ESPECIAL PARA EL LIBERAL

Paternidad implica el manejo de varias ansiedades

Por Emily Azar - Lic. en Psicología.

Ante la posibilidad de tener un hijo, algunos hombres se sienten invadidos por cuestionamientos recurrentes sobre el sentido de tener el hijo, la capacidad de cuidar al niño y responder por las necesidades, y en los casos de papás adoptivos, se observa la duda de si será elegido como padre en el futuro con el temor de que buscará al padre biológico.

Con esto se induce que hay tantas nociones de paternidad como padres y a su vez, la revisión sobre el tipo de padre que se es con cada hijo. Sí, no se es el mismo padre para todos los hijos porque cada hijo tiene necesidades y sorpresas diferentes. De igual manera que cada hijo reconoce los cambios en el ejercicio de la función parental en las elecciones de permisos, compra de insumos, y actividades a compartir.

Es notorio el cambio de tensión al ser padre del segundo hijo respecto de ser padre primerizo. La experiencia de la paternidad va acompañada de temores, frustración, angustia, incertidumbre, sorpresa, alegría. Y todo ello requiere, además del control parental, el autocontrol conductual ante la emergencia de la diversidad emocional. Ser padre no es práctico, es tan desgastante como apasionante. Implica hacer cosas que no son prácticas, pero que son necesarias para la evolución en la crianza de un hijo.

Por ejemplo, puede ser más práctico no dejar salir a un hijo para no estar pendiente de su entorno o el horario de regreso, pero eso limitará habilidades sociales para el futuro. O puede ser más práctico darle un objeto para que esté en silencio y no llore, empero será un adulto que no tolere la frustración y le cueste los desafíos de la vida.

O quizás puede ser más práctico dejar a un hijo casi todo el día con un cuidador, sin embargo luego aparecerá la queja de que el cuidador es más respetado, sabe más del niño, etc. Ser padre requiere conocer y aprender de las nuevas niñez y adolescencias, de los nuevos cambios sociales y preparar a un hijo para el autocuidado y desarrollo en este entorno vertiginoso. Implica reconocer lo que un hijo comprende en las indicaciones, en las evaluaciones, en los valores fraternos. No es lo mismo decirle a un adolescente “andá a dormir” que darle a un niño la misma indicación.

El adolescente probablemente irá a la cama, pero no dormirá y estará conversando virtualmente con otros. De la misma manera que no es lo mismo el juego presencial que el jugar virtual, los padres notarán que el hijo habla como si estuviera jugando en ronda con los amigos, pero no está presente nadie más que su hijo en la habitación.

Muchos papás están preocupados y motivados en la crianza de un hijo para que tenga el mayor y mejor desarrollo posible, y eso a veces lleva a que la ansiedad de los padres exija demasiado al hijo.

No es lo mismo sentirse el padre que conecta al hijo con el mundo llevándolo de una actividad a otra, que ser el padre que al llevarlo de una actividad a otra muestra preocupación. Ser mejor padre no significa tener que estar tenso, también se puede educar y conectar con un hijo de manera divertida o usando ironías. Ello quiere decir que la paternidad puede ser entendida como una aventura con distintas emociones y que tiene que ver con ciertos miedos al ridículo, cierta preocupación por la educación moral, el uso de sentido común y la revisión continua sobre la misión personal de ser padre. Los límites no son necesarios, son indispensables.

El padre en el psiquismo debiera ser el que instale la ley, y es de vital importancia la concordancia de las normas en el caso de la pareja parental. Esto no es lo mismo en la monoparentalidad masculina. La monoparentalidad, la crianza de un hijo por un solo padre, en este caso hablamos de la ejercida por padre masculino, puede ser adquirida o por elección. El caso de la primera se da por la viudez o por separación.

En el caso de la viudez, requiere en primera medida la acomodación a esta pérdida que puede haber sido anticipada, en el caso de una enfermedad, o no, como son los accidentes, catástrofes, guerra, y enfermedades repentinas y mortales. Enfrentar la viudez es doloroso. Inclusive se comprobó estadísticamente que la tasa de suicidio de padres viudos es mayor que la tasa de suicidio de mujeres viudas. Esto se debe a que los hombres suelen encerrarse en el dolor o evitar especialmente conductas de consumo.

Cuando la pareja fallecida era la que se encargaba de las tareas domésticas y de cuidados, se suma la sensación de no saber cómo hacer. Aparece la fantasía exigencia de ser padre y madre a la vez. Al dolor por la pérdida se le suma el sentimiento de desconcierto. Por eso es importante el apoyo en la red más cercana (familia, amigos, religión) y, de ser necesaria, la asesoría profesional.

El primer año del duelo es el tiempo de espera de proceso de adaptación a esa pérdida. En ese trance, es importante que la persona viuda se dé permiso para expresar a sus hijos el dolor de manera regulada. De esta manera, los hijos perciben permiso para expresar el dolor y simultáneamente la presencia de ese padre para cuidarlos. Cuando un padre viudo queda con hijos pequeños es imprescindible dejar en claro que ese ser querido se fue y no va a volver.

Hay que dejar espacio para que ese hijo pregunte, para que arme sus rituales en el juego, a modo de despedida y a la vez de presencia interna de ese ser querido fallecido. Actualmente emerge el concepto de padre soltero. Socialmente estaba instalada la noción de madre soltera. De hecho, el proceso de adopción para un hombre es aún difícil en comparación con la solicitud de adopción por parte de una mujer soltera. La monoparentalidad por elección tiene la ventaja de que las decisiones las toma el padre solo.

Pero hay una desventaja y que no es compartida la responsabilidad, requiere un doble esfuerzo. Esto es parecido a la situación de padres solteros, con la diferencia que tienen un tiempo para ellos solos mientras lo cuida el otro padre. Independientemente del tipo de parentalidad, la crianza y educación de un hijo requiere como primera medida la satisfacción de las necesidades prioritarias, alimentación, hogar, seguridad. Hay cosas que hay que hacer porque la función así lo exige.

Ser padre desafía la conciliación entre la vida laboral y personal. En el caso de padres solteros, surge la posibilidad de realizar cosas pendientes y, a la vez, la sensación de que el hijo depende únicamente de él. Es como si naciera una fuerza extra que muchas veces motiva a emprendimientos en pos de pensar en las necesidades a satisfacer.

El ejercicio de la paternidad implica la revisión de la forma en que fue hijo de su propio padre. Muchas veces eso deriva en ser totalmente opuesto a él por tener miedo de parecerse, sobre todo en los casos de orfandad paterna real o percibida, violencia, o consumo. Construir la paternidad implica revisar los valores con los que fue criado. Educar a un hijo es muy difícil y, a pesar de las circunstancias existentes, no es imposible. Implica pensar en los recursos que le deja uno al hijo para poder enfrentar el mundo por sí mismo.

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