Opinión

Los nuevos héroes

Por Dr. Carlos Scaglione | Docente de la UNSE.

Seguramente, los peritos y versados, Economistas, Licenciados, Profesores de Contabilidad, Abogados Penalistas expertos en delitos financieros, nos podrán explicar con idoneidad técnica, a los ciudadanos normales que no tenemos ese bagaje técnico y que, durante mes a mes, año tras años y varias décadas hemos cumplido con cuanta obligación contable exista para estar dentro de ley y como ser un nuevo héroe para evadir impuestos en la Argentina. 

Es muy raro -demasiado raro- escuchar decir de boca de un mandatario que quienes pagan impuestos son una mezcla de otarios y pusilánimes y que, por el contrario, los evasores integran una especie de elenco estelar y son "héroes".

Hay una larga lista de presidentes que evadieron tributos antes de ocupar ese cargo, pero lo que no abunda, claro, es que fomenten esas ruines maniobras una vez que llegan a la presidencia de un país.

Tan raro es todo este asunto que nunca antes un presidente había desparramado una postura tan sorprendente y -en apariencia- contradictoria. No se conoce nada parecido en el mundo, no hay antecedentes. Un triste trofeo que se cuelga en el pecho la Argentina.

No hace falta ningún adjetivo, sino sus propias palabras cuando un mandatario alienta a no cumplir con una de las principales fuentes de capitalización del Estado -junto con la toma de deuda claro, ¿tan común en nuestro País con gobiernos Neoliberales que prometen ordenar la economía-? Tal vez la respuesta haya que buscarla en una frase que dijo meses atrás: "Soy un topo en el Estado".

El gobierno presentó este jueves el Plan de reparación histórica de los ahorros de los argentinos. Hace días, el presidente -en una de sus habituales catarsis antiestatal- había prometido que este blanqueo apuntaría a que se puedan sacar los dólares de abajo del colchón sin el riesgo de que nadie tenga posteriores problemas; es decir, sin que nadie deje las huellas marcadas. El flamante plan garantiza en palabras del presidente la inmunidad en forma exclusiva para la gente de bien.

El Estado en este demencial esquema parece tener como rol principal cumplir con las necesidades de un reducido sector de poderosos, para ellos, hay todos los derechos. Y ya no importa nada más. Si en el afán por conseguir esos vitales dólares para el gobierno hay que abrir la puerta a dinero manchado, esa puerta se abrirá de par en par. No es un problema para los asuntos económicos si ese dinero se consiguió con el narcotráfico, la trata de personas o un secuestro extorsivo.

Si todo esto, sigue ocurriendo la Argentina pegará un enorme salto cuántico hacia atrás. En lo institucional, en los derechos individuales, en los derechos de los trabajadores, en la educación, en la vida cotidiana, en la pérdida de recursos naturales. En todos los aspectos del país. Tal vez ese salto hacia el pasado sea de décadas. Tal vez, sea mayor. Si sigue corriendo como un río desbocado, sin un dique que finalmente frene sus aguas envenenadas, Milei seguirá destruyendo todo a su paso.

El León como gusta autodenominarse mostró todas sus cartas y sigue en su misión de topo destructor del Estado. No para. Hay que reconocerle su perseverancia. Y seguirá rompiendo todo, desmarcando las fronteras de la Nación y quitando los derechos más básicos, esos que se garantizan a las sociedades desde la formación de los estados-nación.

Es por eso muy alentador las palabras de la Iglesia a través del Obispo García Cuerva, A partir de un texto del evangelio según Marcos, el arzobispo porteño afirmó que "experimentamos que se está muriendo la fraternidad" en la Argentina, "se está muriendo la tolerancia y el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unidad, una Patria de hermanos". Milei escuchaba en solitario en primera fila, en un lugar preferente que le fue asignado.

Sin dejar de referenciar el texto bíblico, lanzó una crítica a toda la dirigencia política diciendo que "años de promesas incumplidas y estafas electorales nos hicieron perder las ganas de participar, nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar.

En rápida descripción de la situación agregó que "nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión Continuando con su diagnóstico García Cuerva afirmó que "Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo, y los que han vivido de privilegios que los alejó de la calle, de los medios de transporte público, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado; alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor, ni sus frustraciones, pero tampoco se emocionan con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir adelante. Y ante el dolor, a veces, (...) decimos (...) ya no hay nada que hacer, transformándonos en agoreros de malas noticias, en profetas de calamidades, incluso escuchando todo el tiempo a los que envenenan el alma remarcando siempre lo que está mal, lo que falta".

"Hemos pasado todos los límites"

¿Escuchará la dirigencia y la sociedad civil este grito de la iglesia Intervendrá la sociedad civil en sus distintos estamentos para desviar el cauce de semejante salvajada? ¿Despertará en algún momento para evitar el debilitamiento de un país? ¿Dirá basta al circo romano de miles de policías pertrechados hasta los dientes para pegarles con saña a los jubilados? O querrá ser un nuevo héroe que no le importe nada de nada y aplaudir a los talentosos para hacer cuanta trampa económica evasora permite el gobierno.

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