PREVENCIÓN

"La tercera causa de muerte entre jóvenes de 20 a 24 años"

Por Maureen Birmingham. Representante en Argentina de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS).

A nivel global, pero particularmente en la región de las Américas, el suicidio constituye un serio problema de salud pública. En todo el mundo cada día casi 3.000 personas mueren por suicidio, alrededor de 100.000 mueren anualmente por esta causa en las Américas, y se calcula que por cada suicidio hay al menos 20 intentos.

 

El suicidio se puede presentar a cualquier edad, y es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años en la región. En Argentina, los accidentes, suicidios y homicidios son las principales causas de muerte en el grupo de 15 a 24 años.

 

Si bien el conocimiento acerca del comportamiento suicida ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, esta problemática continúa teniendo baja prioridad en las acciones de salud pública.

 

El suicidio es un problema complejo, en el que intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales que aumentan la vulnerabilidad de una persona al comportamiento suicida. Pero lo fundamental es tener en cuenta que una gran parte de los suicidios se puede prevenir y que existen intervenciones eficaces para hacerlo. Por ejemplo, se estima que la mayoría de las personas que mueren por suicidio interactúan con un proveedor de atención primaria de la salud un mes antes de su muerte. Por eso, la eliminación del estigma relacionado con trastornos de salud mental, el acceso fácil a los servicios de salud, la detección temprana de las personas con conducta suicida y un manejo efectivo del sistema de salud son fundamentales para que reciban a tiempo la atención que necesitan.

 

En particular, el personal de atención primaria de salud tiene un papel importante que jugar en la prevención, detección temprana y manejo del comportamiento suicida.

 

Ante todo, la detección y tratamiento tempranos de condiciones subyacentes, como la depresión y los trastornos por consumo de alcohol y/o uso de sustancias psicoactivas son fundamentales para la prevención, así como el seguimiento con quienes han tratado de suicidarse con un apoyo psicosocial en su comunidad.

 

Asimismo, un eslabón importante de esta cadena son los medios de comunicación, que desempeñan un papel clave a la hora de informar de manera responsable de las muertes por suicidio y contribuir a su prevención, ya que existen investigaciones que determinan que una cobertura amarillista y repetitiva tiende a promover conductas imitativas en otras personas con riesgos suicidas.

 

En fin, el suicidio es mayormente prevenible con medidas costo-efectivas y basadas en pruebas científicas. El liderazgo del Estado, un abordaje integral, una coordinación multisectorial y una participación social son necesarios para evitar estas tragedias con consecuencias irreparables para las personas, las familias y la sociedad en su conjunto.

 

 


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