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EL LIBERAL . Santiago

La presidencia de Alvear en su centenario (2ª PARTE)

15/10/2022 21:26 Santiago
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La presidencia de Alvear en su centenario (2ª PARTE) La presidencia de Alvear en su centenario (2ª PARTE)

La figura de Marcelo Torcuato de

Alvear como estadista y como

dirigente político es, quizá, la

más injustamente ignorada de la

historia republicana argentina.

Su condición de demócrata

convencido, en tanto respetuoso

de la Constitución y las leyes:

junto a su estampa de estadista que privilegió

las decisiones en pos de los beneficios del país

y del Estado por encima de las conveniencias

partidarias, convierten a Alvear en una

personalidad no solo importante sino sobre todo

fundamental para entender por qué la Argentina

se convirtió en uno de los grandes países de la

tierra.

Su ejemplo puede servirnos hoy para

encontrar caminos para la recuperación de

la concordia política, el avance material y las

expectativas nacionales, sobre todo en pos

de mejorar las condiciones de vida de muchos

compatriotas que no disfrutan de las mínimas

expectativas de progreso personal.

Durante la

presidencia de Alvear llegaron al país casi un

millón de inmigrantes en sólo seis años.

El peso

era la segunda moneda de reserva de valor en

el mundo, detrás de la libra esterlina: millones

de ciudadanos del mundo ahorraban el fruto

de trabajo en billetes argentinos.

No tiene esta

columna el fin de deprimirnos: todo lo contrario.

Cuando hacemos las cosas bien, nuestro país es

formidable.

Una anécdota simpática es que el presidente

Alvear tenía reuniones de gabinete con sus

ministros casi diariamente por la mañana, a las

que daba comienzo encendiendo un cigarro, que

era una de sus debilidades.

Cuando el cigarro

se terminaba, acababa la reunión. Un ministro

alguna vez le recriminó que le parecía poco

tiempo el que Alvear dedicaba a gobernar. La

respuesta fulminante del presidente fue: “Si un

presidente argentino debe dedicar más tiempo

que el de un cigarro para gobernar este país, lo

que tiene que hacer es cambiar a sus ministros…

Vaya y trabaje”.

El trabajo de Alvear en favor de

la educación, la cultura y las artes es un timbre

de honor en la historia nacional. Iremos hoy por

allí para seguir en el recuerdo del centenario de

su presidencia.

La educación y la

ciencia

Acompañaron a Alvear como ministros de

Instrucción Pública y Justicia quien fuera gobernador

de Entre Ríos, Celestino Marcó, y el también

entrerriano Antonio Sagarna, que abandonaría

el cargo para asumir como juez de la Corte

Suprema de Justicia de la Nación el 10 de septiembre

de 1928.

Durante los pocos días que restaban

para que terminara su mandato el propio

presidente ocupó el ministerio. Vale destacar

que la esposa del presidente, doña Regina Pacini,

se convirtió en referencia como acompañante

de Alvear a todos los eventos públicos a los que

asistía, además de ser la gran inspiradora de instituciones

públicas y privadas.

La marca del gobierno fue la presencia permanente

del presidente en los actos educativos,

tales como las inauguraciones de nuevos edificios

escolares o científicos, y en los eventos culturales

como muestras en museos y exposiciones

artísticas.

En esos años se inauguró el Museo

de Luján, institución creada por el impulso de

Enrique Udaondo y se puso la piedra fundamental

del nuevo edificio del Museo Nacional de Historia

Naturalen el parque del Centenario de Buenos

Aires a instancias de su ministro y científico

ángel Gallardo.

En 1927 se trasladó a la actual

sede el Museo Etnográfico de la Universidad de

Buenos Aires, genial creación del antropólogo

Juan Bautista Ambrosetti.

La presencia del gran científico alemán Albert

Einstein en 1925 fue la ocasión propicia para

inaugurar la primera etapa del monumental edificio

del Colegio Nacional, obra que el propio Alvear

culminaría en su período.

Como detalle, Alvear

se entrevistó con Einstein y le brindó todo

su apoyo, lo que hizo pensar al genio en la posibilidad

de radicarse en el país.

El Estado nacional

fijó la hora oficial, que desde entonces depende

del Observatorio Naval de Buenos Aires. Vale recordar

que en la provincia de Santiago del Estero

se realizaron grandes estudios geológicos para

mejorar las condiciones hidráulicas del territorio,

al tiempo que se presentó un proyecto de

voto femenino en la Legislatura provincial. También

fue el tiempo de la realización de los primeros

estudios en el Campo del Cielo sobre los meteoritos

allí encontrados, destacándose la tarea

del médico Antenor álvarez, ex gobernador de la

provincia.

El fomento del deporte

Como gran deportista, Alvear propulsó la creación

del Comité Olímpico Argentino, hecho que se

produjo en diciembre de 1923.

A partir de una ley

nacional, la 11.067, todos los premios no cobrados

de la Lotería Nacional se destinaron al fomento de

los deportes y el pago de los gastos de viaje de los

deportistas a los Juegos Olímpicos de 1924, celebrados

en París, donde asistió la primera delegación

oficial, que obtuvo la primera medalla de oro

para el deporte nacional en competencias internacionales:

la ganó el equipo de polo. En boxeo la delegación

obtuvo varias medallas, entre ellas la de

Pedro Quartucci, quien se convertiría más adelante

en un popular actor de cine y teatro.

En las Olimpíadas

de 1928 celebradas en Amsterdam debutó

el equipo de fútbol argentino, que logró la medalla

de plata; se destacó el nadador Alberto Zorrilla

y el boxeo puso al país como el más ganador de

ese deporte.

No se debe olvidar que el entrerriano

José Benjamín Zubiaur fue uno de los doce fundadores

del Comité Olímpico Internacional en 1894, el

único iberoamericano.

Alvear era simpatizante del Club Atlético Boca

Junior, y su estampa aristocrática dio el puntapié

inicial al estadio que la institución deportiva

construyera en el barrio de la Boca, llamado

“El Templo”, antecedente de “La Bombonera”.

Varias veces pudo verse al presidente y a su esposa

presenciando partidos, como en el caso de

la disputa de la Copa Roca, primer trofeo internacional

americano de futbol, cuando se pudo

entregar el lauro por primera vez a la selección

argentina en su triunfo sobre el Brasil el 9 de diciembre

de 1923.

Fue tal la expansión del fútbol

en la década de 1920, que se organizaron decenas

de campeonatos en cada provincia argentina,

lo que hizo que el gobierno nacional promoviera

la fusión de las distintas asociaciones nacionales

y locales, proceso que culminó en 1926

y terminó en la profesionalización de la práctica

deportiva en los inicios de la década del ‘30.

El fomento del arte

La asistencia habitual del matrimonio presidencial

al Teatro Colón tuvo como consecuencia

la creación de los cuerpos propios del primer coliseo

argentino: el Ballet, la Orquesta y el Coro Estables.

Para la difusión de la actividad musical, sobre

todo operística, se instaló en los palcos de viudas

de la sala magna argentina el estudio de Radio

Municipal, que comenzó a transmitir el 23 de mayo

de 1927 con la difusión en vivo de la ópera “Rigoletto”,

convirtiéndose en la primera emisora estatal

de América. Se creó el Conservatorio Nacional

de Música y Declamación. En 1928 se realizó la

primera Feria del Libro, antecedente de la actual.

En Buenos Aires fueron inaugurados por el

presidente los monumentos a Carlos de Alvear,

su abuelo; a la Carta Magna y las cuatro regiones

argentinas, conocido como de “los españoles”, la

Aguja Monumental donada por el reino de Italia, y

la estatua de Leandro N. Alem, que significó su reencuentro

público con Hipólito Yrigoyen. Se abrieron

los parques de la Costanera Sur y el Lezica,

hoy llamado Rivadavia.

Alvear fue socio fundador

de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos y

mandó formar una comisión para el estudio de las

distintas partituras que existían del Himno Nacional,

que luego de grandes debates estableció la

música definitiva de la canción patria.

Como anécdota genial, el presidente nombró

en un cargo diplomático en España al pintor Benito

Quinquela Martín, para que difundiera su obra

y todo el arte argentino en el viejo continente. Vale

también destacar que don Marcelo y doña Regina

asistían habitualmente a la peña del “Café

Tortoni”, donde compartían tertulias con el escultor

Luis Perlotti, el músico Juan de Dios Filiberto,

la poetisa Alfonsina Storni y decenas de

artistas más, e incluso el gran dramaturgo siciliano

Luigi Pirandello fue agasajado en ese lugar.

La Casa del Teatro

Pero sin duda, el logro más notable fue la creación

en 1928 de la Casa del Teatro, una institución

fundada a instancias de Regina Pacini para que los

artistas que habían tenido éxito en su carrera fueran

solidarios con aquellos a los que no les había

ido tan bien. La inspiración provino de la Casa Verdi,

en Milán, que ya no existe.

El gran poeta Alberto

Vacarezza, en sus palabras, explica de que se trata:

“La Casa del Teatro es la hostería en la que hospedan

su vejez y su cansancio los peregrinos del

arte. Y tan generosa es el alma de la dueña, porque

sabe que los soñadores de la armonía solo pueden

acumular sonidos. En ella recobran su hogar aquellos

que lo perdieron y lo alcanzan los que nunca lo

han tenido. Y así, en dulce comunión pasa la vida

como pasó la fortuna. Por los de ayer trabajamos

los de hoy, por los de hoy los de mañana”.

En el edificio

levantado por el arquitecto Alejandro Virasoro

en la avenida porteña Santa Fe 1243 sigue funcionando

la Casa con el espíritu original y se conserva

el despacho de doña Regina, que dedicó cuatro

décadas de su vida a la organización.

Todo “racconto”

tiene la injusticia del olvido, pero la memoria

de la acción de Alvear a favor de la cultura nacional

es incontable, con una visión plena de modernidad,

que pone esa época en el lugar de uno de los tiempos

gloriosos de la Argentina que merecen volver

a realizarse.

El próximo domingo, desde estas páginas

de EL LIBERAL, continuaremos con la presidencia

de don Marcelo, el dandy que eligió seguir

sus convicciones y no su conveniencia.

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