Opinión

Rosario: ¿Exámenes justos o flexibilidad excesiva?

Por Laura Lewin

Los alumnos de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario pueden suspender un examen si se sienten maltratados por un docente. Este protocolo es parte de una prueba piloto que les permite a los estudiantes de medicina solicitar la suspensión de un examen si perciben un trato injusto o se enfrentan a contenidos fuera del programa. Esta medida, aunque bienintencionada, presenta varias implicancias preocupantes que requieren una revisión crítica.

En primer lugar, la implementación de este protocolo puede producir un desbalance significativo en la relación entre docentes y estudiantes. La autoridad y el respeto, fundamentales en este vínculo, corren el riesgo de desequilibrarse. ¿Qué siente, qué piensa y cómo actúa un docente, pilar esencial en la formación médica, si su criterio se cuestiona constantemente? Además, no debemos olvidarnos de los estándares académicos. La rigurosidad y la calidad de la educación médica son cruciales para asegurar que los futuros profesionales estén bien preparados para los desafíos de su carrera, y estas podrían disminuir si el sistema permite una flexibilidad excesiva en la evaluación.

Otro aspecto preocupante es la interferencia en el proceso de evaluación. La objetividad y la integridad de las evaluaciones podrían verse comprometidas. La posibilidad de suspender exámenes basándose en percepciones subjetivas de los estudiantes introduce un elemento de incertidumbre que puede ir en contra de estos principios fundamentales. A esto se suma el riesgo de abuso del sistema por parte de los estudiantes, quienes podrían utilizar esta nueva medida para evitar exámenes difíciles, lo que conduce a un aprovechamiento indebido del sistema y a una desviación de su propósito educativo.

La universidad no prepara solo a nivel cognitivo, sino emocional también. Este protocolo podría fomentar una mentalidad de evasión entre los estudiantes, incentivándolos a evitar desafíos en lugar de afrontarlos. Esto es particularmente contraproducente en una profesión que demanda resolución y capacidad de adaptación constantes. La medicina es una carrera llena de imprevistos y situaciones desafiantes. La tendencia a evadir desafíos académicos no contribuye a la preparación necesaria para enfrentar estos retos en la práctica profesional.

Inclusive en el ámbito administrativo, la implementación de este protocolo también presenta desafíos. Podrían surgir complicaciones administrativas y retrasos en el calendario académico, afectando la fluidez del programa académico y la planificación a largo plazo.

Ahora bien, sería injusto desacreditar la preocupación de los alumnos en lo que se refiere a posibles abusos de poder entre docentes y estudiantes, por lo que es genuinamente necesario resolver los problemas de fondo, pero sin comprometer la calidad y la integridad del proceso de formación médica.

Una de las medidas fundamentales es la transparencia en el contenido de los exámenes. Es vital que los estudiantes conozcan con claridad lo que se espera de ellos y que el contenido evaluado se adhiera al programa de estudios. Esto no solo garantiza la equidad en la evaluación, sino que también orienta a los estudiantes en su proceso de aprendizaje.

Junto a esto, es imprescindible establecer y comunicar procedimientos de evaluación claros y justos. La definición de criterios de evaluación objetivos es clave para que los estudiantes se sientan evaluados de manera imparcial. Por lo tanto, la capacitación y supervisión de los docentes también juega un papel crucial. La formación continua en métodos efectivos (y por qué no, afectivos) de enseñanza es necesaria para asegurar un alto nivel de calidad educativa.

Otro punto es la revisión periódica de los programas de estudio y de los métodos de enseñanza. Asegurar que ambos se mantengan actualizados y alineados con las mejores prácticas en educación médica es esencial para proporcionar una educación de calidad y relevante.

También fomentar un entorno de respeto y colaboración entre docentes y estudiantes y crear una atmósfera donde se valore la comunicación abierta y el respeto mutuo contribuye significativamente a un ambiente educativo positivo. Las instituciones debieran prestar atención al bienestar de los estudiantes, ofreciendo acompañamiento y apoyo durante los períodos de exámenes como un recurso invaluable para aliviar el estrés y mejorar su rendimiento académico.

No se debe dejar de lado la implementación de mecanismos de retroalimentación y quejas. Estos sistemas deben permitir que los estudiantes puedan expresar sus inquietudes de manera segura y anónima, lo cual es esencial para que los directivos puedan detectar y abordar cualquier problema o malentendido a tiempo para identificar áreas de mejora continua.

Si bien es verdad que este protocolo tiene la intención de proteger a los estudiantes, es crucial considerar sus potenciales efectos negativos a la vez de trabajar fuertemente en fortalecer un entorno académico que sea justo, riguroso y conducente al desarrollo integral de futuros profesionales médicos, sin poner en riesgo la reputación y autoridad de los docentes. Debemos buscar un equilibrio donde tanto la seguridad de los alumnos y la integridad educativa coexistan en armonía, asegurando así la excelencia y la dignidad en la formación médica.

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