LOS CÓNCLAVES EN LA HISTORIA

La elección del nuevo Papa que sucederá a nuestro paisano Francisco es un evento que comenzará el próximo miércoles 7 de mayo y que concita una atención portentosa en todos los rincones del mundo moderno. A pesar de los ritos ancestrales, de las vestimentas legendarias y de los modos que algunos presumen anticuados, la reunión de los cardenales católicos del mundo se ha convertido en un gran hecho político, un enorme acontecimiento religioso y convierte a Roma, en el centro del mundo por estos días.

Más allá de quien resulte elegido, que puede ser cualquier varón católico bautizado que reúna las condiciones para ser obispo, el acontecimiento eclesial y sus consecuencias van a marcar los años por venir y sobre todo la capacidad de la Iglesia para reemplazar un liderazgo religioso, político y ético que fue el del hombre más importante del mundo en el siglo XXI. No está de más aclarar que para ser obispo católico hace falta tener 35 años, no estar casado y ser célibe, haber sido ordenado presbítero cinco años antes, estar doctorado o licenciado en teología, filosofía, Sagradas Escrituras o derecho canónico, o ser experto reconocido en estas ciencias, además de tener buena reputación, testigo firme de la fe, exhibir buenas costumbres y ser un piadoso pastor de almas. 

   Es por eso por lo que hoy transitaremos por la historia de una de las instituciones más antiguas en funcionamiento y que ha cumplido acabadamente sus objetivos a lo largo de la historia: los cónclaves electores del Obispo de Roma.

Los cardenales

   El origen de los cardenales es el clero de Roma: los presbíteros y los diáconos que atendían desde tiempos inmemoriales las iglesias de la ciudad madre de la catolicidad en el mundo. A ellos se suman los obispos de las diócesis que rodean a Roma y de allí viene la palabra "incardinado" que se aplica al clero secular que está bajo la autoridad del obispo de cada diócesis en el orbe. Su vestimenta púrpura símbolo de la sangre de Cristo es la que inspiró el nombre del pájaro que engalana nuestras pampas y sierras,

   El nombre deriva del latín "cardo", cuyo significado es gozne, pivote, bisagra. Si bien el nombre de cardenal se asignaba directamente a los sacerdotes romanos, el cisma de Oriente que separó a las iglesias católica y ortodoxa en 1053 hizo que los Papas ordenaran la organización institucional de la Iglesia a partir de entonces. El Colegio Cardenalicio nace por voluntad del papa Nicolás II, quien en 1059 emitió una constitución apostólica (norma jurídica institucional de la Santa Sede) llamada "In nomine domini" estableciendo hasta hoy que los cardenales fueran los electores del Papa. Hasta ese momento la elección de los obispos, incluido el de Roma, era asamblearia con la participación del clero y del pueblo de Dios. A mediados del siglo XII se aceptó que fueran cardenales quienes no residieran en Roma. Desde entonces se los conoce también como los "Príncipes de la Iglesia". 

   Su función fue siempre formar consejo para acompañar al Papa en sus tareas, quien puede convocarlos a unas reuniones llamadas consistorios, para el tratamiento de diversos temas o habitualmente para la canonización de nuevos santos de la Iglesia. Como curiosidad reciben el trato de "Eminencia Reverendísima", reservado sólo a ellos. Entre los siglos XI y XV fluctuó su cantidad entre 10 y 60, hasta que a fines del siglo XVI el papa Sixto V elevó la cantidad a 70 para coincidir con el número de ancianos que aconsejaban a Moisés para gobernar el pueblo de Israel. 

   Luego del Concilio Vaticano II, finalizado en 1965 el número de cardenales fue llevado a 120. El Código de Derecho Canónico regula actualmente la existencia y la función de los cardenales, y la constitución apostólica "Universi Dominici Gregis" del papa Juan Pablo II, dictada en 1996, reiteró en 120 la cantidad de cardenales electores, pero la condición de soberano absoluto del Papa ha hecho que Francisco creara 135 cardenales que cumplen la condición de elector

    En los tiempos modernos, el Colegio Cardenalicio es conducido por un Decano y un Vicedecano, que son hoy los cardenales Juan Bautista Re y Leonardo Sandri, que en el caso particular de este Cónclave no podrán conducirlo por tener ambos más de 80 años, y por tal razón no pueden participar de la elección papal. Los reemplazará el cardenal Pietro Parolin, por ser el cardenal obispo de mayor precedencia. Otro cargo muy importante dentro del Colegio es el de camarlengo, cardenal que tiene a su cargo la administración temporal de la Santa Sede en el período que media entre la muerte o renuncia del Papa y la elección de su sucesor.

   Hoy día los cardenales conforman tres órdenes vinculadas al sacerdocio. Los nombra el Papa en sus títulos. Son cardenales obispos aquellos que son prelados de las diócesis "suburbicarias" (suburbanas) de Roma, además de alguno de los Patriarcas Orientales. Son ahora 13, de los cuales votarán en el próximo Cónclave 5. Son cardenales presbíteros aquellos a los que se otorga el título correspondiente a una iglesia romana, hoy 205, de los que elegirán al próximo Papa 109. Son cardenales diáconos los que reciben la asignación de una iglesia menor de Roma o cumplen tareas en la Santa Sede, siendo en estos días 34, de los cuales 21 participarán del Cónclave que se inicia el próximo miércoles. Es el cardenal diácono más antiguo (protodiácono) quien anunciará al mundo la elección del nuevo Papa y su nombre, el cardenal Domingo Mamberti.

Historias de papas y elecciones

   No está de más reiterar que durante más de diez siglos los obispos de Roma eran elegidos por el clero y el pueblo romano, al igual que todos los obispos del mundo. El cambio de milenio alteró esa tradición y la elección papal fue circunscripta a los cardenales y las de los obispos al papa. Los cónclaves, que no tenían reglamentos originalmente, se celebraron en distintos lugares, ya que no hay establecida una sede fija, más allá de la tradición de los últimos siglos de realizarlos en la Capilla Sixtina en el Vaticano.    

   Están registrados con precisión todos los Cónclaves realizados desde 1404 hasta hoy: 63. La cantidad de electores en cada una de esas reuniones, que se realizaban en la catedral más cercana al lugar de muerte del papa anterior, varió exageradamente durante varios siglos: desde 9 integrantes hasta 70. El predominio de los cardenales pertenecientes a la península itálica y su residencia en Roma hizo que la mayoría de los papas fueran considerados "italianos", aunque hay que decir con precisión que Italia existe tal cual la conocemos hoy desde 1870, y que la mitad de su territorio eran desde la Edad Media los Estados Pontificios, lo que explica la nacionalidad de al menos 200 papas católicos.

   Vale la pena aclarar que ha habido papas de varios continentes, como los nacidos en Tierra Santa, el antiguo imperio bizantino y el norte de África, por lo que es inexacto afirmar que Francisco fue el primer papa no europeo. Fue el primer papa americano. Si tomamos la conformación política actual del orbe, ha habido papas italianos, franceses, alemanes, españoles, portugueses, croatas, turcos y griegos, además de un polaco, un argentino, un albanés, un británico y un neerlandés. Sólo Oceanía no ha tenido papas hasta hoy.

   Recién en 1878 participó de una elección papal un americano, el cardenal estadounidense John McCloskey; en 1914 el primer sudamericano, el cardenal brasileño Joaquim Arcoverde de Albuquerque Cavalcanti; y en 1939 el primer hispano parlante americano, el cardenal argentino Santiago Luis Copello.

El Cónclave que elegirá al sucesor de Francisco

   El 7 de mayo, luego de la Misa Pro Eligendo, se constituirá el Colegio de Cardenales formado por los electores en la Capilla Sixtina, se elegirá una comisión escrutadora y una comisión fiscalizadora de la votación formadas cada una por tres cardenales, y luego se realizará una primera votación. En los días subsiguientes serán cuatro, dos por la mañana y dos por la tarde, durante ocho días. En la historia, ya establecida la elección por parte de los cardenales, rigió el criterio de mayoría absoluta (mitad más uno) hasta 1179, en que el Concilio de Letrán obligó a recoger dos tercios exactos de votos al menos para la elección, con la prohibición de votarse a sí mismos para los participantes del cónclave, lo que llevó a diseñar papeletas especiales. 

    Existieron cuatro tipos de votaciones: 

1) Por adhesión: se permitía el cambio de voto durante el escrutinio para acelerar la llegada a los dos tercios. Se suprimió en el cónclave de 1903; 

2) Por aclamación: antes de iniciar las votaciones, si "se expresaba el Espíritu Santo", todos los presentes aceptaban a un candidato, criterio suprimido en 1621; 

3) Por compromiso: ante el estancamiento del cónclave, se elige un grupo reducido de cardenales para que lleguen a un acuerdo que es avalado por la totalidad de los participantes; 

4) Por escrutinio: se realizan votaciones hasta llegar a la proporción establecida, que es la única que actualmente rige desde 1996 establecida por el papa Juan Pablo II habiendo sido en 1676 la última por aclamación y en 1316 la última por compromiso. Hoy día un cardenal puede votar por sí mismo.

   Luego del Concilio Vaticano II, celebrado en Roma entre 1962 y 1965, se fueron estableciendo normas más estables y explícitas respecto del cónclave. Se estableció la Capilla Sixtina como sede del cónclave. Si al cabo de 33 votaciones no hay candidato que llegue a los 2 tercios, se realiza una votación entre los dos candidatos más votados hasta llegar a esa proporción, en una suerte de balotage. En los últimos siglos no se ha llegado nunca a este extremo e incluso los últimos cónclaves se han definido en las primeras jornadas.

   Sin duda la atención del mundo estará en la Capilla Sixtina estos próximos días, cuando surja de la reunión del "club más exclusivo y selecto del mundo" el nombre del nuevo pontífice. Si bien "quien entra papa, sale cardenal", la historia es pródiga en desmentidas a esta máxima y estamos prontos a saber al hombre que conducirá la Iglesia Católica en los próximos días.