Yo he venido para que tengan vida en abundancia

La imagen del pastor y el rebaño tiene en la tradición bíblica del Antiguo Testamento una riqueza extraordinaria, porque nos habla del vínculo estrecho entre Dios y su pueblo. El pueblo de Israel es designado como el "rebaño de Dios" que es liberado de la esclavitud y conducido a través de la historia hacia un cumplimiento insuperable. Igualmente la imagen expresa la relación personal del israelita con su Dios, un Dios protector y compasivo.

 

Para que el pueblo tenga siempre alguien que lo conduzca, Dios confía a algunos de sus siervos esta tarea: Moisés, los jueces, David, llamados pastores. El fracaso de esta labor y el abuso de poder de los dirigentes hace que el pueblo espere que el mismo Dios se ocupe de su pueblo: "yo mismo reuniré al resto de mis ovejas" (Jer 23, 2-3), y lo hará a través de un descendiente de David que "practicará el derecho y la justicia" (Jer 23, 5). En Ezequiel 34 aparecen estos temas descriptos de manera magistral.

 

La comparación del evangelista Juan, hunde sus raíces en esta tradición bíblica, pero el Pastor es aquí único y está dispuesto a dar la vida por sus ovejas.

 

La relación íntima y personal entre el pastor y las ovejas se describe con la entrada del pastor por la puerta en el redil y la llamada a cada una por su nombre para conducirlas. Ellas conocen su voz y por eso no huyen sino que se dejan conducir. Él va delante y ellas lo siguen. Estas ovejas son aquellas personas que han escuchado la palabra de Jesús y creído en él, son las ovejas que le dio su Padre. Jesús las conduce a la salvación, a la comunión con Dios. Por eso, las libera de las ataduras de la religión israelita, sacándolas fuera de ese círculo de infelicidad y las conduce a la plenitud de la vida.

 

El evangelista continúa con su comparación diciéndonos que Jesús es la puerta por la que transitan libremente las ovejas para alcanzar la salvación: "Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí, se salvará, entrará y saldrá y encontrará pasto". Jesús, a diferencia de los dirigentes del pueblo, garantiza a las ovejas la salvación, la vida en abundancia. Conducidas por él, las ovejas son libres, pueden entrar y salir libremente, no están sujetas a ningún yugo que las domine y esclavice. El buen pastor conduce a su pueblo a la vida en abundancia.

 

Conclusión

 

La imagen del buen pastor sirve de modelo a partir del cual podemos mirar y evaluar el estilo de conducción de la dirigencia política, social y religiosa que tiene la misión de conducir al pueblo. Esta misión debe ser llevada adelante con misericordia, conociendo a las ovejas (ciudadanos) por su nombre, es decir, tendiendo un trato personal, liberándolas de todas las ataduras y esclavitudes, conduciéndolas a la vida en abundancia, es decir, a la plena felicidad.

 

Las ovejas no le son propias, son de Dios, y de él deben aprender con humildad y veracidad a conducirlas por el camino de la dignidad, donde cada persona realice sus capacidades y talentos y puedan ponerlos al servicio de todo el rebaño, de la sociedad. Sólo así la misión será auténtica, sólo así cosecharán el amor y la valoración del rebaño.


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