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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

María Santísima, nuestra Madre

24/06/2017 21:28 Padre Koffi Gilbert
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María Santísima, nuestra Madre María Santísima, nuestra Madre

Hoy quiero hablar de nuestra Madre,

la Virgen María, que ha colaborado mucho

por la redención y la salvación del

mundo. María ha hecho todo para que

podamos recibir la gracia de Dios. Todo

lo hacemos con la voluntad que ella ha

permitido.

La Virgen es nuestra Madre por voluntad

expresa del Señor, pues él nos la

entregó cuando estaba en la cruz, con estas

palabras: “Jesús viendo a su madre y

al discípulo a quien amaban y que estaba

allí dijo a su madre: ‘Mujer ahí tienes a tu

hijo’. Después dijo al discípulo: ‘He ahí a

tu madre’”. (Jn 19, 26-27). Desde entonces

Juan la tomó por madre y con él nosotros,

los cristianos de todos los tiempos.

Por eso tenemos una madre en la tierra y

otra en el Cielo.

María es la madre espiritual de los

hombres, en tanto que por su unión con

Cristo Redentor nos ha comunicado la

vida sobrenatural de la gracia con la que

somos regenerados a la vida del espíritu,

así la llamamos Madre, porque ella ha dado

la vida a Jesús y él nos ha dado la vida

a nosotros.

En Lucas 1, 38, nos dice: “He aquí la

servidora del Señor. Háganse en mí según

tu palabra”. Al consentir libremente

en ser la madre del Salvador, autor de la

gracia, en ese momento también nos concibió

espiritualmente, ya que al ser la Madre

de la Cabeza, que es Cristo, es Madre

también de los fieles miembros del Cuerpo

Místico.

No debemos olvidar que como la relación

entre Jesús y nosotros también la

debemos tener con nuestra madre.

El Magisterio de la Iglesia habla mucho

de esa maternidad de la Virgen María.

Las enseñanzas de la Iglesia sobre este

tema son abundantes. El Concilio Vaticano

II recoge la doctrina precedente y

profundiza en ella, que dice:

-La razón de la maternidad espiritual

es debida a la predestinación de María a

ser Madre del Verbo encarnado y por su

cooperación al restablecimiento de la vida

de la gracia en los hombres.

- Es Madre espiritual por sus virtudes,

ya que así como Cristo llevó a cabo la Redención

por sus virtudes (obediencia en

la Encarnación, obediencia en su Sacrificio

voluntario y meritorio), así también

María corredimió por su fe en la Encarnación,

por su amor en la Cruz, por la entrega

al sacrificio de su Hijo, y ejerce su

maternidad espiritual poniendo en juego

todas sus virtudes.

- La naturaleza de esta maternidad es

del tipo de gracia en cuanto consiste en

una peculiar colaboración con su Hijo en

orden a la regeneración de los hombres a

la vida divina.

Esa maternidad abarca a todos los

hombres y mujeres, somos la misma familia.

La Santísima Virgen ejerce su función

de Madre: velando por todos sus hijos

porque nazcan, crezcan y perseveren en

la caridad; intercediendo por todos y, distribuyendo

a todos los hombres las gracias

de su Hijo.

María es madre de todo el género humano,

es nuestra felicidad y confianza.

Ella es Madre de cada hombre. Respecto

de cada uno de los hombres en particular,

Santa María ejerce su maternidad del siguiente

modo:

- Relación a los infieles: es Madre porque

está destinada a engendrarlos a la vida

de la gracia, y obtiene para ellos las

gracias que los disponen a recibir la fe y

la justificación.

- Relación con los fieles para dar la

gracia para vivir en la gracia de Dios.

- Fieles que están en pecado: la Madre

intercede para que esas personas puedan

llegar a la vida que Dios quiere.

- Finalmente, con relación a aquellos

que han muerto, a través de la Virgen

María recibe la gracia de Dios y la vida

eterna.

Debemos alegrarnos que en nuestra

Iglesia Católica, a pesar de que haya

un montón de críticas, nadie puede negar

que María es madre de Dios, de Jesús,

Madre de los hombres; nadie puede

sacarla de la Biblia porque Jesús ha nacido,

tiene una madre y nosotros también

estamos en ese ambiente y en ese camino.

Por eso hoy debemos saber que tenemos

una Madre, no estamos huérfanos; también

tenemos un Padre y un hermano.

Hagamos la oración que todos sabemos,

de los hijos del Padre y de los hijos

e hijas de la Madre: “Dios te salve, María,

llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita

eres entre todas las mujeres y bendito

es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa

María, Madre de Dios, ruega por nosotros

pecadores ahora y en la hora de

nuestra muerte. Amén”.

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