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EL LIBERAL . Puntos de Vista

“La felicidad no debe ser una meta, sino más bien las huellas que se dejan al caminar por la vida"

25/11/2018 22:52 Puntos de Vista
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“La felicidad no debe ser una meta, sino más bien las huellas que se dejan al caminar por la vida" “La felicidad no debe ser una meta, sino más bien las huellas que se dejan al caminar por la vida"

Los motivos para sentirse bien no se los

encuentra de una vez cuando llegan épocas

de balance como son los finales de año o

días de cumpleaños, o algunas de esas fechas

muy claves que marcan un pasaje de

un capítulo de la vida a otro. Los motivos para

sentirse bien uno los va construyendo día

a día, a lo largo del tiempo. De manera que

estas épocas de balances cuando llegan son

dramáticas, porque lo sorprenden a uno en

momentos en que va y viene construyendo

su camino. Y si está en armonía con ese proyecto

de vida que viene llevando hacia adelante,

y ese proyecto mira más allá de las

cuestiones simplemente materiales o cuantificables,

creo que se va a sentir bien. Sino

la persona buscará “analgésicos”.

Siempre hay a la vista ofertas de cosas

que supuestamente nos van a acelerar

la felicidad, pero la felicidad en realidad

es una construcción que uno la va haciendo

día a día. Lo demás es un placer efímero.

De manera que llegada la época del balance,

que puede ser el próximo mes, uno no

encuentra que ha tenido hasta aquí un camino

satisfactorio, más que quedarse enganchando

en esa mirada sobre el pasado, debe

abrir hacia el futuro una manera de vivir, para

que cuando se produzca un nuevo balance,

uno diga este balance simplemente es

un recordatorio que me permite decir que

estoy viviendo de una manera que me hace

sentir en paz conmigo mismo, que no tengo

que buscar un motivo para cerrar el año, sino

que es en el día a día cuando debo estar

en equilibrio.

En las cosas simples

Me parece que hoy cuesta más encontrar

el bienestar en las cosas simples, porque

cada vez hay menos tiempo para preguntarse

a uno mismo cuáles son sus verdaderas

necesidades, qué cosas lo hacen sentir

en paz o en calma con uno mismo, y cada

vez hay más ofertas externas que no tienen

que ver con la felicidad, sino más bien tienen

que ver con cuestiones relacionadas al

consumismo.

Muchas veces la gente se equivoca y

agarra por el camino del consumismo, en lugar

de tomar por el camino de la exploración

interior, de sus propios principios, valores,

aspiraciones, necesidades. Entonces busca

la felicidad afuera, cuando en realidad, la

puerta de la felicidad no se abre desde afuera,

sino de adentro, y la va abriendo uno con

su vida de cada día.

La felicidad nunca puede ser una meta

a lograr, sino que debe ser más bien las

huellas que uno va dejando mientras camina

por la vida. O sea, las huellas nunca

están adelante. Uno no camina sobre sus

propias huellas que ya están adelante, sino

que las va dejando atrás. Entonces cuando

en un momento nos paramos a mirar hacia

atrás y este tiempo de balance pueden ser

uno de ellos, vamos a ver nuestras huellas

de lo que hemos venido haciendo ver cómo

nos hemos venido vinculando con las personas

que nos importa, si realmente hemos

estado o no en contacto con ellas, si

hemos estado postergando cosas que para

nosotros son importantes desde el punto

de vista emocional, afectivo (no económico

y material), si hemos mejorado un poquito

el mundo con las cosas que hemos

haciendo… Si nuestras huellas nos indican

eso, el resultado va a ser que nos vamos

a sentir en paz, tranquilos. Podemos decir

que habremos visto un camino de felicidad

que venimos construyendo, porque no es

que a la felicidad salimos corriendo a buscarla

y está adelante. El que la busca adelante

se abona la infelicidad y la insatisfacción

porque cuando la perseguimos a la felicidad

se escapa.

Muchas veces las personas creen que la

felicidad está en el deseo, pero el deseo solo

se hace eso: desear. Y en el momento en el

que se consigue lo que se desea, se lo reemplaza

por uno nuevo.

El deseo nos mantiene siempre ansiosos,

inquietos, mirando hacia afuera y hacia

adelante, en lugar de mirar el presente y hacia

adentro.

Entonces, cuando somos prisioneros del

deseo, es difícil que seamos felices, y cuando

atendemos nuestras necesidades que no

son lo mismo que los deseos, ahí tenemos

más posibilidades de acercarnos a las cosas

que nos dan calma, armonía y a lo que podríamos

llamar momentos de felicidad.

Las necesidades son pocas, los deseos

son infinitos y se reproducen todo

el tiempo. En el tema del deseo, cuando

se alcanza lo que se propone, ya se siente

como un logro, pero no genera calma,

sino más bien el nacimiento de un nuevo

deseo. En cambio, cuando una necesidad

es bien atendida (como comer, tener abrigo,

pertenecer a un círculo en donde uno

es reconocido y apreciado), hay grandes

posibilidades de sentirse en paz, en calma,

en armonía, con una enorme sensación

de felicidad.

Me parece que hoy en día hay una insatisfacción

y poca felicidad en general.

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