Los golpes de Estado: 53 años de inestabilidad (6ª parte) Los golpes de Estado: 53 años de inestabilidad (6ª parte)
El fin del Proceso de Reorganización Nacional,
pomposo título que se atribuyó a sí
mismo el gobierno cívico – militar comenzado
en 1976, tuvo como marco el deterioro
de todos los aspectos de la vida nacional.
A la crisis económica y social se sumaba la
tragedia de la violación de los derechos humanos,
que se comenzó a hacer evidente para
toda la población desde fines de 1979.
La
guerra de las Malvinas iba a ser el episodio
que marcó el final de los cuatro capítulos
(Videla, Viola, Galtieri y Bignone) que dramáticamente
significaron cerrar el libro de
los golpes militares en la historia moderna
de la Argentina.
Se destaca que este golpe de
estado fue el que más presidentes tuvo.
Se abordarán hoy las dos últimas presidencias,
protagonistas de un período vertiginoso
y penoso de la vida nacional que se
fue para nunca más volver.
El gobierno de Galtieri
Viola experimentó una rápida pérdida
del poder, ya que no logró ninguno de
los objetivos que se propuso. Su intención
aperturista chocó contra la dureza de los
sectores militares que no estaban dispuestos
a ninguna negociación política y provocaron
un verdadero “sainete” cuando en diciembre
de 1981 se dispuso su destitución
por “cuestiones médicas”, artilugio usado
para amortiguar el impacto de la crisis militar.
El comandante del Ejército, general
Leopoldo Galtieri asumió la presidencia el
22 de diciembre, acompañado por los jefes
de la Marina, almirante Jorge Anaya, y de la
Fuerza Aérea, brigadier Basilio LamiDozo,
un santiagueño descendiente de sirios y libaneses
inmigrantes.
Sobre diez ministros,
Galtieri eligió siete civiles y sólo tres militares,
con la curiosidad que la cartera de Defensa
fue puesta en manos de un abogado,
Amadeo Frúgoli.
Los propósitos políticos de Galtieri quedaron
claros unos meses antes, durante la
celebración del centenario del pueblo pampeano
de Victorica, cuando anunció pomposamente
que “las urnas están bien guardadas”.
L
a economía fue puesta en manos
de Roberto Alemann, con la intención de
llevar adelante un plan ortodoxo. Sin
embargo, lo que iba a desencadenar
una crisis sin precedentes
en la historia nacional fue
el plan de toma de las islas
Malvinas, discutiéndose
hasta hoy si fue la condición
previa que la conducción
de la Armada le
puso a Galtieri para apoyarlo
en su aventura presidencial.
Valen destacarse algunos
aspectos verdaderamente
increíbles: la realización del operativo
militar de desembarco en las islas
no se discutió en el gabinete nacional, lo
que provocó graves problemas económicos,
como la no disposición de las reservas
internacionales que fueron interdictas como
consecuencia de las sanciones impuestas
luego del 2 de abril de 1982; la imprevisión
diplomática que significó actuar una
vez producidos los hechos; y como anécdota,
uno de los ministros, el de Educación
Cayetano Licciardo se enteró que algo estaba
en marcha, durante una visita a Santiago
del Estero cuando un periodista le preguntó
por las versiones que hablaban de una posible
operación militar en Malvinas.
El 2 de abril de 1982 se llevó a cabo la recuperación
del control territorial de las islas
Malvinas con el operativo Rosario, previsto
inicialmente como desembarco, izamiento
de la bandera argentina, establecimiento de
un destacamento policial y retiro de las tropas
militares.
Las concentraciones multitudinarias
en la Plaza de Mayo, celebratorias
de la reconquista, la primera el 3 de abril y
la segunda una semana después, el 10, iban
a provocar un cambio estratégico.
La frase
de Galtieri pronunciada desde la Casa de
Gobierno: “Si quieren venir que vengan, les
presentaremos batalla” mostró una dramática
alteración del plan inicial y la guerra se
hizo posible.
A esto muchos lo llaman “Efecto
Balcón de la Rosada”.
El desarrollo de la guerra en el Atlántico
Sur merece una dedicación exclusiva que
encararemos pronto, pero el resultado
fue la rendición de las guarniciones
argentinas el 14 de junio
de 1982 y el restablecimiento
del dominio colonial
británico en las islas Malvinas.
Nunca debe olvidarse
que los 649 héroes
de Malvinas y los miles
de veteranos de guerra
pelearon por la Patria y
no debe mezclarse su valentía
y sacrificio con la conducción
política de la guerra,
que debe ser analizada en profundidad
para no repetir los errores
brutales que se cometieron.
Los héroes de
Malvinas fueron 647 militares y 2 civiles, los
venerados hermanos Heriberto y Leopoldo
ávila, los santiagueños cantineros del crucero
“General Belgrano”.
La crisis terminal.Bignone
La derrota militar provocó una revulsión
social que alcanzó su clímax en la alocada
convocatoria realizada por orden de
Galtieri a la Plaza de Mayo el 14 de junio al
atardecer, en que la desazón provocada por
la rendición argentina en Puerto Argentino
expresada por miles frente a la Casa Rosada
fue violentamente reprimida por fuerzas
policiales y militares.
La crisis en la cumbre
del poder provocó la disolución de la Junta
Militar, al retirarse la Armada y la Fuerza
Aérea el 22 de junio, quedando el poder
político en manos exclusivas del Ejército, ya
comandado por el general Cristino Nicolaides
No deja de ser paradójico que la Junta
Militar, que iba a reconstituirse enagosto de
1982 hubiera elegido como sede el Palacio
del Congreso Nacional.
En soledad, Nicolaides y el generalato
eligieron a Reynaldo Bignone como presidente
para tratar de llevar adelante un retiro
lo más ordenado posible del poder por parte
de los militares. Como dato, queda la intención
de mostrar algo de empatía por parte
de Bignone, que no usó traje militar durante
su presidencia, que asumió el 1° de julio
de 1982.
Tuvo grandes dificultades para
formar gabinete pero la política económica,
que sólo buscó un alivio temporal a la situación
de las exhaustas cuentas nacionales,
distendió en algo el ambiente social, aunque
disparó la inflación.
Vale una anécdota para mostrar el clima
en que se desenvolvían los asuntos de gobierno.
Al llegar a una reunión de gabinete,
Bignone comentó que desde su automóvil
rumbo a la Casa Rosada vio las paredes
porteñas que mostraban“Luche y se van”.
En tono jocoso, el “último de facto”, como
se auto - tituló Bignone, le pidió a sus ministros:
“Avísenle a los muchachos que con sólo
soplar nos vamos…”. Sólo el deterioro que
había sufrido la convivencia política explica
que Bignonehaya gobernado un año y medio
desde la derrota en Malvinas.
Sin embargo, el poder residual de la dictadura
le permitió tomar decisiones potentes,
como fijar un estatuto de los partidos
políticos y el calendario electoral, la sanción
de una autoamnistía para los crímenes cometidos
por los militares en la represión estatal
de la acción guerrillera.
El diálogo, muchas
veces ríspido, con los distintos partidos
políticos, sobre todo los reunidos en la Multipartidaria,
hizo posible que el proceso electoral
res petara a rajatabla el espíritu y la letra
de la Constitución Nacional, algo que no
había ocurrido en las restauraciones institucionales
de 1958, 1962 y 1976.