ESPECIAL PARA EL LIBERAL

Proezas sexuales

“ Para los seres mortales comunes y corrientes, como tú, yo y el otro, las proezas sexuales son esas que se hacen en el cotidiano, con la disponibilidad del cuerpo y la entrega de los gestos, donde el placer del otro es parte de nuestro placer y el camino hacia él es la tarea que surge de la paciencia concreta en el aquí y ahora.”

POR FRANCISCO VIOLA.

Todos hemos escuchado proezas sexuales en alguna conversación. Hasta, quizás, alguien las haya vivido también o, por lo menos, imaginado. Las proezas sexuales siempre entran en el territorio de la competencia, por el hecho de ser catalogado como proeza. Cuatro modelos despampanantes, cinco Adonis de abdomen perfecto, 3 sin sacarla, por todos lados, hasta orgías imposibles o fantasías variopintas.

Estas son muchas proezas que se dicen por todos lados, sabiendo que hay otras. Las proezas se cuentan como verdad, independiente que las mismas sean un resabio de imaginación, mucho de deseo, alguna expectativa, el relato visto o escuchado o, lo aceptemos, en algunos pocos casos, experiencias reales. Tienen el morbo de lo imposible –para los demás- una suerte de performance espectacular que, insisto, en ocasiones hasta puede ser verdad. Lo cierto es que sólo es proeza porque es excepcional, porque escapa del cotidiano para sumergirse en el espacio sagrado del mito. No necesitan ser verdad, precisan ser contados como una experiencia que mezcla la historia con la leyenda.

Es más, se cuentan casi ignorando al partenaire que la vivió –o la sufrió- porque sólo se completa con los atributos que realzan el relato. Como tal, son válidas no por haberse vivido, sino por contarse y producen un efecto en los demás que se asocia más al contador que a lo contado. Los comunes de los mortales, en el sexo, tienen otras actividades más comunes y no por ello menos fascinantes.

Para los seres mortales comunes y corrientes, como tú, yo y el otro, las proezas sexuales son esas que se hacen en el cotidiano, con la disponibilidad del cuerpo y la entrega de los gestos, donde el placer del otro es parte de nuestro placer y el camino hacia él es la tarea que surge de la paciencia concreta en el aquí y ahora. Son las que surgen de la comunicación, de la disponibilidad, del estar atento al otro. Así que sí, seguramente todos hemos vivido proezas sexuales más reales.

Esas que no tenemos mucho para contar, pero que se inscriben como tatuajes en nuestra historia. Como el mapa secreto que nos puede conducir siempre al placer compartido. Es más, si recordamos nuestras actividades sexuales más disfrutadas hasta podremos encontrar una mini- guía para esas proezas: compartir, comunicar, disponerse y ofrecer. Por ello, sigamos protagonizando esas epopeyas sexuales todos los días, la que se hace, desde la libertad, por el camino de la no-violencia, en la búsqueda del placer, creando encuentros y fomentando el respeto que nace de reconocer al otro siempre.

Instagram @ francisco.viola.salud.sexual

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