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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangel io según San Lucas 13,22-30

30/10/2018 23:32 El Evangelio
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Evangel io según San Lucas 13,22-30 Evangel io según San Lucas 13,22-30

En aquel tiempo, Jesús, de

camino hacia Jerusalén, recorría

ciudades y aldeas enseñando.

Uno le preguntó: “Señor,

¿serán pocos los que se salven?”

Jesús les dijo: “Esforzaos

en entrar por la puerta estrecha.

Os digo que muchos intentarán

entrar y no podrán.

Cuando el amo de la casa se

levante y cierre la puerta, os

quedaréis fuera y llamaréis

a la puerta, diciendo: ‘Señor,

ábrenos’; y él os replicará:

‘No sé quiénes sois’. Entonces

comenzaréis a decir: ‘Hemos

comido y bebido contigo,

y tú has enseñado en nuestras

plazas’. Pero él os replicará:

‘No sé quiénes sois. Alejaos de

mí, malvados’. Entonces será

el llanto y el rechinar de dientes,

cuando veáis a Abrahán,

Isaac y Jacob y a todos los

profetas en el reino de Dios,

y vosotros os veáis echados

fuera. Y vendrán de oriente y

occidente, del norte y del sur,

y se sentarán a la mesa en el

reino de Dios. Mirad: hay últimos

que serán primeros, y

primeros que serán últimos”.

Comentario

Así Pablo, en esta carta a

los Efesios, insiste en la conducta

que como cristianos seguidores

e imitadores de Cristo

hemos de llevar. Pablo nos

da una serie de consejos domésticos,

del día a día, para

que nuestro comportamiento

sea digno de la fe que profesamos.

Está claro que no son las

obras las que nos redimen, sino

la gracia previa de la salvación

en Jesús; pero sí son las

obras las que expresan nuestra

unión y sintonía con esa

salvación. Aquí Pablo habla

del comportamiento en la familia,

en el núcleo de la casa

paterna, de las relaciones entre

padres e hijos, entre siervoscriados

(realidad natural

en aquella sociedad) y señores.

Y a todos les exhorta a seguir

una conducta recta y honesta,

sin comportamientos

mezquinos o hipócritas, sino

con el compromiso del amor

“de todo corazón”, de un profundo

respeto, como a Cristo.

Dice textualmente, “como

esclavos de Cristo que hacen

lo que Dios quiere”. El horizonte

no son los hombres, no

es el quedar bien o aparentar,

sino saber que tenemos un

compromiso con la construcción

del Reino de Dios que se

edifica en nuestros espacios

cotidianos. Que tenemos una

encomienda de Jesús de llevar

la salvación, la buena nueva

de que Dios reina en esta tierra,

a todo el mundo.

Y ese compromiso nos

pone en la perspectiva permanente

de hacer realidad la

praxis de Jesús: curar enfermos,

atender a las viudas, socorrer

a los necesitados, predicar

la salvación de Dios para

todos los hombres.

Esta es la salvación que

Jesús predicaba para todos

los pueblos. Una salvación de

reconciliación, de esfuerzo,

de entrar por la puerta estrecha,

de involucrarse en las cosas

del Padre. No basta con

“comer y beber contigo”, sino

en seguir pegados a lo que el

Padre quiere.

No basta con ver las necesidades

de otro desde fuera,

sino que hay que involucrarse

y comprometerse con

la felicidad de los demás. Así

no nos sucederá como a los

del evangelio de hoy. “No sé

quiénes sois, alejaos de mí,

malvados”. La Palabra de Jesús

nos invita a estar alerta,

atentos, entregados en el seguimiento

de Jesús. Nos invita

a tener sentimientos de

acogida y misericordia con

todos. Los de fuera también

se sentarán a la mesa del

Reino de Dios.

No pueden sernos indiferente

quienes para Jesús,

para Dios, son también hijos

elegidos. La iglesia de Jesús

es la casa de todos, está

abierta a todos, mira por

el bien, la salvación y la felicidad

de todos. Allí donde alguien

sufre, llora, está afligido

o carece de lo necesario,

allí se hace presente Dios.?

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