“Si me voy os enviaré al Paráclito”

Lectura del Santo Evangelio, según San Juan 16, 5-11.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ‘¿Adónde vas?’. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón.

Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.

Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado”.



Estaré presente en mi Espíritu

Escuchamos en la liturgia, durante estas últimas semanas, el evangelio de Juan. Hoy se nos ofrecen unos pocos versículos del capítulo 16, que forman parte del largo discurso de Jesús en la última cena, según el evangelio de Juan. Versículos sobre cuya interpretación no se ponen de acuerdo ni los grandes especialistas en estudios bíblicos.

Para los que no lo somos queda siempre la posibilidad de preguntarnos si hay algo en el texto evangélico que toque, ilumine, orienteà nuestra comprensión de la fe, nuestra vida, nuestra realidad socialà Jesús habla a sus discípulos de la tristeza que les llena el corazón. Una tristeza que parece que no está referida solamente a la marcha de Jesús sino a lo que les acaba de decir en los versículos anteriores, que hemos leído en la eucaristía de ayer. Les van a excluir, perseguirà matar, a veces en nombre de Dios.

Es exactamente lo que está ocurriendo con él, que morirá al día siguiente como maldito de Dios. Sus discípulos no pueden esperar que la predicación del mensaje sea un camino de rosas, y ya lo hemos constatado en la 1ª lectura de hoy. Pero Jesús insiste en que es bueno para los discípulos que Él se vaya pues va a enviarles el Paráclito. Su Espíritu presente en ellos, que les permitirá trascender la realidad para descubrir, asumir, y disfrutar la verdad más honda: en el fracaso y la muerte de la que van a ser testigos se va a mostrar la victoria de Dios en su Hijo resucitado, exaltado, glorificado.

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