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El "Coto", contador público y humorista bien santiagueño

"Siempre hay que estar bien, en las buenas o en las malas la actitud siempre tiene que ser positiva y yo más que tengo que hacer reír a la gente", destacó Marcelo. NACIÓ EN LA "MADRE DE CIUDADES" 

Marcelo Camuñas, el "Coto" como lo conocen todos, es un humorista santiagueño que regala buenas ondas permanentemente. Contador público nacional recibido, esa profesión quedó relegada por el cómico, por ese artista que desde niño siempre soñó con ser lo que es hoy a imagen y semejanza de su gran referente, el contador público nacional y humorista chaqueño Luis Landriscina, a quien conoció y con quien trabajó.

Nació en Santiago, pero desde hace años vive en Córdoba, ciudad en la que construyó su carrera artística con participaciones (aún lo sigue haciendo) en ciclos radiales y televisivos, además de destacadas temporadas de verano en Villa Carlos Paz.

"Gracias a Dios, estoy bien. Siempre hay que estar bien, en las buenas o en las malas la actitud siempre tiene que ser positiva y yo más que tengo que hacer reír a la gente. Yo no te puedo hacer reír a vos si yo no estoy bien. Tengo que transmitir mi bienestar, mis ganas de reírme para ver si transformo lo tuyo en risa".

Este es parte de una larga y profunda reflexión que hizo el "Coto", en un zoom exclusivo con EL LIBERAL, al hablar de su misión en la vida como humorista. Sus trabajos. Sus temporadas en Carlos Paz. 

-¿Cómo, dónde y en qué circunstancia nace el "Coto"?

Yo me vine a vivir a Córdoba a los 17 años. Tengo un tercio de mi vida santiagueño y dos tercios de mi vida en Córdoba porque hace 35 años que estoy aquí. Digamos que ahora no es tanto siesta sino más fernet (ríe). Vine a Córdoba a estudiar Ciencias Económicas. Desde que vivía en Santiago ya era el gracioso del aula en la primaria y en la secundaria. Soy profesor de Inglés y cuando estudiaba inglés era el gracioso.

-¿Cuándo te subiste por primera vez a un escenario?

A los 12 años me subí por primera vez a un escenario. Fue en una peña en la que Eduardo Ávila era la figura central. Me gustó ser motivo de alegría, de diversión para la gente. Después, a los 15 años llegué a la final de un certamen de humor que se hizo en el Club Juventud. Era como el Finalísima del humor, de Leonardo Simmons, pero se lo hacía en Santiago. No gané, salí segundo, pero para mí era un montón. Después me vine a Córdoba y sigue siendo el gracioso en la facultad, pero mi prioridad era estudiar, recibirme de contador público nacional y trabajar. Siempre he venido mamando de cada humorista que es lo que me gustaría a mí o cómo me gustaría hacer a mí reír.

-¿En quiénes te reflejabas en esos momentos?

Me gustaba verlo a Quique Dapiaggi (humorista santiagueño) con su programa de televisión "Lo nuestro con humor". También verlo al Chango Acosta Villafañe, un santiagueño que recitaba y te hacía reír. Me gustaba la rima para el humor, los recitados, la poesía. Después, con el "Gato" lo mismo y con Rodolfo Zapata las canciones picarescas, con doble sentido. Y Luis Landriscina me maravilla la sapiencia que debía tener el humorista para relatar algo. No pretender ser como él, pero sí entender que el artista debe estudiar, ser un profesional. Y también José Luis Gioya, de quien me gustaba su personaje del gallego. Y también Rudy Chernicoff. De varios fui sacando cosas. Y así fue como, en el 2008, empecé a mi carrera artística en Córdoba. Este año estoy cumpliendo 16 años con el humor en forma profesional.

-¿Qué evaluación realizas de todo lo conseguido en ese tiempo?

Hay que tener un poco de caradurez para hacer reír y cada más porque los tiempos están cada vez más difíciles arrancarle una sonrisa a la gente porque la gente está con la cabeza en otra cosa, uno también está con la cabeza en otra cosa. Me largué a ser humorista y gracias a Dios no me arrepiento. En el 2010, 2011 y 2012 trabajé con Juancho Carabajal en Radio Panorama. Trabajé, en el 2013, en Peligro Sin Codificar. En el 2014, con Mateyko en Córdoba. A fines del 2014 entró a Cadena 3, donde ya llevo diez años trabajando. Grabé mi tercer CD con la Sony-BMG. Hago mis temporadas en Carlos Paz. Siempre estoy luchándola. Los artistas deben ser uno de los mayores luchadores que hay en el mercado laboral. En la pandemia nos cansamos de hacer shows gratis por streaming. El arte está primero. Yo ya ejercí veinte años como contador público nacional y ahora me quedo como humorista nomás.

-¿Cuánto juega la realidad en la elaboración de los libretos?

Juega en dos ítems. Uno, en cómo los hago reír al público con esta realidad. Y siempre me contesto lo mismo: riéndonos de la realidad, no burlándonos sino riéndonos. Me río de la realidad y esos son los videos que después se viralizan. Les voy haciendo entender que a mí me pasa lo mismo que a ellos y, a veces, peor las cosas que me pasan a mi. Hay que tomarlo con una onda positiva. Nos reímos de la actualidad y de los problemas que tenemos.

-¿Cómo logras evitar caer en la tentación de recurrir a los golpes bajos para hacer reír?

Cuesta mucho, pero gracias a Dios lo logro manejar. Cada vez hay más malas palabras, golpes bajos. Respeto a quienes lo hacen, es un camino que eligen, pero yo no lo elijo para mí. Mantengo mi estilo y me siento orgulloso, y la gente te lo valora.

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