Evangelio según San Lucas 6, 27-38 Evangelio según San Lucas 6, 27-38
a sus discípulos: “A los
que me escucháis os digo:
Amad a vuestros enemigos,
haced el bien a los que os
odian, bendecid a los que os
maldicen, orad por los que os
injurian.
Al que te pegue en una
mejilla, preséntale la otra;
al que te quite la capa, déjale
también la túnica. A quien
te pide, dale; al que se lleve lo
tuyo, no se lo reclames. Tratad
a los demás como queréis
que ellos os traten. Pues, si
amáis sólo a los que os aman,
¿qué mérito tenéis?
También los pecadores
aman a los que los aman. Y
si hacéis bien sólo a los que
os hacen bien, ¿qué mérito
tenéis? También los pecadores
lo hacen. Y si prestáis
sólo cuando esperáis cobrar,
¿qué mérito tenéis? También
los pecadores prestan a
otros pecadores, con intención
de cobrárselo.
¡No! Amad a vuestros
enemigos, haced el bien y
prestad sin esperar nada;
tendréis un gran premio y
seréis hijos del Altísimo, que
es bueno con los malvados y
desagradecidos. Sed compasivos
como vuestro Padre es
compasivo; no juzguéis, y no
seréis juzgados; no condenéis,
y no seréis condenados;
perdonad, y seréis perdonados;
dad, y se os dará: os
verterán una medida generosa,
colmada, remecida, rebosante.
La medida que uséis,
la usarán con vosotros”.
Comentario
San Pablo ha oído bien a
Jesús que lo primero y principal
es el amor y lo ha explicitado
en su canto al amor en
esta misma carta a los Corintos
en el capítulo 13. “Ya podría
yo tener... si no tengo
amor, nada soy”. Toda acción
de un cristiano debe
brotar del amor y llevar al
amor. Todo, también la inteligencia,
debe estar al servicio
del amor. “A uno que ama es a
quien Dios reconoce”.
En el pasaje de esta primera
lectura aplica este criterio
para resolver un caso
que se daba en la primitiva
iglesia, donde había conversos
cristianos que venían
de la idolatría y seguían pensando
que comer carne sacrificada
a los ídolos era pecado...
aunque para una conciencia
cristiana bien formada
no es pecado porque los
ídolos “son nada”.
Por la debilidad de esos
cristianos, apelando al amor,
“si por cuestión de alimento
peligra un hermano mío,
nunca volveré a comer carne,
para no ponerlo en peligro”.
Lo dicho, el amor debe
regir toda nuestra vida. En el
evangelio de hoy, vemos al
mismo Jesús, como no podía
ser de otro modo, aplicar
su principio del “amor lo
primero y principal” a la relación
que ha de mantener un
seguidor suyo con los enemigos,
y a otras situaciones
extremas.