“A vino nuevo, odres nuevos”

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 14-17.

En aquel tiempo, los discípulos de Juan se acercan a Jesús, preguntándole: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?”. Jesús les dijo: “¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan”.



Jesús nos enseñó cómo humanizar nuestra sociedad

Ciertamente que las situaciones por las que pasa la humanidad parecen no engendrar confianza e ilusión, sin embargo, es más necesario que nunca. Es el evangelio el que nos da una pequeña pista, aunque es muy exigente, es fijarnos en la actuación de Jesús y en su palabra. Siempre, el creyente, tiene que recordar la actuación de Jesús, el hombre, que, siendo Dios, nos enseñó cómo humanizar nuestra sociedad. Su actuación y sus palabras, son la mejor manera para liberarnos del desánimo y de la desesperación. Él está con nosotros y, con la fuerza de su Espíritu, nos capacita y nos impulsa a hacer realidad lo que Dios Padre quiere para toda la humanidad. Quiere la paz, la concordia, el bienestar, la justicia para todos. Para lograr esto no nos debemos quedar parados, sino que tenemos que saber situarnos y no hacer lo de siempre, sino estar siempre en proceso de conversión. La conversión nos exige descubrir la novedad de los tiempos y poner novedad en nuestra actuación. Eso es lo que ha pretendido el Papa cuando ha convocado a toda la Iglesia al Sínodo de la sinodalidad. Hay que cambiar. Hay que escuchar al Espíritu y escucharnos para descubrir entre todos lo que nos están diciendo estos tiempos de superficialidad, de relativismo, de indiferencia y de falta de compromisos, tanto a nivel eclesiástico como civil y social. Pongamos soluciones nuevas a estos nuevos tiempos. Seamos audaces para proponer entre todos cómo anunciar, hoy, la paz a nuestro mundo. Podemos hacer hoy esta oración. “Señor Jesús, dame Tu Paz, esa que sólo Tú puedes dar. Sin ella Tu envío no tiene futuro. Dame Tu Espíritu para ser como Tú, para alegrarme como Tú y vivir Tu misma vida resucitada. Que ese mismo Espíritu me ilumine para adentrarme en la Palabra que hoy me diriges. Amén.

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