Evangelio según San Lucas 11,29-32. Evangelio según San Lucas 11,29-32.
mul t i tud se apretujaba,
comenzó a decir: “ésta es
una generación malvada.
Pide un signo y no le será
dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un
signo para los ninivitas,
también el Hijo del hombre
lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina
del Sur se levantar á
contra los hombres de esta
generación y los condenará,
porque ella vino
de los confines de la tierra
para escuchar la sabiduría
de Salomón y aquí
hay alguien que es más
que Salomón.
El día del Juicio, los
hombres de Nínive se levantarán
contra esta generación
y la condenarán,
porque ellos se convirtieron
por la predicación de
Jonás y aquí hay alguien
que es más que Jonás”.
Comentario
Hermanos, si recorremos
las diferentes edades
del mundo vemos que
toda la tierra está cubierta
de las misericordias del
Señor, y los hombres envueltos
en sus beneficios.
No hermanos, no es el pecador
quien vuelve a Dios
para pedirle perdón, sino
que es el mismo Dios que
corre a buscar al pecador
y le hace volver a él...
Espera que los pecadores
hagan penitencia y
les invita a través de movimientos
interiores de su
gracia y por la voz de sus
ministros.
Fijaos como se comp
o r t a c o n N í n i v e , e s -
ta gran ciudad pecadora.
Antes de castigar a sus
habitantes, manda al profeta
Jonás que vaya de su
par te a anunciarles que
dentro de cuarenta días
les va a castigar. Jonás,
en lugar de i r a Níni ve,
huye hacia el otro lado.
Quiere atravesar el mar;
pero Dios, antes de castigar
a los ninivitas sin haberles
adver tido con anterioridad
y para mantener
en vida a su profeta,
hace un milagro y lo guarda
en el vientre de la ballena
durante tres días y
tres noches, la cual, al cabo
de tres días lo vomita
sobre la tierra.
Entonces el Señor dice
a Jonás: “Ve a anunciar
a la gran ciudad que dentro
de cuarenta días perecerá”.
No les pone condiciones
de ninguna clase.
El profeta va y anuncia a
Nínive que dentro de cuarenta
días perecerá.
Ante esta noticia todos
se entregan a la penitencia
y al llanto, desde
el campesino hasta el
rey. “¿Quién sabe, les dice
el rey, si el Señor todavía
va a apiadarse de nosotros?”.
El Señor, viendo cómo
recurren a la penitencia,
pa re c e a l e g ra rs e y poder
tener el gozo de perdona
r l e s . Joná s v i endo
que era llegado el tiempo
del castigo, se retiró a
las afueras de la ciudad y
esperar allí ver como caía
sobre la ciudad fuego del
cielo.
Vi e n d o q u e n o c a í a ,
e x c l amó : “ ¡ Ah , Se ñ o r ! ,
¿es que queréis hacerme
pasar por un falso profeta?
Es mejor que me hag
a s mo r i r. ¡Ah , s é mu y
bien que soi s demas iado
bueno, y que sólo queréis
perdonar! Y pues, Jonás,
le dice el Señor, ¿es
que tú querrías que hiciera
morir a tantas personas
que se han humillado
ante mí?
¡Oh no! no, Jonás, yo
no sería capaz de ello; sino
todo lo contrario, les
amaré y los guardaré.”