitual de los mandatarios argentinos. Sólo Arturo Illia prefería quedarse en la Casa Rosada durante la semana y sólo la usaba esporádicamente.

Incluso presidentes de facto como Jorge Rafael Videla y Leopoldo F. Galtieri prefirieron la residencia del jefe del Ejército en Campo de Mayo.

Alguna vez surgió una discusión jurídica respecto del hecho de que la residencia está fuera de la capital federal de los argentinos.

Hay quienes sostienen que el presidente no podía entrar y salir de Buenos Aires cotidianamente ya que el art. 88 de la Constitución dice que “en caso de enfermedad, ausencia de la Capital, muerte, renuncia o destitución del presidente, el Poder Ejecutivo será ejercido por el vicepresidente de la Nación”, lo que sin duda hace posible el debate. Finalmente se impusieron los usos y costumbres y se considera la residencia de Olivos como una prolongación natural de la capital.

El caserón ha sido testigo de grandes eventos que marcaron el destino del país, pudiendo recordarse la entrevista entre Arturo Frondizi y Ernesto “Che” Guevara, y más cercano en el tiempo el encuentro entre Menem y Alfonsín que significó el “Pacto de Olivos”, acuerdo para la reforma de la Constitución Nacional en 1994.El único presidente argentino que murió allí fue el teniente general Juan Domingo Perón, durante su tercera presidencia el 1 de julio de 1994. Como testimonio del mal manejo del patrimonio argentino, decenas de casas ocupadas por presidentes durante sus mandatos han desaparecido y sólo se mantienennueve de ellas. Tomar conciencia de ello puede convertirse en una lección sobre la conservación de nuestro pasado en sus edificios, que no son más que “historia hecha piedra por elhombre”. l


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