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Francisco, el Papa que rechazó los lujos del Vaticano

Siempre tuvo como lemas la humildad y la sencillez, cualidades que marcaron su vida y su Pontificado.

Cuando fue elegido Papa en marzo de 2013, el argentino Jorge Bergoglio marcó importantes hitos en la historia de la Iglesia católica.

Fue el primer pontífice latinoamericano, del continente americano y de todo el hemisferio sur.

De hecho, el papa Francisco -cuya muerte acaba de ser anunciada por el Vaticano- fue el primer no europeo en convertirse en obispo de Roma desde la muerte de Gregorio III en el año 741.

También fue el primer pontífice jesuita, y como tal intentó desde el momento de su elección privilegiar la sencillez que se le atribuye a la histórica orden fundada por San Ignacio de Loyola en 1534 por sobre la pompa vaticana.

El papa Francisco quería imprimir a su Pontificado: humildad. "No te olvides de los pobres" fue la frase que el cardenal Claudio Hummes le dijo después de que resultara elegido en el Cónclave. Esa palabra, "los pobres", se grabó en su corazón e inmediatamente pensó en Francisco de Asís. Por eso escogió su nombre. 

Esta historia, que contó él mismo, es solo una pincelada de lo que fue su mandato como jefe supremo de la Iglesia. 

Se presentó al mundo aquella primera noche sin la esclavina roja sobre los hombros, sino vestido de blanco. Solo usó la estola de oro durante la liturgia, para luego quitársela. Tampoco utilizó la cruz de oro, sino una hecha de plata antes de marcharse a su alojamiento en el autobús con el resto de cardenales. Todos símbolos del espíritu con el que asumió el cargo.

Rechazo

Al día siguiente estuvo en la Casa del Clero, donde se había alojado los días previos al Cónclave para pagar la cuenta por su estancia. Un gesto que a simple vista parecía uno más, pero que tuvo mucha importancia. "¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!" dijo a modo de deseo. Y este deseo empezó con él mismo. 

En una decisión sin precedentes y extraordinaria, el papa renunció al lujoso apartamento pontificio que utilizaron sus predecesores durante más de un siglo. Diez habitaciones, salones con suelos de mármol y una profusa decoración, biblioteca, estudio médico, capilla, cocina y comedor forman el apartamento pontificio, situado en la tercera planta del Palacio Apostólico del Vaticano. Desde 1903, cuando se instaló Pío X, era esta la residencia que habitualmente utilizaban los Pontífices. Hasta que llegó Francisco. 

Dijo que prefería vivir en la Casa Santa Marta, la residencia para eclesiásticos y altos cargos de la curia que está en el interior del Vaticano y donde se alojaron los cardenales que participaron en el Cónclave para elegirle. Ni siquiera se trasladó a la habitación que le correspondía hasta que finalizaran las obras para adaptar el mencionado apartamento, sino que permaneció en la que le habían asignado durante el cónclave. 

Las habitaciones son simples: una cama, un crucifijo y poco más. Solo utilizó algunas estancias del apartamento papal para reuniones o encuentros, fue un lugar de "trabajo". 

Además de una necesidad de despojarse de privilegios y lujos innecesarios, esta decisión casaba además con la vocación de cambio que animaba al papa y al propio San Francisco de Asís. "Un hombre sencillo que era un pobre sirviente de Jesús y a quien se le encomendó la misión de 'reconstruir la Iglesia" así definió Philip Tartaglia, arzobispo de Glasgow al santo.

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