SENSACIONES DE SU VIAJE A UCRANIA

Mons. Ariel Torrado Mosconi: “He podido ver el desastre que ocasiona la guerra en la gente”

El ex obispo auxiliar de la Diócesis de Santiago del Estero y actual obispo de Nueve de Julio habló con EL LIBERAL durante su regreso a la Argentina.

El ex obispo auxiliar de la Diócesis de Santiago del Estero y actual obispo de Nueve de Julio (provincia de Buenos Aires), monseñor Ariel Torrado Mosconi, se sintió muy apesadumbrado tras su visita a Ucrania, donde pudo ver en directo “el desastre que ocasiona la guerra en la gente”.

El prelado mantuvo un contacto con EL LIBERAL durante el viaje de regreso a la Argentina que realizaba ayer, en su paso por la ciudad de Leópolis, en el este de Ucrania, y más cercano a Polonia.

Precisamente, su viaje estuvo motivado por misiones en común con el pueblo polaco, a través de los sacerdotes de ese país que actualmente sirven en su diócesis.

“Ya estoy pronto a salir de Ucrania pero llevo grabado en mi corazón los destrozos que produce la guerra en la vida concreta de las víctimas inocentes”, sostuvo monseñor Ariel. Además, saludó de modo especial a los santiagueños y les pidió que “recen por la paz para que en cada ámbito eduquemos para la paz a nuestros niños y a nuestros jóvenes”. Contó que en Ucrania pudo conversar con Tatiana, una señora de unos 60 años de Irpin, del barrio de Dmitrivka, en las periferias de Kiev, quien “con rostro de dolor y ojos transparentes, con voz serena y firme” le relató su experiencia al sentir que había perdido todo cuando su casa fue bombardeada.

“Ella se escondió en un pequeño sótano y permaneció allí durante varios días. Sin agua, sin alimentos, sin luz ni nada para calentarse. Los socorristas intentaron por todos los medios convencerla de ser trasladada a un lugar más seguro pero ella afirmó que no va a abandonar ni su casa ni su barrio”, contó.

Entre sus experiencias más fuertes, comentó también el caso de Vera “una niña con cierta discapacidad de Mariupol”, de quien le “llamó la atención que me tomó de la mano ni bien ingresé a la casa, y me sostuvo así con fuerza mientras permanecí allí. Luego las educadoras me explicaron que a la niña se la encontró después de permanecer durante más de doce horas solita, abrazada a su papá muerto con el cuerpo mutilado en una de las casas alcanzada por un misil”. Con mucho dolor, rememoró también el caso de Jury, un niño de 12 años de Makariv.

“Con el ceño fruncido, bien erguido y con voz firme nos cuenta cómo rescató a su hermanita que se había perdido después del bombardeo. Al enterarse que nosotros habíamos visitado su localidad nos interroga acerca de cómo era la situación en su pueblo y nos manifiesta su deseo de volver a su casa. Su rostro adusto y su manera de hablar parece la de un adulto. Un niño que no tuvo el derecho de ser tal y tuvo que madurar prematuramente a causa del horror de la guerra”, dijo con mucho dolor.

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