Evangelio según San Mateo 20,20-28. Evangelio según San Mateo 20,20-28.
Zebedeo se acercó a Jesús,
junto con sus hijos, y se postró
ante él para pedirle algo.
“¿Qué quieres?”, le preguntó
Jesús. Ella le dijo:
“Manda que mis dos hijos se
sienten en tu Reino, uno a tu
derecha y el otro a tu izquierda”.
“No saben lo que piden”,
respondió Jesús. “¿Pueden
beber el cáliz que yo beberé?”.
“Podemos”, le respondieron.
“Está bien, les dijo Jesús,
ustedes beberán mi cáliz.
En cuanto a sentarse a mi
derecha o a mi izquierda, no
me toca a mí concederlo, sino
que esos puestos son para
quienes se los ha destinado
mi Padre”.
Al oír esto, los otros diez
se indignaron contra los dos
hermanos. Pero Jesús los llamó
y les dijo: “Ustedes saben
que los jefes de las naciones
dominan sobre ellas y los poderosos
les hacen sentir su
autoridad.
Entre ustedes no debe
suceder así. Al contrario, el
que quiera ser grande, que
se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero
que se haga su esclavo: como
el Hijo del hombre, que no vino
para ser servido, sino para
servir y dar su vida en rescate
por una multitud”.
Comentario
Sin duda que fue gracias
a un poder y a una asistencia
del cielo que la doctrina de la
salvación iluminara de repente,
como un rayo de sol, toda
la tierra. Siguiendo las divinas
Escrituras, la voz de los
evangelistas y de los apóstoles
resonó por toda la tierra;
sus palabras llegaron hasta
los confines del universo. Y
en cada ciudad, en cada pueblo,
al igual que en cada superficie
al aire libre, se constituyeron
en grupo Iglesias
fuertes con millares de hombres,
llenas de fieles.
Pero bajo el reinado del
emperador Claudio, el rey
Herodes se dedicó a maltratar
a algunos miembros de la
Iglesia; fue así como hizo matar
a Santiago, hermano de
Juan, a filo de espada. Clemente
nos da el siguiente relato
de Santiago, digno de recordar:
el mismo que lo condujo
al tribunal se conmovió
viendo cómo daba testimonio,
y confesó que también
él era cristiano. Los dos fueron
conducidos juntos al suplicio;
y a lo largo del camino,
éste pidió a Santiago que le
perdonara. Santiago reflexionó
un instante y le abrazó diciendo:
“¡La paz sea contigo!”
Y los dos fueron decapitados
al mismo tiempo.
Entonces, como dice la
Escritura, al ver Herodes que
el acto de asesinar a Jacobo
agradó a los judíos, intentó
rematarlo con Pedro; lo hizo
prisionero, y hubiera llevado
a cabo el asesinato, de no haber
sido por una manifestación
divina, en la que un ángel
se le apareció durante la noche
y le sacó de las prisiones
milagrosamente, libertándolo
para el ministerio de la predicación.
Así fue el plan divino
para Pedro.?