“La guardan y dan fruto con perseverancia”
En aquel tiempo, habiéndose
reunido una gran
muchedumbre y gente que
salía de toda la ciudad, dijo
Jesús en parábola: “Salió
el sembrador a sembrar
su semilla. Al sembrarla,
algo cayó al borde del camino,
lo pisaron, y los pájaros
se lo comieron. Otra
parte cayó en terreno ped
rego s o y, d e s p u é s d e
brotar, se secó por falta
de humedad.
Otra parte cayó entre abrojos,
y los abrojos, creciendo al
mismo tiempo, la ahogaron. Y
otra parte cayó en tierra buena
y, después de brotar, dio fruto
al ciento por uno”.
Dicho esto, exclamó: “El
que tenga oídos para oír, que
oiga”.
Entonces le preguntaron
los discípulos qué significaba
esa parábola.
Él dijo:
«A vosotros se os ha
otorgado conocer los misterios
del reino de Dios; pero a
los demás, en parábolas, para
que viendo no vean y oyendo
no entiendan”.
El sentido de la parábola
es este: la semilla es la palabra
de Dios.
Los del borde del camino
son los que escuchan, pero
luego viene el diablo y se lleva
la palabra de sus corazones,
para que no crean y se
salven.
Los del terreno pedregoso
son los que, al oír, reciben
la palabra con alegría, pero
no tienen raíz; son los que
por algún tiempo creen, pero
en el momento de la prueba
fallan.
Lo que cayó entre abrojos
son los que han oído, pero,
dejándose llevar por los
afanes y riquezas y placeres
de la vida, se quedan sofocados
y no llegan a dar fruto
maduro.
Lo de la tierra buena son
los que escuchan la palabra
con un corazón noble y
generoso, la guardan y dan
fruto con perseverancia”. l